Antonio Zapata, en La República, publicó hoy un interesante artículo titulado ¿Balcanización boliviana?, en el que hace una reseña breve de la historia boliviana desde la Guerra de El Chaco, hasta llegar a la crisis que ese país vive hoy:
"Buena parte del conflicto boliviano deriva del rechazo a que esas riquezas [grandes yacimientos de gas y también una importante reserva acuífera] sean administradas desde La Paz, por un gobierno que representa a los indígenas históricamente postergados. Los recursos están situados en el territorio de la medialuna, donde los gobernantes son de derecha y convencidos neoliberales. Además de las razones políticas, las contradicciones están fuertemente atizadas por el racismo que lleva a denigrar a los oponentes".
Del mismo modo, hace un análisis político de lo que viene sucediendo en relación con ese país y su gobierno, precisando que:
"El punto más débil de Morales es su dependencia del presidente venezolano Hugo Chávez, cuyas últimas amenazas provocaron fuerte descontento en las FFAA bolivianas. Chávez le ofrece pretextos nacionalistas al ejército boliviano para que derroque a Evo".
Esto último es preocupante, pues la incontinencia verbal del gobernante venezolano, suele generar resultados contrsproducentes. Y, por cierto, en el caso boliviano, en el que Evo Morales va conduciendo con acierto, aunque al borde del abismo, ese agitado país, sería importante una dosis que muestre independencia en toda dimensión.
Debe tomarse en cuenta, además, que lo que se vive en Bolivia es el resultado de siglos de postergación de sectores mayoritarios de la población, a manos de minorías que viven en condiciones realmente envidiables. Así, como dice Guillermo Giacosa en su columna de hoy, titulada Redistribuir es una mala palabra, "La complejísima situación en el país altiplánico podría resumirse afirmando que los que tienen privilegios no quieren perderlos y que los que comen salteado quieren comer todos los días. Hoy, el presidente de ese país pertenece al grupo de los que han comido salteado y que, por extraña casualidad es, en su inmensa mayoría, de origen indígena" y busca "mejorar el nivel de vida de quienes considera sus hermanos, afectando lo menos posible los intereses de quienes han tenido la sartén por el mango hasta su arribo". Pero, como resulta evidente, quienes ven amenazados sus privilegios están recurriendo a todas las armas posibles para, cuchillo en el diente, no dejar que se les arrebate nada.
Ahora bien, lo que está en juego es la democracia, que, como señala Santiago Pedraglio, "es un conjunto de derechos y un procedimiento para dirimir legalmente los conflictos: sería conveniente defenderla al margen de la afinidad con uno u otro bando".
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