miércoles, 12 de diciembre de 2012

Transiciones en América Latina y en el Perú: de los gobiernos miliatres hacia la democracia política


Este es el cuarto ensayo que se tuvo que elaborar como parte del desarrollo del curso Procesos políticos en el Perú y América Latina siglo XX, que dicta el profesor Piero Corvetto en la Maestría en Ciencia Política de la PUCP.


1.   Concepto

Los procesos de transición política a los que se refieren las lecturas, están referidos al paso (largo y complejo) de lo que O’Donnell denomina como “Estado Burocrático Autoritario” hacia la democracia política. Por transición debe entenderse, entonces, el intervalo que nos lleva de un régimen político a otro. Sin embargo, para precisar el concepto, en el caso de las lecturas analizadas, este intervalo tiene un inicio en el final de un régimen autoritario y se dirige hacia un régimen de democracia política; por tanto, se trata de un camino hacia algo mejor (democracia política) y que tiene como sustrato la idea de progreso político.



Durante la segunda mitad del siglo XX, se presentaron en América Latina una serie de interrupciones de los regímenes democráticos protagonizadas por las Fuerzas Armadas que, en casi todos los casos, asumieron el ejercicio del poder y del gobierno, aunque en alianza con ciertos sectores de la civilidad. En ese sentido, es importante cuando Cardoso plantea como características de estos regímenes el que se le otorgue al Estado un rol central en la toma de decisiones y el control político directo de las Fuerzas Armadas, aunque dejando que el sector privado desarrolle las actividades económicas, dentro del nuevo contexto de inserción en la economía mundial y bajo el esquema conocido como “de sustitución de importaciones”. Por tanto, las Fuerzas Armadas, como corporación, y los grupos sociales dominantes (las “burguesías” cada vez más presentes por los importantes procesos de industrialización llevados a cabo), asumen el ejercicio del poder político, las primeras, y el poder económico, las segundas.  Es más, estos períodos de gobiernos autoritarios tienen como característica común, según Cardoso, que dinamizaron la transición de una sociedad tradicional y capitalista a una sociedad de masas internacionalizada en lo económico.

Por tanto, estos regímenes políticos se caracterizaron por asumir, en lo político, formas cercanas al fascismo; mientras que, en lo económico, pretendieron darle un impulso dejando esto a la actividad privada.
Como decía antes, la transición a la que se refieren los textos analizados es la que va desde un régimen autoritario y burocrático como el descrito hacia lo que se conoce como democracia política. Para esto, O’Donnell precisa que estamos ante un Estado Burocrático Administrativo cuando el sector popular se encuentra excluido del quehacer político; además, las instituciones políticas propias de la democracia no existe o apenas subsisten formalmente y restringir la participación en el aparato estatal a determinadas cúpulas. Basta que cualquiera de esos elementos se desvanezca, para que el Estado deje de ser uno de carácter Burocrático Autoritario; pero eso no significa que la transición hacia la democracia política haya concluido. Es más, O’Donnel plantea la idea que en este tipo de transiciones el punto de partida es uno situado en el Estado Burocrático Autoritario, pero el punto de llegada es incierto, pudiendo ser uno de esos puntos la democracia, pero no necesariamente, pues incluso podría darse el caso que se llegue a un régimen de mayor nivel de autoritarismo aun.

Es más, respecto a qué se entiende por democracia política también se genera una profunda discusión, toda vez que dicho concepto podría, para unos, restringirse al contenido normativo de dicho concepto (que incluye la competencia por el acceso al gobierno, el respeto de los derechos humanos de primera generación, es decir, fundamentalmente los derechos civiles), mientras que, para otros, debería también incluir la búsqueda y la vigencia de los derechos de segunda generación (sociales y económicos). O’Donnel plantea que la transición tiene que ver con el primer alcance del concepto.

2.   Análisis comparativo de la transición en el Perú y el caso de Uruguay

Perú

El análisis comparativo se hará a partir de los textos de Guillermo O’Donnell (Notas para el estudio de procesos de democratización política a partir del estado burocrático-autoritario), de Fernando Henrique Cardoso (¿Transición política en América Latina?) y de Julio Cotler (Intervenciones militares y transferencias del poder a la civilidad en el Perú).

Cardoso plantea en relación con el Perú que, a diferencia de los demás regímenes burocrático autoritarios, el ejército planteó una visión nacionalista; los demás ajustaron su visión como engranajes de la economía internacional dominada por las grandes corporaciones y, por tanto, no le imprimieron el componente de nacionalismo que sí se habría dado en el Perú.

En esa línea, Julio Cotler afirma que la relativa autonomía de las Fuerzas Armadas peruanas con respecto a la oligarquía se empezó a gestar a finales de la década de los cincuenta, pasando por el golpe de 1962, tendencia que culminó con el golpe de Estado de 1968 (sobre este último, Guillermo Nugent ha sostenido que Velasco liquidó el gamonalismo y que, por ello, los sectores conservadores lo aborrecen hasta hoy).

Cotler plantea el inicio de estas transiciones en el gobierno de Odría, el mismo que había desarrollado un gobierno autoritario en lo político, pero que generó una apertura a la inversión extranjera. Este gobernante convocó a elecciones en 1956 y el Apra inició lo que se denominó al “convivencia”, como consecuencia de haber soslayado sus principios nacionalistas y antimperialistas originales, lo que le costó una serie de cuestionamientos y renuncia de militantes. La situación que se vivía permitió que emergiera como líder político el arquitecto Fernando Belaúnde Terry, quien planteaba ciertos postulados reformistas (respecto fundamentalmente de la propiedad agraria y el tratamiento de las inversiones extranjeras); por su parte, estas tendencias reformistas también afectaron a las dos instituciones más representativas del país: la Iglesia y el Ejército, que eran sostén fundamental del régimen oligárquico. Toda esta situación desencadenó el golpe de 1962, etapa que concluyó con las elecciones de 1962, en las que salió elegido Presidente Belaunde, quien fue bloqueado en su ejercicio gubernamental por la alianza parlamentaria APRA-UNO. Esta situación generó que no pudiera llevar a cabo diversas reformas ofrecidas lo que generó un malestar en la sociedad y se inició un fuerte endeudamiento público. La situación se agravó y se generó el temor de un nuevo golpe militar, lo que dio lugar a un reacomodo político por el cual se conformó la alianza entre Acción Popular y el Apra.

En 1968, las Fuerzas Armadas, lideradas por el General Velasco, dieron un nuevo golpe de Estado que, siguiendo la línea de los militares reformistas de 1962, quisieron darle un contenido más social a su gobierno. Como se ha dicho antes, este golpe liderado por Velasco tuvo un carácter fundamentalmente nacionalista y llevó adelante una serie de reformas, con sustrato en las Fuerzas Armadas entendidas como una gran corporación, lo que fue su fortaleza, pero a la larga también su mayor debilidad, pues no tenía una forma de comunicación con la sociedad y, especialmente, con los sectores populares. El Apra, encabezado por Haya de la Torre, dio una suerte de tregua al gobierno, toda vez que este estaba implementando en buena cuenta, las medidas de su agenda política original. Sin embargo, en la medida que pasaba el tiempo y la crisis económica empezaba a afectar a los peruanos, se proscribieron las organizaciones políticas, pero esto no cortó la movilización de muchos sectores, afectados por la crisis económica y la incapacidad de manejo económico de los militares.

En 1975, Morales Bermúdez depuso a Velasco, iniciando la segunda fase del gobierno militar. Este nuevo líder pensó encontrar alguna forma de generar comunicación y confianza con los sectores sociales, pero no lo logró, pues la crisis económica afectó mucho la situación social y, a pesar de las medidas autoritarias, como la declaración de un estado de emergencia prolongado, los sectores sociales siguieron movilizándose. Se implementaron una serie de medidas económicas, coordinadas con el FMI, lo que le dio algún oxígeno al régimen. Sin embargo, el descontento social seguía manifestándose.

Ya desgastado el régimen militar, en 1977, se anuncia que se convocaría a una Asamblea Constituyente, primero, y, luego, a elecciones generales para Presidente y Parlamento. En este punto, vemos que se inicia la transición hacia la democracia política, por causas extrínsecas derivadas de la actividad social de protesta contra el régimen y la cierta inviabilidad del régimen, además del consenso de la mayoría de los militares de que era necesario dejar el gobierno, lo que le da también un contenido intrínseco a esas causas. En ese contexto de transición y ya cuando se convoca a las elecciones para la Asamblea Constituyente, el Apra con Haya de la Torre se constituye en el protagonista de la oposición, al plantear una tregua al gobierno para que atienda el tema económico que afectaba al país, mientras la Constituyente se dedicaba a la elaboración de la Constitución. Esto le permitió generar una alianza con el gobierno. Me genera dudas el calificar a esta oposición como “oportunista” o como “democrática”, esto fundamentalmente por los antecedentes inmediatos de la actitud política de este partido, primero, de abandonar sus originales banderas políticas, y, segundo, por las alianzas impensables que asumió con sectores como el régimen de Odría y la UNO.

Ahora bien, me parece muy interesante para describir este periodo de transición política el que Cotler plantee que la Asamblea Constituyente fue una suerte de medio de catarsis para los sectores sociales movilizados, promoviendo el progresivo cambio de régimen político. Es más, siguiendo lo que O’Donnell plantea, esta transición se habría dado en los mejores términos que aseguren su camino hacia la democracia política, pues no se habrían afectado los “intereses fundamentales” de las Fuerzas Armadas y tampoco las de los grupos dominantes, pues, a pesar de haberle dado un contenido más social a la Constitución, esta siguió manteniendo el criterio de mercado.

Contrariamente a lo que se esperaba, en las elecciones convocadas para 1980, muerto ya el líder aprista, y con las pugnas en ese partido, quien ganó las elecciones fue el mismo derrocado por el régimen que ahora salía, Belaunde.

En ambos momentos importantes de esta transición, las izquierdas participaron totalmente divididas, pues existían sectores más moderados y también otros extremistas. Para el año 1980 participaron, pero su porcentaje de votos se redujo. Aunque Cotler no habla de este particular, el Gobierno de Belaunde, que continuaba desde mi punto de vista con la transición, se vio en medio de un contexto complejo, pues irrumpió desde el mismo día de las elecciones la violencia política ejercida por el Partido Comunista del Perú liderado por Abimael Guzmán Reynoso. Por tanto, dicha transición se habría enfrentado a los duros y blando del Estado Burocrático Autoritario, pero también a la oposición maximalista y, además, a este grupo al margen del sistema democrático y que se alzó en armas.

Uruguay

Coincidentemente a lo que sucedió en el Perú entre 1968 y 1980, la interrupción del régimen democrático en este país dura un periodo de doce años (1973-1985). La tradición democrática de Uruguay era un asunto bastante consolidado.

Ahora bien, creo que, independientemente de ciertas semejanzas, hay más diferencia entre los procesos comparados, toda vez que en el caso de Uruguay la irrupción de las Fuerzas Armadas se dio de manera soterrada y no directa como en el caso del Perú y a partir de algunos sectores del Partido Colorado. Se valió de connotados líderes políticos civiles a los que encumbró como “fantoches”; el únco presidente militar fue el General Álvarez. Sin embargo, se proscribió en algún momento a los dos partidos que monopolizaban el panorama político uruguayo (el Blanco y el Colorado).

Asimismo, fueron los militares los que buscaron su legitimación en el poder a través de la Constitución que se elaboró en el año 1980 y que se sometió a un referéndum en el que no recibió el respaldo popular. La actividad política no desapareció del todo, pese a las proscripciones. Es más, también se suscitó un fenómeno guerrillero que las Fuerzas Armadas sofocaron con asesinatos y desapariciones también.

La crisis económica afectó también el régimen cívico-militar y fue una de las causas de que se iniciara, desde los sectores blandos del gobierno, una búsqueda de la transición.

La izquierda fue proscrita de manera específica para no participar en los procesos electorales, aunque después volvió a la arena política y aceptó participar de las negociaciones.

Para las negociaciones que desembocaron en las elecciones de 1985, se generó un espacio de negociaciones de las que se excluyeron los extremistas de ambos lados

3.   Reflexiones  en torno a la situación del Perú con posterioridad a 1980

La caracterización que hace O’Donnell para las transiciones desde los Estados Burocrático Autoritarios hacia la democracia política me parece muy interesante y muy útil incluso para analizar la más reciente transición del régimen fujimorista. Esto me ha generado algunas dudas respecto a la duración de la transición, pues, ¿podríamos decir que la transición hacia la democracia política ya concluyó en ese caso?, ¿o podemos decir más bien que la transición política se sigue desarrollando? Me refiero a esto, por el hecho de que hoy, de manera semejante a lo que sucedía en el año 1980, el actual gobierno parece estar entre dos “fuegos”; por un lado, los representantes del movimiento fujimorista, quienes siguen reivindicando el gobierno de Alberto Fujimori y, por el otro lado, el MOVADEF, movimiento que reivindica al senderismo, militarmente derrotado, pero que aun subsiste. Es decir, en el contexto actual, aparentemente, podríamos tener un devenir distinto al de la democracia política que al menos formalmente vivimos hoy, pudiendo racalar en un neofujimorismo, lo que generaría el desarrollo de un régimen no precisamente democrático. Si bien es cierto el contexto político, social, económico es diferente, lo que sucede es que esa amenaza está ahí, como permanentemente presente y ha llegado a constituirse en el presente en la segunda fuerza política del Parlamento.

Esto, desde mi punto de vista, muestra que el proceso de transición iniciado con la renuncia de Alberto Fujimori y la elección por el Parlamento de Valentín Paniagua no habría concluido, pese a que, desde entonces, se han producido tres procesos electorales. La democracia parece en este contexto pender de un hilo.

viernes, 26 de octubre de 2012

La revolución mexicana y la revolución cubana: una mirada comparativa de su influencia en América Latina

Este es el segundo ensayo que se nos pidió en el curso del profesor Piero Corvetto, en la Maestría en Ciencia Política en la PUCP.

1.   Concepto

El concepto trabajado en clase de “revolución” resulta bastante interesante, toda vez que enmarca el mismo a la “tentativa” de desarrollar un cambio en lo político, económico, social y jurídico, recurriendo para ello al ejercicio de la violencia. Es decir, si se trata de una tentativa no implica, necesariamente, que este proceso de transformación sea exitoso o llegue a culminar; puede tratarse simplemente de un proceso de tal magnitud que, sin embargo, no llega a generar de manera efectiva el cambio que se buscó; por ello, se puede hablar también de “revolución fallida” o “revolución inconclusa”.

Por tanto, en este punto me parece importante que se tenga en claro que se desarrolla el concepto de “revolución” nos estamos refiriendo a un proceso que puede tener carácter político, económico, social, jurídico, tecnológico, religioso, etc., el mismo que afectará uno o más ámbitos de la vida social. Este proceso puede haber dado lugar a un cambio radical de las estructuras prexistentes, el mismo que genera que surjan nuevas autoridades, nuevas instituciones políticas, probablemente un nuevo sistema económico; quizá es esto lo que se vivió en los casos de la Revolución Francesa o de la Revolución Rusa. Sin perjuicio de que se producen esa transformación radical, lo cierto es que la dinámica o las dinámicas de una sociedad son sumamente complejas y “lo antiguo” resiste a desaparecer del todo y, por tanto, “lo nuevo” tiene que también asimilar esa herencia.

Ahora, resulta importante diferenciar el concepto de “revolución” de conceptos como “rebelión” o “golpe de Estado”. En el caso de una rebelión, nos encontramos más frente a un movimiento de carácter localizado y de un alcance limitado, generalmente, a reivindicaciones de carácter meramente personal o grupal, y no nacional. En el caso de un Golpe de Estado, tenemos que el único cambio que se da es el de las autoridades, pues estamos frente a una manera de acceder al poder político, sin que ello implique cambios mayores.

Podría darse el caso de que una rebelión devenga en revolución. Del mismo modo, un Golpe de Estado podría ser el inicio de una revolución.

A partir de todo lo anterior, creo que resulta importante formular la pregunta de si, en efecto, toda revolución implica el ejercicio de la violencia. Desde mi punto de vista, si bien las revoluciones han sido normalmente violentas, esto no es algo necesario. Como mejor ejemplo tendríamos al proceso que se denomina como “revolución industrial”, proceso que cambió de manera drástica el concepto en el que las diferentes actividades económicas se desarrollaban.

Por otro lado, en el Perú se produjo un golpe de estado el año 1968, liderado por el General Velasco Alvarado. Si bien dicho acceso al poder se dio a partir de un simple movimiento militar que, seguramente, generó ciertos niveles de violencia, el proceso de medidas y reformas desarrolladas por su gobierno no parece haber sido violentas. Guillermo Nugent ha señalado que con la Reforma Agraria se tiene un punto que marcó un antes y un después; él lo define como uno de los momentos más importantes de nuestra historia republicana, pues virtualmente se liquidó a la oligarquía peruana. De ser cierto esto, estaríamos frente a un proceso que también podría catalogarse como de “revolucionario”, pues las estructuras sociales y el carácter de la propiedad habrían sido transformados de manera esencial, pero dicho proceso no habría tenido un carácter violento.

Por tanto, desde mi punto de vista debería relativizarse el que la violencia sea un elemento innato del concepto de revolución.
 

2.   Análisis comparativo de la revolución mexicana y revolución cubana

El análisis comparativo se hará a partir de los textos de Javier Garciadiego y Sandra Kuntz (La revolución mexicana) y de Hugh Thomas (Cuba. La Lucha por la libertad). En este punto, quiero empezar con una impresión que me deja la lectura de Garciadiego y Kuntz, que es la de que la revolución mexicana fue un conjunto de rebeliones que, por su duración y el alcance que fueron adquiriendo, generaron ese proceso que duró desde 1910 hasta 1920, fecha en la que se habría iniciado el periodo de construcción postrevolucionaria. Ahora bien, la percepción más marcada que tengo es que esa revolución tuvo como actor ausente a las poblaciones indígenas; esta percepción, inicialmente, me la dio la ausencia de apellidos indígenas. Si bien es cierto se señala que se trató de una “revolución agrarista”, por la importancia de los sectores campesinos en las guerras y en los mismos hechos políticos, lo cierto es que las poblaciones indígenas parecen haber estado ausentes o, en todo caso, su presencia fue simplemente periférica. Quizá el caso menos claro en cuanto a esta ausencia es el del movimiento liderado por Emiliano Zapata. No niego que, como señalan estos autores, la revolución mexicana haya tenido el contenido social por los movimientos desarrollados con base popular (Zapata y Orozco). Pero aunque lo popular, e incluso lo campesino, pueden incluir lo indígena, no necesariamente es así.

En el caso de la revolución cubana, tenemos que el motor fundamental de la victoria guerrillera del Movimiento 26 de Julio fue el sector campesino que se adhirió a la misma, en los tiempos de la Sierra Maestra. Este fue un actor fundamental para la rápida victoria guerrillera que derrocó a Fulgencio Batista. Esto lo plantea Thomas.

Ahora bien, tenemos un primer elemento común en ambos procesos revolucionarios: el carácter campesino del mismo. Esto no niega la importancia de sectores medios e intelectuales en la dirección de ambos proceso, pero la fuerza motriz en ambos movimientos fue el campesinado.

En ambos procesos, se desarrolló una “reforma agraria”, aunque en el caso de México la reforma planteada no tuvo como objetivo alterar o modificar sustancialmente la estructura de propiedad; es más, todos los bandos o sectores que participaron de la revolución reconocían la relevancia de la propiedad privada para la economía mexicana. La reforma agraria mexicana afectaba fundamentalmente las grandes propiedades y no las pequeñas y medianas.

Por su parte, la revolución cubana planteó también una “reforma agraria” que era como las reformas planteadas en otros países latinoamericanos y contó con el apoyo de sectores liberales e incluso de la Iglesia Católica; sin embargo, con el devenir de los hechos, esta se fue radicalizando y terminó afectando la estructura misma de la propiedad, pues virtualmente se fue eliminando la propiedad privada.

Ahora bien, Thomas cita a Fidel Castro quien habría manifestado, frente a las movidas y decisiones políticas dentro de Cuba pero también en el ámbito internacional, que se trataba de una interesante partida de ajedrez. En efecto, el contexto en que se desarrollaron ambos procesos revolucionarios es bastante importante, pues es ese contexto el que condiciona el devenir histórico peculiar de cada uno. Y, además, destaca la relevancia del factor humano y , especialmente, del factor del líder o líderes del movimiento.

En el caso de la revolución mexicana tenemos que se trata de un conjunto de rebeliones, disputas, movidas políticas, guerras, desarrolladas durante un espacio temporal de diez años; este proceso se inició en el norte de México y de ahí se fue extendiendo hacia el centro del país, con una presencia bastante mínima en el sur (las huestes de Zapata). La causa que dio inicio a esta revolución fue la oposición a la relección de Porfirio Díaz; en torno a esa cusa se unieron distintos grupos que fueron llegando al Gobierno, pero al no atender las demandas de los grupos movilizados, fueron cayendo posteriormente. Inicialmente, la revuelta buscó atender simplemente demandas políticas: democracia, por ejemplo. Sin embargo, al acceder al gobierno, los sectores populares movilizados empezaron a plantear demandas de carácter social. En este caso, tenemos por ejemplo el caso de Emiliano Zapata y sus seguidores, quienes planteaban demandas sociales de carácter agrario y le dieron ese tinte. Ahora bien, los líderes que gobernaron México desde la caída de Porfirio Díaz  hasta 1920 no eran precisamente radicales, sino más bien intelectuales y líderes políticos moderados, de clase media urbana. Pero los sectores campesinos estuvieron permanentemente movilizados. También hubo presencia de obreros, pero sus causas eran más urbanas y, por tanto, distintas a las de los sectores campesinos (en este punto, insisto que lo campesino no quiere decir, en el caso de México, necesariamente indígena). México es un país que limita por el norte con E.E.U.U. y este era su mercado fundamental. Además, a pesar de la situación de guerra permanente (la misma que tuvo como escenario fundamental el ámbito rural), con el inicio de la Primera Guerra Mundial, las actividades económicas no se vieron afectadas de manera total; es decir, la revolución no afectó del todo la capacidad productiva del país. Pese al contexto que se vivía, las exportaciones crecieron en varios momentos de ese período. No se afectaron propiedades extranjeras (muchas de las cuales estaban centradas entorno a la actividad minera y petrolera, que tuvieron un fuerte crecimiento durante la guerra mundial). Por tanto, el contexto en el que se desarrolló la revolución mexicana no condicionó a los líderes revolucionarios a afectar el aparato productivo con la expropiación compulsiva de actividades económico productivas.

En el caso de la revolución cubana, tenemos que el sino de la misma es bastante más complejo. A diferencia de México que tiene un territorio muchísimo mayor al de Cuba, en este último país la mayor parte de propiedades económico productivas estaban en manos de inversionistas extranjeros, con gran presencia de estadounidenses. Si bien es cierto la lucha guerrillera duró simplemente algo más de tres años, el “juego de ajedrez” revolucionario se extendió más allá de la toma del poder el 1 de enero de 1959. Cuando Fidel Castro asume como Primer Ministro, el derrotero de la Revolución era incierto. En dicho proceso habían coincidido por su oposición al régimen de Batista diferentes grupos, pudiendo destacarse los liberales y los comunistas; es más, una nota que a mí me pareció bastante curiosa es que, según Thomas, incluso los comunistas habrían criticado la insurrección armada del Movimiento 26 de julio. Y es que el Partido Comunista Cubano alineado a la URSS, seguía los lineamientos de esta, que, en resumen, prefería una Cuba neutral antes que comunista. Los discursos de Fidel Castro y su postura política inicial, durante el año 1959, eran de una búsqueda de buenas relaciones con E.E.U.U. y hasta de rechazo y cuestionamiento a los sectores comunistas. Pero lo llamativo de todo este proceso es que E.E.U.U. reaccionó de manera caótica y poco inteligente frente a la revolución cubana, pues simplemente era una premisa para ellos que Cuba era un país “amigo” y con el que jamás tendrían problemas, empezando por el hecho de que el producto que constituía el monocultivo de la isla (el azúcar) era adquirido por dicho país en condiciones ventajosas, además de la relación histórica que tenían. Sin embargo, Fidel Castro y los revolucionarios tenían una fuerte convicción martiana en el sentido de buscar y luchar por la libertad, lo que implicaba que incluso el proceso revolucionario sería un producto autóctono, ni capitalista ni comunista. Las luchas por el poder dentro de Cuba se fueron desarrollando con gran intensidad y el contexto internacional también generaba una importante actividad; es así que durante la campaña electoral de 1960 en los EEUU, Cuba ocupó un lugar central y produjo una situación paradójica en la cual el candidato demócrata (Keneddy) formuló una serie de planteamientos conservadores y propios de los republicanos en torno a Cuba, mientras que el candidato republicano (Nixon) hizo planteamientos más liberales. Un funcionario norteamericano planteó al metáfora de que la revolución cubana era para EEUU una astilla clavada en la carne, pero una daga en el corazón. Sin embargo, la forma en que actuó EEUU desde el principio, dio muestra, primero, de no saber a qué se enfrentaban (la propia CIA no sabía si Castro era o no comunista) y, luego, de tomar decisiones poco adecuadas para resolver ese conflicto. Una lectura puede indicar que la “comunistización” de Castro y de la revolución fue un efecto de la política estadounidense hacia Cuba y el no asumir que era un país libre, incluso para optar por el comunismo. A medida que se hacían más conflictivas las relaciones EEUU-Cuba, este último país iba virando hacia la izquierda y afectando intereses de EEUU o de ciudadanos suyos (haciendas, empresas, industrias).

Otro aspecto en el que podemos diferenciar ambos procesos revolucionarios es que, una vez tomado el poder, había que sustituir a las autoridades antiguas; en el caso de la revolución mexicana, tenemos que se recurrió a diferentes grupos de clases medias, que no habían sido parte del porfiriato. Contaron con un importante grupo de intelectuales. Por tanto, la transformación de los ámbitos político, cultural, económico, educativo, si bien fueron cambios de un esquema hacia otro, no fueron del todo dramáticos. En el caso cubano, las pugnas que alejaron a los liberales de la revolución y las presiones de los EEUU, con las amenazas y apoyo efectivo a invasiones, generaron que hubiera una falta de cuadros para dirigir esos distintos procesos de transformación de los ámbitos de la sociedad, por lo que, incluso, ante la carencia de técnicos se acogió a técnicos latinoamericanos, especialmente chilenos. Es más, cuando la orientación comunista de la revolución ya empezaba a acentuarse, es bastante claro el sentido de la anécdota que cuenta Thomas cuando el Che Guevara convoca a uno de los últimos empresarios que no había sido afectados por las reformas y/o expropiaciones y lo invita a dirigir la actividad industrial de Cuba.
 

3.   Influencia de estos procesos en América Latina

En cuanto a la influencia de estos procesos, creo que ambos dejaron huellas y abrieron un rumbo para los distintos países de América Latina. Así, por ejemplo, en el caso de la Revolución Mexicana un primer nivel de influencia fue el de su posición de neutralidad; esto marcó un hito para el continente, pues la influencia de EEUU era y es muy evidente, lo que deja en cuestión nuestra soberanía. Otro punto de importante influencia es el de la construcción de la nación mexicana, con un carácter fuertemente nacionalista y de revaloración de la herencia prehispánica (en el México revolucionario surge el movimiento indigenista que tuvo tanta fuerza en nuestra región, especialmente en países como el Perú, Bolivia y Ecuador. Ahora bien, el indigenismo no equivale a indígena; quizá ello explica que hoy se hayan vuelto a levantar, reivindicando la figura de Emiliano Zapata, demandas de las poblaciones indígenas de México.

En el caso de la revolución cubana, creo que su influencia se siente, en la práctica, más hoy en día que en los años que describe Thomas. Una influencia inmediata fue el surgimiento de grupos que plantearon como alternativa revolucionaria la guerra de guerrillas; Thomas afirma que Castro habría dicho en algún momento que debería prender en la Cordillera de los Andes la misma llama que encendió la Sierra Maestra. Esta irradiación llevó al propio Che Guevara que murió asesinado en Bolivia. Su influencia inmediata también fue de generar una solidaridad hacia Cuba que, en los debates de la ONU, no ha cesado hasta hoy. Sin embargo, Cuba fue expulsada de la OEA, pero creo que la Latinoamérica de hoy está tratando de construir un camino más libre e independiente, llegando incluso a haber afirmado en la última reunión de la OEA que esta habría sido la última sin Cuba.

domingo, 14 de octubre de 2012

Información reciente sobre la denominada "Crisis de los misiles"

La BBC publica hoy un interesante reportaje que arroja nueva información sobre ese hecho histórico conocido como la Crisis de los Misiles. Lo transcribo a continuación.


La Crisis de los Misiles duró más de lo que se cree
"La crisis de los misiles cubana no terminó el 28 de octubre de 1962, Cuba se iba a convertir en una potencia nuclear, justo en las narices de Estados Unidos y a 140 kilómetros de Florida".

La que habla es Svetlana Savranskaya, directora de operaciones rusas del National Security Archive, una institución no gubernamental de Estados Unidos.
Savranskaya revela en entrevista exclusiva con la BBC que existió una segunda y secreta Crisis de los misiles, como se le conoce en EE.UU., o de Octubre o del Caribe, como se le dice en Cuba y Rusia, respectivamente.

El conflicto entre Washington, Moscú y La Habana se desató el 14 de octubre de 1962, cuando EE.UU. descubrió que la Unión Soviética tenía bases de misiles nucleares en Cuba.
A la crisis de los misiles se la suele considerar como el momento de máximo peligro del siglo XX, pero en su 50º aniversario la BBC accedió a nueva información que pinta un cuadro aún más peligroso de cómo se desarrolló la crisis.

El mundo respiró aliviado cuando el presidente soviético acordó retirar sus 42 misiles nucleares de sus bases en Cuba. A cambio, su par estadounidense prometió no invadir la isla.
Documentos que serán publicados el 17 de octubre revelan que, lejos de poner fin a la crisis con el acuerdo alcanzado por John Fiztgerald Kennedy y Nikita Krushev, a finales de octubre hubo una segunda crisis.

Los papeles forman parte del archivo personal de Anastas Mikoyan, número dos del Kremlin durante la crisis y enviado a Cuba.
Castro está "muy molesto"

Aunque Kennedy insistió en un estricto monitoreo de las posiciones de los misiles, en un fallo de inteligencia, comandantes estadounidenses no advirtieron la presencia de más de 100 armas nucleares tácticas.
Mientras tanto, Fidel Castro, excluido de las negociaciones entre las superpotencias, comenzó a dejar de cooperar con Moscú.

"Castro está muy molesto con la traición soviética, los cubanos se sentían traicionados porque para ellos el gobierno soviético hacía una concesión tras otra a los estadounidenses, sin consultar a su aliado cubano, un sentimiento compartido por los militares soviéticos en la isla", dice Savranskaya.
"Castro creía en primer lugar en la dignidad, y su obsesión con el orgullo y la dignidad de la Cuba revolucionaria condujo su conducta a lo largo de la crisis", agrega Philip Brenner, profesor de relaciones internacionales e historia, quien ha escrito varios libros sobre la relación entre Estados Unidos y Cuba.

Krushev, temeroso de perder el control y de que su aliado cada vez menos confiable pudiera obstaculizar el acuerdo, inmediatamente envió a La Habana a su camarada de más confianza, su viceprimer ministro Anastas Mikoyan.
El pedido llegó en un momento complicado: la esposa de Mikoyan estaba gravemente enferma, pero él "sintió que era su deber ir y se dio cuenta del peligro que representaba que Castro tuviera el orgullo herido", señala Brenner.

A su llegada a La Habana, Mikoyan se enteró de la muerte de su esposa y Castro, que todavía estaba furioso y había rechazado recibir al enviado, cedió tras enterarse del fallecimiento.
El enviado encontró a Castro nervioso y conspirativo, convencido que Moscú había perdido interés en defender la isla. Sin embargo, bajo claras instrucciones de Krushev, Mikoyan hizo su oferta: podía quedarse con las armas nucleares tácticas, con la condición de que no se lo dijeran a los estadounidenses.

Las dudas soviéticas
En privado, Mikoyan tenía dudas sobre dejarle las armas nucleares a Castro.

"Pensaba que con el orgullo cubano y frente al hecho de que los cubanos consideraban la posibilidad de una guerra nuclear de una manera muy diferente a los soviéticos, sería muy peligroso e incluso irresponsable dejar las armas en manos cubanas, pero sus manos estaban atadas: ese fue el acuerdo", señala Savranskaya.
Durante noviembre, Castro se volvió cada vez más beligerante hacia Washington y Moscú: se oponía a los vuelos de vigilancia estadounidense que vigilaban el retiro soviético y, desesperado por marcar su postura ante lo que considera una provocación, decidió que el ejército cubano tendría órdenes de disparar a las aeronaves.

Savranskaya asegura que Castro lo hizo sin consultar a los soviéticos, lo que "sorprendió" a los líderes porque constituía "claramente un paso hacia la escalada de la crisis".
Una serie de cartas entre Kennedy, Krushev y Castro arroja luz sobre sobre la tensa situación diplomática. "Las cartas Armagedón" revelan que mientras Mikoyan estaba en La Habana, el presidente estadounidense y el líder soviético llegaron a la conclusión de que el problema tras la crisis no era entre ellos, sino con Fidel Castro.

Aislado en La Habana, Mikoyan se enfrentaba a una decisión que podría tener consecuencias incalculables para el mundo. Y se dio cuenta que, una vez más, el tiempo se estaba agotando.
Luego de que Castro ordenara disparar contra una de las aeronaves estadounidenses, "Mikoyan –dice la directora del National Security Archive– tomó una decisión sin consultar al gobierno central soviético: que las armas nucleares tácticas iban a tener que ser removidas".

Era poco después de mediados de noviembre. Pero los acontecimientos se movían más rápido que lo que el enviado soviético había anticipado.
El 19 de noviembre los cubanos le dieron instrucciones a su representante Carlos Lechuga para que revelara el secreto. En la sede de Naciones Unidas en Nueva York, el embajador cubano estaba a punto de decirle al mundo sobre las armas secretas. Mikoyan inmediatamente se comunicó con Moscú.

Pero desde allí nunca recibió "instrucciones claras" sobre qué hacer con las armas nucleares, explica Savranskaya: "Mikoyan estaba esperando instrucciones, pero tenía que reunirse con Castro en la noche del 22 de noviembre de 1962 y sabía que esta conversación sería sobre las armas y sobre el destino del acuerdo militar entre la Unión Soviética y Cuba".
"En mi opinión –agrega– la transcripción palabra por palabra de esta conversación a la medianoche entre Castro y Mikoyan probablemente sea el documento más fascinante de toda la crisis de los misiles".

"¿Nos las podemos quedar?"
Ésta es la primera vez que se conocen detalles de esa reunión.

"Castro –dice Savranskaya– anticipa que los soviéticos están a punto de hacer otra concesión a Estados Unidos y le pregunta a Mikoyan: '¿Qué pasa con las armas nucleares tácticas? ¿Nos las podemos quedar?'. 'No, no se las pueden quedar', dice Mikoyan. Castro señala que en el intercambio de cartas entre Kennedy y Krushev no se mencionaban las armas nucleares tácticas, por lo que 'los estadounidenses no tienen idea de que están acá, así que ustedes no tienen que sacarlas, las podemos esconder en nuestras cuevas'. Mikoyan luego dice: 'Vamos a retirar estas armas no porque los estadounidenses lo hayan demandado, sino porque nosotros decidimos retirar estas armas'. Y luego, interesantemente, le dice a Castro una mentira: 'Tenemos una ley secreta no publicada que nos prohíbe transferir armas nucleares a un tercer país'. No había tal ley en la Unión Soviética, pero le dice a Castro: 'Tenemos esta ley'".
 
"Durante el resto de la reunión, –prosigue Savranskaya– Castro vuelve una y otra vez a la misma cuestión, el líder cubano básicamente le ruega a Mikoyan mantener lo que él ve como el último medio de defenderse de Estados Unidos, y falla. Incluso sugiere que la 'ley' debe ser derogada, pero Mikoyan no cede, y dice que todas las armas nucleares deben salir de Cuba. Con esa conversación, se resolvió la crisis, las armas nucleares fueron cargadas en barcos soviéticos y retiradas en diciembre de 1962".

Los cubanos quedaron "dolidos" por las acciones de los soviéticos y hasta finales de la década de los sesenta permanecieron "resentidos" por haber sido puestos en una posición en la que "básicamente no tenían otra opción más que ceder a los deseos de Krushev", considera Brenner.

Para Savranskaya, los soviéticos y los estadounidenses no trataban a Cuba como un "actor", para ellos era un "pequeño peón", pero luego "se dieron cuenta de lo cerca que Castro había estado de hacer la crisis mucho, mucho peor".
Tanto Krushev como Kennedy comprendieron lo cerca que se estuvo de una catástrofe. En diciembre de 1962, el líder soviético le escribió a JFK para sugerirle que trabajaran en aras de la eliminación de las armas nucleares en el mundo para el esperado segundo mandato del estadounidense.

Pero eso nunca se dio. Kennedy fue asesinado 11 meses después y Krushev fue obligado a retirarse en 1964.

domingo, 23 de septiembre de 2012

LA OLIGARQUÍA: LOS CASOS DEL PERÚ Y ARGENTINA

Este breve artículo fue elaborado en el desarrollo del curso denominado "Procesos Políticos en el Perú y América Latina siglo XX", dictado por el profesor Piero Corvetto, actualmente en proceso.
 

Concepto como proceso

La oligarquía es una categoría política que da cuenta de una forma de ejercer dominación, cuya base es angosta, y se caracteriza por una naturaleza fundamentalmente excluyente de los grupos mayoritarios; cuando se “incluye” a esos sectores mayoritarios, esta inclusión implica un rol totalmente pasivo de estos y, por tanto, de absoluta inocuidad en el ejercicio del poder. Se trata, entonces, del ejercicio de una forma de dominación por parte de grupos sociales pequeños o clases sociales, pero que cuentan con poder económico, social y político. Es importante destacar que no se puede confundir oligarquía con una clase social; es decir, la oligarquía no es una clase social. Es el ejercicio del poder político por parte de grupos reducidos y con la característica de que excluye a las grandes mayorías.

Cuando se habla de “oligarquía” nos encontramos, según Ansaldi, frente a un concepto polisémico, pero unívoco. Esto es muy importante y acertado.
 
Los criterios de pertenencia que inspiran el ser oligárquico son de diversa índole, pudiendo partir del linaje, lazos familiares, clase social, etnia. Lo que sí es un rasgo común es que se trata de grupos reducidos que excluyen a las grandes mayorías: base social angosta.

El hecho de que se trate de una forma de dominación a partir de grupos reducidos tiene un efecto bastante llamativo y hasta paradójico, pues implica que se acumulan importantes cuotas de poder en esos grupos reducidos, pero las posibilidades de ejercicio efectivo de ese poder se ven seriamente limitadas en el alcance espacial del mismo; por ello que la oligarquía implica un ejercicio de la dominación sobre la base de criterios de centralización, por un lado, pero también de descentralización, por el otro lado. Esta relación entre “centralización” y “descentralización” es un proceso dinámico y diferenciado. Un elemento importante para analizar la oligarquía es el de la propiedad de la tierra; el eje de la oligarquía era la “hacienda”. La propiedad de la tierra estaba acumulada en pocas manos y esta era la base material que sustentaba el ejercicio del poder político, social y económico a partir de grupos reducidos.

En el caso de la oligarquía, en tanto forma de ejercicio del poder, podemos hablar de un Estado oligárquico, el mismo que no tiene contradicción con otras formas de ejercicio del poder, como puede ser el “Estado burgués” o “Estado capitalista” (el ejercicio de la dominación oligárquica puede darse por grupos o clases como pueden ser la burguesía, los terratenientes, etc). En todo caso, su versión contraria sería la del Estado democrático. Por tanto, si nos planteamos la necesaria identificación de conceptos antagónicos deberíamos hablar de “oligarquía”, por un lado, y “democracia”, por el otro.

La oligarquía asume que el Estado le pertenece, es una extensión de lo suyo; por ello, una característica también presente es que se establecen criterios propios a esa forma de dominación  para acceder a los puestos en la burocracia (vínculos familiares, sociales). En este caso, tenemos que a medida que se iba generando una demanda de cuadros más capacitados o con una formación específica para cubrir plazas en el Estado, se requería de ciertos perfiles o profesionales. Esta podría ser una pequeña rendija a través de la cual se fueron incorporando algunos elementos ajenos a los grupos oligárquicos en los aparatos a través de los cuales se ejercía esa dominación.

La oligarquía asume que el Estado es su espacio privado también y, por tanto, tiene una visión patrimonialista de él. Por tanto, no hay una gran diferencia entre los espacios público y privado. Es más, los espacios en los que se desarrolla la vida social y política son la familia, los clubes sociales y los partidos políticos; en buena cuenta, la génesis de estos espacios la encontramos en los vínculos familiares, a partir de los cuales se extiende otros vínculos de carácter social y político, hasta llegar al Estado en su concepción patrimonialista.

Análisis comparativo de los casos peruano y argentino

Al efectuar un análisis comparativo entre lo que sucedió en el Perú y lo que sucedió en la Argentina, tenemos que hay importantes diferencias, aunque también se puede destacar relevantes semejanzas.
En el caso peruano, la oligarquía podría ser analizada en tres etapas:
  1. De 1885 a 1919 (o 1930) se da una primera etapa en la que la oligarquía ejerce el poder político de manera directa (a través, fundamentalmente, del Partido Civilista) y el poder económico. 
  2. De 1919 (o 1930) a 1968, tiempo durante el cual la oligarquía mantiene el poder económico, pero ejerce el poder político a través de caudillos civiles y/o militares. Al menos en los años del denominado “Oncenio de Leguía”, se dio un fuerte impulso a la industrialización del país, se generó importante infraestructura, se abrió el país a las inversiones extranjera (especialmente las mineras). 
  3.  De 1968 a 1990, tiempo durante el cual se empieza a dar el fenómeno de la extinción de la oligarquía.
Desde mi punto de vista esta clasificación debería ajustarse, pues la “extinción” de la oligarquía no se ha dado, al menos no en plenitud. Un momento clave para esto fue el año 1968, que se señala liquidó ese periodo de nuestra historia al haberse dado la Ley de Reforma Agraria, lo que le quitó sustentó a un grupo fundamental de la oligarquía que eran los terratenientes; en las ciencias sociales (Guillermo Nugent, por ejemplo) se ha sostenido que este proceso liquidó virtualmente a la oligarquía. Dicha afirmación resulta muy interesante y, de hecho, cambió la configuración del mapa político, social y económico en el Perú. Fue un golpe muy importante, pero hoy (a más de 40 años del inicio de ese proceso) ciertos grupos de poder económico actuales, sostienen que con los procesos de privatización de tierras se estaría dando un proceso de sino contrario; es más, a este proceso se lo ha bautizado como “la Contrarreforma”, en clara alusión al proceso instaurado en 1968. Estos grupos han logrado adquirir a precios bastante “atractivos” importantes extensiones de tierra y hoy acumulan grandes espacios; si bien es cierto la forma de relacionamiento con los demás sectores sociales es hoy diferente, esto no niega un proceso que se muestra hoy más evidente: nueva acumulación de la propiedad de la tierra. Por tanto, no me parece estrictamente correcto señalar que la oligarquía se haya extinguido del todo o esté en proceso de extinción, pues parece que estuviéramos en un escenario semejante al de principios del siglo XX, cuando se vivió una fuerte expansión económica, sustentada fundamentalmente en la exportación de materias primas (minerales) y el proceso de apertura a las inversiones extranjeras, principalmente en el ámbito de las industrias extractivas. En todo caso, esto habría que analizarlo con mayor detalle a la luz de hoy.

En el caso argentino, la oligarquía tuvo su apogeo durante el periodo de 1880 a 1919. Durante ese periodo el ejercicio del poder por parte de los grupos que conformaba la oligarquía se dio a través del Partido Autonomista, en el que se encontraban facciones diversas, destacando las alas “tradicionales” y “progresistas”. Un fenómeno central en el caso argentino fue el de las olas de migración europea, fenómeno que tuvo importante impacto en la sociedad argentina y dotó de una importante dinámica económica y social en las zonas del litoral donde se establecieron, principalmente, los migrantes. El migrante tiene una importancia central en el desarrollo del proceso argentino, pues es el sector que le imprimió la mayor dinámica al mismo.

Otro actor importante en este caso es el del Partido denominado como la Unión Cívica, que es el que surge como representante de las clases media; este partido, que también tenía facciones,  se dividió y surge la Unión Cívica Radical.

Luego, también sobre la base de una población fundamentalmente constituida por migrantes europeos, surge el Partido Socialista, el mismo que accede al poder político hacia 1919, marcando un hito en la historia argentina. El movimiento obrero tuvo también esta característica de tener un origen en esa población migrante; tan así, que los primeros movimientos sociales y jornadas de protesta estuvieron iniciadas por obreros alemanes.

En el caso argentino, la oligarquía se asienta en los sectores internos del país y ve en la migración europea una situación de amenaza. Ahora bien, en el caso de Argentina, no se presenta un proceso social tan marcado por componentes como pueden ser los elementos raciales o étnicos, a diferencia de lo que sucede en el Perú.

En el caso peruano, se dio también esta migración europea, especialmente italiana, pero también se promovió desde el Estado una migración desde el Asia. Ahora bien, en el caso de nuestro país, tenemos que sí existió y existe un elemento marcado esencialmente por factores de carácter racial, étnico y cultural. Si bien se ha señalado que la oligarquía excluyó también a esos migrantes europeos, creo que esta “exclusión” fue de carácter menos agresiva, pues estos grupos de inmigrantes pudieron insertarse con mayor facilidad que los sectores mayoritarios conformados por poblaciones mestizas e indígenas a los grupos reducidos que ejercían esta dominación. Así, por ejemplo, los migrantes europeos impulsaron fuertemente ciertas actividades industriales, incluso en el sur andino peruano, donde generaron un fuerte impacto en las economías locales desde finales del siglo XIX (en el Cusco, por ejemplo, son famosas las industrias textiles fundadas por migrantes italianos); el proceso por el cual se insertaron en los grupos de poder fue, entonces, bastante menos costoso. Es más, como aparece en la última edición de la revista Caretas, los migrantes italianos pudieron incluso formar grupos orientados en la ideología fascista liderada por Benito Mussolini, cuyo concepto ideológico tendría o podría tener similitudes con el poder oligárquico, en la medida que su ejercicio está en pocas manos, aunque con el concurso pasivo de las “mayorías”.

Impacto de la oligarquía en América Latina: un análisis del presente

El fenómeno del Estado oligárquico en América Latina ha marcado un periodo importante de la historia regional y ha tenido mucha importancia en el desarrollo de nuestros procesos históricos; ¿qué tan acertado es señalar que ese periodo ya se agotó en la región o, por lo menos, en el Perú? Incluso hoy en países como Colombia, Venezuela, Ecuador, se sigue sosteniendo que la oligarquía o las oligarquías están vigentes. Hay que traer a colación que las cifras nos indican que este subcontinente es la región con mayores niveles de desigualdad del mundo. Entonces, esa es una muestra de que aun nos encontramos frente a realidades en las que grupos reducidos tienen elevadísimas cuotas de poder económico, político y social, frente a las grandes mayorías que son simples espectadores y hasta víctimas de ese poder.

La violencia política en el Perú se desarrolló bajo la premisa de que el Perú post reforma agraria era el mismo al que antecedió  a ese proceso. Sin embargo, los procesos históricos vividos desde incluso antes de 1968, como los procesos migratorios hacia Lima y las ciudades, cambiaron el rostro del Perú de manera evidente. Éramos un país primordialmente rural; hoy, somos un país fundamentalmente urbano. A pesar de ello, los niveles de exclusión son muy marcados y nuevamente se puede apreciar que el poder económico, político y social se encuentra en pocas manos y son excluidas las grandes mayorías. Es más, si bien es cierto que en el caso peruano han ganado las elecciones opciones que prometían el cambio, se han producido complejos procesos por los que, finalmente, gobiernos “elegidos por la izquierda” han “gobernado por la derecha”. Se vive un proceso de acumulación de tierras para la agroexportación y, como a principios del siglo XX, nos encontramos en un momento marcado por la consolidación de la inversión extranjera, especialmente en sectores de actividades económicas extractivas y por tanto destinadas a la exportación de materias primas.

En nuestros países vecinos se vienen dando procesos también interesantes y que, de algún modo, muestran aun el impacto del poder oligárquico. El caso de Colombia me parece muy interesante, cuando asistimos al inicio de las conversaciones entre el Gobierno (acusado de representar a las oligarquías de ese país) y la guerrilla más antigua del continente (acusada de ser un cartel de la droga); dicho conflicto parece haber llegado a un punto muerto en el que se hace más evidente la necesidad de un proceso de paz negociado, pues la democratización del país habría tenido importantes avances en cuanto a derechos individuales, con lo que se reducen aspectos de exclusión o, por el contrario, se avanza en políticas inclusivas, pero por otro lado se mantienen privilegios para unos pocos que se muestran de manera muy marcada en las zonas rurales de ese país.

En el caso de Bolivia tenemos que llegó al poder político el primer presidente indígena, lo cual marca un hito sin lugar a dudas importante, por el empoderamiento de las poblaciones excluidas. Sin embargo, no dejan de mostrarse serias contradicciones en el interior del movimiento que respaldó a ese presidente. Es cierto que se trata de un fenómeno muy marcado, que seguramente ha tenido importantes logros en la democratización de la sociedad y de las relaciones entre los diferentes grupos sociales, especialmente en la relación entre los diferentes grupos étnicos que constituyen la sociedad boliviana, pero es claro también que se encuentran latentes importantes sectores con cuotas de poder económico y social, que empujan en un sentido más bien excluyente y que busca “recuperar” los privilegios “perdidos”.

Me parece claro que el impacto de las oligarquías en nuestro continente, aun hoy en pleno siglo XXI, marca una huella que se muestra de manera clara en nuestras sociedades. Por tanto, no estaría tan seguro, como Ansaldi parafraseando a García Marquez, de si estos grupos tienen o no una segunda oportunidad sobre la tierra.

miércoles, 9 de mayo de 2012

"Camino de servidumbre" de Friedrich A. Hayek



Voy a reseñar y hasta comentar el capítulo 1 (El camino abandonado) del libro de Friedrich Hayek, Camino de servidumbre (Ciencia política Alianza Editorial, 20079. Desde el epígrafe que nos presenta, el autor plantea que, en realidad, no se trata que el liberalismo haya fracasado, sino que se abandonó y, por tanto, corresponde retomar ese camino. Así, nos plantea como epígrafe una cita de F.D. Roosevelt: "Un programa cuya tesis fundamental no estriba en que el sistema de la libre empresa, orientada hacia el beneficio, haya fracasado en esta generación, sino en que no ha sido todavía intentado".

Hayek plantea como premisa que respecto a los "males" de la civilización (que en lugar de libertad y progreso, tengamos esclavitud y miseria) no aceptamos nuestra responsabilidad y buscamos culpables fuera de nosotros mismos. Y, además, creemos que lo que se ha vivido hasta hace poco era el principio del laissez faire, surgido en el siglo XIX, cuando en realidad un "mundo liberal" se habría vivido solamente hasta los años anteriores a la primera guerra mundial.

Y en esa línea, lo que señala es que la civilización europea se ha ido alejando de los ideales liberales y de ese modo se ha orientado hacia el "horror totalitario". Específicamente lo que se habría abandonado es la "libertad en materia económica, sin la cual jamás existió en el pasado libertad personal ni política". Es más, cita a Mr. Hilaire Belloch quien afirmaba que "el efecto de la doctrina socialista sobre la sociedad capitalista consiste en producir una tercera cosa diferente de cualquiera de sus dos progenitores: el Estado de siervos".

Precisa, entonces, que lo que se ha abandonado es el individualismo que, incluso, se asocian despectivamente con el egotismo y el egoísmo. Sin embargo, recuerda que el individualismo viene desde la antigüedad clásica, pasando por el Renacimiento hasta llegar a la civilización occidental europea y tiene como rasgos esenciales los siguientes:

  1. Respeto por el hombre individual qua hombre: reconocimiento de sus propias opiniones y gustos como supremos en su propia esfera.
  2. Creencia en que es deseable que los hombres puedan desarrollar sus propias dotes e inclinaciones individuales.


La forja del "individuo" es en mucho producto del desarrollo del comercio, pues "el desarrollo general de la sociedad se dirige a libertar al individuo de los lazos que le forzaban a seguir las vías de la costumbre o del precepto en la prosecución de sus actividades ordinarias. El reconocimiento consciente de que los esfuerzos espontáneos y no sometidos a control de los individuos fueran capaces de producir un orden complejo de actividades económicas sólo pudo surgir cuando aquel desarrollo hubo logrado cierto progreso. La posterior elaboración de unos argumentos consecuentes en favor de la libertad económica ha sido el resultado de un libre desarrollo de la actividad económica que fue el subproducto espontáneo e imprevisto de la libertad política" (pp. 44-45). Un punto que me llama la atención es cuál es la relación para Hayek entre la libertad económica y la libertad política; líneas arriba, parecería ser que la fuente primera es la libertad económica, sin la cual la libertad política no puede darse; sin embargo, en la última cita, la relación parece ser la contraria, pues la libertad económica sería un "subproducto" de la política.

El producto que maravilla a Hayek del despliegue del individualismo es el "desarrollo de la ciencia", a tal punto que destaca que esos progresos durante los últimos ciento cincuenta años "han cambiado la faz del mundo" (p. 45). Durante el siglo XIX el individualismo aportó la conciencia de la libertad en todas las clases. Asimismo, Hayek destaca que el triunfo de esos ideales tiene como efecto más trascendente "el nuevo sentimiento de poder sobre el propio destino, la creencia en las ilimitadas posibilidades de mejorar la propia suerte, que los triunfos alcanzados crearon entre los hombres" (p. 46). Y el hombre creció en ambición, las promesas de ayer no le parecen suficiente hoy. Por eso, "No hay nada en los principios básicos del liberalismo que hagan de éste un credo estacionario; no hay reglas absolutas establecidas de una vez para siempre. El principio fundamental, según el cual en la ordenación de nuestros asuntos debemos hacer todo el uso posible de las fuerzas espontáneas de la sociedad y recurrir lo menos que se pueda a la coerción, permite una infinita variedad de aplicaciones" (p. 47).

Por esas consideraciones, Hayek cuestiona la rigidez del pensamiento de ciertos liberales que han insistido en "toscas reglas rutinarias" como el laissez faire o la libertad industrial, que, en todo caso, eran solamente "un comienzo" y que quedaba mucho terreno para el trabajo intelectual, "tales como el manejo del sistema monetario, la evitación o el control del monopolio y aun otras muchísimas más [...], las cuales proporcionaban, sin duda, a los gobiernos enormes poderes para el bien y para el mal; y era muy razonable esperar que con un mejor conocimiento de los problemas hubiéramos sido capaces algún día de usar con buen éxito estos poderes" (p. 48).

Por otro lado, el éxito del liberalismo en la sociedad llevó a que los resultados positivos se considerasen como dados y no como resultados de esa política liberal, razón por la que el individuo se hizo más exigente y menos concesivo. Por ello, señala que "el éxito real del liberalismo fue la causa de su decadencia" (p. 49).

Finalmente, Hayek cuestiona que "Hemos acometido, efectivamente, la eliminación de las fuerzas que producen resultados imprevistos y la sustitución del mecanismo impersonal y anónimo del mercado por una dirección colectiva y 'consciente' de todas las fuerzas sociales hacia metas deliberadamente elegidos" [sic].

En este texto, encuentro un elemento fundamental para el ser humano: su reconocimiento como individuo con derechos, uno de los cuales es el de la libertad. El desarrollo de este individuo, el indivualismo resulta un motor poderoso para el desarrollo, como indica Hayek y esa dimensión (la individual) hay que defenderla de todas las formas u organizaciones que la amenazan. Sin embargo, en este punto, creo que Hayek tiene una visión muy sesgada, pues apunta sus baterías hacia el "socialismo" y hacia el "estatismo", en tanto forma de intervencionismo controlador de las "fuerzas "espontáneas", pero confunde (y la reduce) la "libertad individual" con la "libertad de empresa"; creo que ya Weber advirtió de las amenazas contra el individuo de las diferentes formas de asociación, entre ellas las empresariales. Por tanto, la dimensión mayor de la libertad es la libertad del individuo, que puede ser amenazada por las grandes corporaciones empresariales también, que reducirán el liberalismo a esa expresión menor de la libertad que es la libertad de empresa. Y hoy podemos ver cómo la libertad económica, en lo fundamental, la gozan como derecho efectivo las grandes corporaciones y los sectores ayacentes a ellas; pero el individuo, como tal, está al margen, pues esas corporaciones se han constituido en monopolios u oligopolios que no permiten una efectiva competencia. Y el poder político se ha subordinado al poder económico de esas corporaciones; en buena cuenta, esos "poderes fácticos" podrían entenderse como el resultado de la corporativización del indivudalismo inicial..

Por último, este razonamiento de Hayek respecto a que el "liberalismo" no se habría intentado aun y, por tanto, no sería este el que habría fracasado, sino el monstruoso "Estado de siervos" (resultado del capitalismo invadido por la doctrina socialista), me recuerda mucho la justificación de los totalitarismos de izquierda con el concepto de "socialismo realmente existente".

En todo caso, lo que me parece fundamental rescatar de la concepción de Hayek es que destaque la relevancia del individuo y el individualismo.

sábado, 28 de abril de 2012

Reactivación del blog

He abandonado ciertamente el blog, en lo fundamental por la falta de metodología y disciplina. Pero creo que estoy en el momento ideal para reiniciar las publicaciones y, ahora sí, con mayor rigurosidad. Y es que he iniciado, con tropiezos, estudios en la Maestría en Ciencia Política en la Universidad Católica del Perú.

La necesidad de estudiar me exige, en este caso, efectuar lecturas que, al mismo tiempo, sería muy importante reseñalar aquí. Por tanto, el pretexto es perfecto y, en este caso, la vida, aparentemente, me da una nueva oportunidad de no abandonar un proyecto que es muy importante para mí, que es, justamente, el poder manifestar mi opinión, mis sentimientos, mis esperanzas, mis expectativas. E intentar, por otro lado, desarrollar una actividad académica de acuerdo a mis posibilidades.

miércoles, 28 de marzo de 2012

El aeropuerto de Chinchero divide al Cusco

Replico aquí un post de Yuri Boluarte quien, a su vez, transcribe un artículo de un amigo suyo, músico y activista de derechos humanos. Me parece un artículo muy intersante, más allá de que genere en mí algunas discrepancias por el cuestionamiento de quienes apostamos más bien por la construcción del Aeropuerto de Chincero.

Sin embargo, creo que hay que tener muy en cuenta también lo que, justamente en un artículo publicado hoy, nos dice Antonio Zapata: "Al finalizar la discusión de esta norma [la Ley de Consulta Previa] se ha producido la ruptura entre dos organizaciones gremiales altamente representativas de las izquierdas. Se trata de la CCP y AIDESEP, cada una conduciendo una coalición de grupos menores. La CCP, Confederación Campesina del Perú, es una veterana organización gremial, fundada en 1947, que agrupa sobre todo al campesinado comunero serrano. Por su parte, AIDESEP es una entidad mucho más joven, fundada en 1984 y expresa a los grupos étnicos de la Amazonía. Ambas entidades arrastran problemas al interior de su organización y no atraviesan un buen momento". Y es que "la división se explica por su distinto posicionamiento frente al Estado nacional. Mientras que la CCP representa a un sector que se interpreta como una clase social –el campesinado– que integra la nación, AIDESEP postula una reorganización constitucional del país, creando un Estado multinacional, donde ellos representarían a las minorías étnicas amazónicas. Las orientaciones son distintas, porque unos pretenden lograr su sitio dentro del Estado nacional, incluyéndose con derechos, mientras que los otros buscan un espacio propio en un Estado no unitario, sino multinacional".

Esta situación descrita por Zapata no es considerada por Millones y creo que es muy importante, central en el debate.

Sin perjuicio de ello, creo que el punto de vista de Millones es muy importante. Lo transcribo a continuación:


Tú no eres cusqueño.... (un artículo de Jorge Millones)

Hace unos días la Congresista de la República Verónika Mendoza junto con la Asociación APORVIDHA – valga la redundancia – y mi amigo y hermano Jorge Millones fueron acusados por un no reducido sector de la prensa cusqueña de estar en contra del desarrollo de esta parte del Perú. Todo a raíz de la defensa que Verónika Mendoza, en su calidad de legisladora, hizo de la Ley de Consulta Previa a efectos del proyecto de construcción del Aeropuerto Internacional de Cusco, a ser ejecutado en el distrito urubambino de Chinchero.

Soy cusqueño y se cómo se maneja la gran mayoría de la prensa de mi ciudad, por eso creo que son injustas, desproporcionadas y malintencionadas (cuando no difamatorias), las calificaciones de las que han sido víctimas tanto Verónika como Jorge, de APORVIDHA se poco, aunque estoy informado de la labor que han desarrollado en la zona de Chinchero.

Coincido en casi todos los aspectos que señala Jorge en el artículo que a continuación transcribiré, pero – independientemente de las discrepancias con algunas mínimas cuestiones – creo que tiene el absoluto derecho de decir lo que piensa ante tan arteros ataques y vaya que lo hace con claridad y sustento (esto último es algo que deberían aprender algunos…).

También considero que por las características del texto, Jorge no tendrá mucha – por no decir ninguna – oportunidad que algún diario local lo pueda publicar, pero en la actualidad gracias al desarrollo en las comunicaciones (hay partes del desarrollo que no son del todo negativas, es más, son positivas), es posible hacer uso de elementos como este Blog, y poder conocer la opinión de alguien que con su conducta personal y consecuente militancia por la vida, se ha ganado en respeto de más de un cusqueño y peruano. La mejor forma de decir es hacer.

Aquí va….

“TÚ NO ERES CUSQUEÑO” (Por Jorge Millones).

A propósito del nuevo aeropuerto de Chinchero y la envidia desarrollista.

Que el Cusco necesita reubicar su aeropuerto es verdad, sobre todo para los ciudadanos que viven cerca del viejo aeropuerto Velasco Astete y soportan desde hace años, no sólo los ruidos molestos de los aviones y sus interferencias, sino la posibilidad de que pudiera ocurrir una desgracia cerca de sus casas. También es verdad, que un aeropuerto internacional sería beneficioso para la economía cusqueña, especialmente, para la cadena económica que empieza con los grandes hoteles transnacionales, pasa por un sector de negocios locales y termina con los guías turísticos. Aún se espera el “chorreo económico” para la mesa de los demás cusqueños no vinculados al turismo.

El proyecto de construir un aeropuerto internacional en los territorios de las comunidades de Chinchero se ha convertido en un emblema político para algunos, en una bandera de lucha para otros, y también –¡cuándo no!- en una oportunidad para hacer turbios negocios con los de siempre. Cuando hay tanto dinero de por medio, es natural que las cosas se enrarezcan y salten intereses de todo tipo.

Enemigos íntimos.

La gestión del Presidente Regional del Cusco Jorge Acurio, tiene en la construcción del aeropuerto internacional de Chinchero una oportunidad política inmejorable, ya que con solamente el inicio de la construcción de este proyecto podría dejar atrás las múltiples críticas y denuncias a su gobierno. Pero también tiene otro reto por resolver, y es el proyecto de Majes-Sihuas II, que como sabemos, no sólo es perjudicial para el lado cusqueño, sino también, para la pequeña agricultura del lado arequipeño.

El caso de Majes-Sihuas II, ha logrado aglutinar a la gran mayoría en el Cusco y se oponen rotundamente a este proyecto, es más, se ha convertido en un tema de identidad local exacerbado por la vieja rivalidad con Arequipa, y aquí la Ley de Consulta Previa juega un papel importantísimo para los intereses del lado cusqueño. Pero en el tema del aeropuerto las cosas se han puesto difíciles, pues la Ley de Consulta Previa podría demorar, entorpecer y hasta abortar la construcción del esperado aeropuerto. Ante esa posibilidad, se han crispado una serie de “personajes” de la política cusqueña con reverberaciones mediáticas, revelando además una cadena de penosas fracturas sociales y atavismos coloniales irresueltos que trataremos más adelante.

Hace pocas semanas se supo que un operador político de Jorge Acurio fue echado de Chinchero por los propios comuneros por intentar sobornarlos o torcer de mala manera sus decisiones. El escándalo tiene nombre propio, pero extrañamente no mereció mayor investigación de los medios locales. Pero más importante aquí es señalar que en este proyecto hay muchos intereses particulares en juego que exceden al propio Acurio, y sería muy interesante que se revelen a través de una investigación periodística seria. Estamos esperando.

Sin embargo, antes de investigar a los verdaderos “lobbies”, lo que ha escupido alguna prensa son acusaciones señalando infundadamente que los “enemigos del Cusco” hacen “oscuros lobbies” para entorpecer la construcción del aeropuerto, acusándolos de ser cómplices del “centralismo limeño”. (ver la edición del Diario del Cusco, viernes 23 de marzo de 2009)). Sí, existe un complot contra el Cusco, pero los están haciendo los fanáticos del neoliberalismo local.

Sabiendo que el aeropuerto de Chinchero es un tema sensible y una vieja reivindicación ciudadana, ésta “prensa” lo utiliza en una campaña negra contra los que, ni siquiera se oponen al aeropuerto, sino, ¡exigen que se haga bien y se respete el derecho de las comunidades! Aquí, los objetivos de esta guerra sucia han sido la Congresista Verónika Mendoza y la Asociación por la Vida y la Dignidad Humana (APORVIDHA). La Congresista Mendoza por su visible apoyo a las comunidades bajo el enfoque de la Ley de Consulta Previa y APORVIDHA por asesorar legalmente a las comunidades e interponer una acción de amparo.

Ojalá me equivoque, pero creo que lo más probable es que el nuevo aeropuerto tenga luz verde y pasen –para variar- por encima de las comunidades, porque están sometidas a tal presión, que agotadas de esta situación, terminarán negociando, y entonces la ley de Consulta Previa, en la práctica, será un saludo a la bandera y se generará un tremendo conflicto social. Pero si esto pasara ¿podrían los cusqueños invocar la misma ley para el caso de Majes-Sihuas II? No, hacerlo sería una descomunal incongruencia con consecuencias jurídico-legales. Vaya encrucijada para el Gobierno Regional.

¡Ay, cómo duele el Desarrollo!

Sin embargo, lo que llama poderosamente la atención, es que con este problema hayan aflorado en la sociedad cusqueña una serie de rezagos coloniales de tinte racista que subyacen a la ideología del Desarrollo. Y debo decir además, que coexisten tres elementos ideológicos transversales en el sentido común cusqueño:

1. El racismo, que se expresa en la invisibilización de las poblaciones indígenas, cuando no en su desprecio directo. Gracias a este factor, muchas comunidades son despojadas sin que nadie diga nada.

2. Un fanatismo neoliberal que pregona que los inversionistas son el principal actor social y la “mano invisible del mercado” resolverá todos los problemas de un modo mágico, aborreciendo todo control Estatal y peor aún, social. Gracias a este factor, la corrupción campea en casi todas las licitaciones y los empresarios, los técnicos y los políticos, mantienen una oscura alianza llenando sus bolsillos.

3. Un dogmatismo desarrollista que asume que el destino ineluctable del Cusco es desarrollarse a la manera de Lima y las grandes capitales del mundo. Gracias a este factor la población anhela más neoliberalismo completando el círculo vicioso.

La ideología del Desarrollo (incluso la sostenible) es profundamente dañina y nada intercultural. Es centralista e inevitablemente anti ambiental, porque la imagen de bienestar que promete y proyecta a los ciudadanos, es al estilo de vida de los ricos del norte, estilo de vida que es imposible de generalizarse a todos, por sus altos e irreversibles costos ambientales. Finalmente, la ideología del Desarrollo, no ha previsto la responsabilidad ética que tenemos con el futuro de nuestros hijos y de las demás especies del planeta, en ese sentido, es profundamente inmoral.

Pero analicemos algunas frases del sentido común: Al decir que: “la consulta previa entorpece el desarrollo del Cusco”, lo que vergonzosamente está emanando, es un profundo racismo y desprecio hacia los comuneros, es exactamente el mismo argumento que utilizó Alan García antes y después de los terribles sucesos de Bagua en el 2009. Cuando se dice: “deben pensar en los intereses del Cusco…” refiriéndose al aeropuerto, en realidad están pensando en sus propios intereses, porque en este modelo de Desarrollo, los intereses culturales, agrícolas y ancestrales de las comunidades no encajan, porque para la ideología “desarrollista” los comuneros no tienen territorios, sino “terrenos”, y un “terreno”, es un objeto que se puede comprar y vender, es un “bien” económico, una mercancía. No hay nada sagrado en una mercancía, se compra y se vende.

En cambio, el concepto de territorio, es mucho más complejo, comporta una cosmovisión, una historia ligada íntimamente a la Tierra, un conjunto de lazos culturales y sagrados que le dan significado a la existencia de cada comunero. Cuando esos lazos se rompen –de hecho el neoliberalismo ha promovido intensamente la ruptura de estos lazos- se rompe toda la lógica comunitaria, se pierden un conjunto de relaciones sociales, culturales e históricas. Por eso, es absolutamente irresponsable y de una supina ignorancia, decir que “el problema” se resuelve con “un estudio técnico, una tasación, un justiprecio, y finalmente, la compra de los terrenos a las comunidades”. Es claro, lo que en realidad están querido decir es: “¡Vende pues indio tus terrenos para construir nuestro aeropuerto!

En el Perú y en el Cusco, la Modernidad (y su versión radical: la globalización) han sido entendidas a la manera fujimorista: “cemento, fierro y obras”, y esto es así porque en esa oscura dinámica de concesiones y licitaciones, en esos huecos de descontrol social que ha dejado el tecnocratismo neoliberal, es donde más opera, gana y crece la corrupción. De allí la odiosa y resignada frase: “no importa que robe, pero que haga obras”, pero ¿y dónde quedan el respeto intercultural, los valores democráticos, la igualdad ante la ley, en buena cuenta, el concepto moderno de ciudadanía? El espíritu moderno reposa sobre el concepto de Ciudadanía y el reconocimiento de derechos para todas y todos sin distinción, pero el desarrollismo cusqueño ha excluido de esto a las comunidades. Este es pues el modelo de un “Cusco Desarrollado”, fierro, cemento y consumo, y una vida espiritual arrinconada en el turismo.

Es por ello, que existen las luchas populares (eufemísticamente llamadas “conflictos sociales”), es por eso que dispositivos como la Consulta Previa son necesarios para frenar el poder de los poderosos y hacer visibles a los que siempre fueron invisibilizados y ninguneados por una sociedad racista y conservadora. La ley de Consulta Previa podría ser en verdad una fisura dentro del muro neoliberal, y aunque fue promulgada por Ollanta Humala, dudo mucho que su gobierno la respete en los hechos.

No me toques el modelo.

Al recurrir a la Ley de Consulta Previa lo que ha hecho la Congresista Mendoza, es una “impertinencia”, porque les ha recordado a estos sectores conservadores y reaccionarios de la sociedad cusqueña, que los hermanos y hermanas de las comunidades también tienen derechos, es más, uno de sus derechos está consagrado a nivel mundial en el Convenio 169 de la OIT, y no sirve solamente para ponerle límites al Proyecto Majes Sihuas II, o para los abusos de las mineras, sino que –si se quiere ser coherente- también se debe aplicar a cualquier mega proyecto, como el susodicho aeropuerto. Por otro lado, el pecado de APORVIDHA ha sido hacer bien su trabajo, defender los derechos de los más débiles frente al poder. Ambas cosas son imperdonables para los círculos de poder y los sectores más conservadores la sociedad cusqueña. Por eso, es que los medios al servicio del “desarrollo neoliberal” han disparado contra ellos.

Dos factores no calcularon los defensores de las comunidades de Chinchero: primero, asumir que la mayoría de la población cusqueña en verdad apoyarían activamente sus propuestas, y no fue así. Incluso la gente que se reconoce como de izquierda o progresista ha tenido desafortunadas opiniones al respecto, evidenciando que el concepto que tienen de la Democracia no es intercultural. En el Cusco hay una buena porción de gente en la ciudad que piensa que sus necesidades son más urgentes e importantes que las necesidades de sus hermanos campesinos. Y en segundo término, que ante la arremetida de ciertos grupos de poder y del fanatismo neoliberal, la ciudadanía cusqueña y los sectores en verdad más democráticos iban a reaccionar en bloque a favor de la Consulta Previa, y no ocurre aún nada significativo en ese sentido Las principales instituciones han guardado silencio sobre estos temas. Por lo menos esta ingrata experiencia sirve para ver realmente las dimensiones de lo que nos toca transformar

La Ley de Consulta Previa es una “impertinencia” para el modelo, ni siquiera el propio gobierno nacionalista sabe cómo lidiar con ella, y podemos afirmar que las propias organizaciones indígenas tampoco la tienen clara, pero allí está la ley, para decirles a éstos sectores conservadores y reaccionarios de la sociedad cusqueña, que los hermanos y hermanas de las comunidades también tienen derechos.

Copiando lo peor de Lima

Al más puro estilo de Aldo Mariátegui y de la escuela “montesinista”, hace unos días el “Diario del Cusco”, periódico que dirige el ciudadano Alosilla, también mencionó mi nombre dentro del artero ataque mediático a la Congresista Verónika Mendoza. Me “acusaron” de haber trabajado para APORVIDHA, y “conspirar” también contra la construcción del aeropuerto de Chinchero. Además, dentro de mi supuesto “prontuario”, dijeron que yo era dirigente del partido Tierra y Libertad que dirige mi amigo Marco Arana. Todos saben de mi relación con la Congresista Mendoza, no abundaré más sobre eso, pero sí diré que cuando la Congresista encaró al ciudadano Alosilla el domingo pasado en su propio programa, este nerviosamente amenazó con sacar un video donde supuestamente aparezco conspirando. Obviamente no mostró nada, a pesar del ademán que hizo “A ver búscame ese videíto, hay un campesino que lo menciona”. Ahora va a tener que probar que ese video existe y no es un montaje, que he trabajado en APORVIDHA y que milito en Tierra y Libertad.

Conozco a los amigos de APORVIDHA y a Izcra Chávez por su infatigable defensa de los Derechos Humanos y la Democracia. Nunca he sido contratado por ellos, ni desarrollé labor alguna que haya sido remunerada, más bien participé con ellos en muchas jornadas de lucha contra el retorno de la mafia “fujimontesinista”, esa de la que han aprendido bien algunos “periodistas” cusqueños que tiran barro con ventilador. Renuncié al partido Tierra y Libertad hace más de un año, y nunca tuve cargo relevante alguno, pero defiendo su ideario ambientalista, su defensa de los DDHH y su vocación democrática, no veo por qué tendría que ser malo o reprobable haber sido militante de Tierra y Libertad, como si comulgar con las ideas ambientalistas y defender el derecho de los pueblos fuera una prueba de torva maledicencia.

Ahora el ciudadano Alosilla, si es que en verdad cree en la ciudadanía, tendrá que rectificarse. ¡Bah! francamente lo dudo.

Malditos centralistas

Todos sabemos que existe el centralismo y lo aborrecemos, pero es un fenómeno mucho más complejo de lo que parece. Hay un centralismo que involucra a todo el país cuyo centro es Lima, pero allí no acaba la cosa, sino bastaría con invadir Lima o “descentralizar” el Estado y se acabó el centralismo. El centralismo no es sólo un fenómeno económico y político, es sobre todo un factor ideológico y cultural que se sostiene sobre la antigua idea de que: “yo soy mejor que tú”. Y eso, no lo piensan sólo los limeños, también los cusqueños de la ciudad respecto de sus hermanos indígenas.

Entonces, existe pues un centralismo local y regional, y para algunos el centralismo es en realidad una secreta envidia. Cuando despotrican contra Lima, no necesariamente están afirmando al Cusco. Los centralistas cusqueños quieren que nos desarrollemos a la manera de Lima, que el Cusco recupere su “esplendor imperial”, que haga honor a sus títulos. Y aquí el dogmatismo desarrollista juega un papel importante, porque exalta el modelo neoliberal de Lima. Odian a Lima pero quieren Ripley, Larcomar, multicines racistas y aeropuerto internacional, aunque los costos de aquello lo paguen las comunidades indígenas de la “periferia” cusqueña.

Neoliberalismo y Desarrollo se han homologado, son ahora una ecuación. Por eso, es que a los centralistas cusqueños les es imposible imaginar un “desarrollo distinto” al del modelo neoliberal, porque para no ser “subdesarrollados” es necesario tener todo lo que el patrón de poder dice que debemos tener. ¿Cómo miran embobados el supuesto desarrollo chileno los limeños? Lo miran con odio y envidia, y ¿a quienes miran los chilenos con envidia? A los países más “desarrollados”: EE.UU. y Europa, y aquí nos topamos con el límite, con aquello que dice Aníbal Quijano: que el patrón de poder (es decir, la regla, la norma justa, la medida que va a medir todo en la civilización) es colonial, es decir, arcaico y racista. La idea de Desarrollo es por eso, eurocéntrica y racista, mal hacemos en seguir sosteniéndola, mal hacemos en envidiar el Desarrollo de países que en el fondo piensan que nosotros no estamos capacitados para igualarlos jamás, mal hacemos en envidiar a países que han dejado al mundo al borde del colapso ambiental y cuyo pasatiempo ha sido la guerra, mal hacemos en no mirar a nuestros pueblos originarios como portadores históricos de una esperanza al Desarrollo, a esa esperanza le llaman el “buen vivir”.

No hay nada más centralista que el concepto de Desarrollo, porque quien lo reclama para sí, siempre es un subdesarrollado, y porque el ideal al que quiere llegar el subdesarrollado, es el de su dominador. Por eso se explica el odio y la envidia, odio porque en el fondo el subdesarrollado se sabe dominado, y envidia porque anhela ese poder para dominar a otro más débil.

Después de éstas reflexiones volvamos al tema del aeropuerto. En estos casos, cuando uno ve tanto nerviosismo y ansiedad de las autoridades y de algunos sectores de la “prensa”, las preguntas que hay que hacerse son ¿Cuáles serían los oscuros negocios que podrían esconderse detrás de la construcción de un aeropuerto internacional? Y ¿Quiénes se beneficiarían directa o indirectamente con las concesiones y licitaciones? Jalando el hilo de la madeja se debe llegar a la verdad. Pero esa, es labor de los periodistas, los de verdad.

Oye, una consulta…

La falsa acusación del diario de Alosilla de que coordinamos APORVIDHA, La Congresista Mendoza y este servidor, ojalá fuera cierta, lamentablemente no lo es, hay un nivel grande de desarticulación política en general, y muchos personajes “progresistas” siguen aún creyendo en el dogma eurocénctrico del “progreso y el desarrollo”. Por ello, es necesario que los investigadores de la cultura y de la historia del Cusco, las instituciones de la sociedad civil, los periodistas honrados, los defensores del patrimonio, los universitarios, los líderes políticos, los artistas, las organizaciones populares, los colectivos y los ciudadanos en general, se pronuncien sobre la Ley de Consulta Previa en este caso específico del aeropuerto. Porque si no lo hacen ahora, no esperen hacerlo en el tema de Majes Sihuas II, nadie les va creer. Pero lo más terrible no es eso, sino el mensaje que con su silencio le podrían estar dando a nuestros hermanos de las comunidades: “Tú sólo eres una postal del Cusco, un buen tema de investigación, pero no tienes derechos, tú no eres cusqueño.”