domingo, 7 de septiembre de 2008

¿El Cusco para el mundo, pero no para los cusqueños?

He pasado un noche muy simpática en el Cusco, con paisanos en un Cafe Bar muy bonito, Base Men, pensado para cusqueños, fuera del centro de la juerga, diseñado y armado en función al turista. Siendo una ciudad turística es importante que, además de tener lugares para la pluralidad de turistas que llegan a ella, donde puedan divertirse y conocer ese centro del mundo, se entienda que es necesario también no perder la autenticidad de la vida de los cusqueños, su intimidad, su interioridad.

Entonces, no es incompatible que convivan en esa misma ciudad el cosmopolitismo y lo propio, lo local. Es decir, por un lado en el Cusco es innegable y hasta importante que —como actividad principal— sus ciudadanos —aunque ahora las actividades empresariales y comerciales tengan como titulares fundamentalmente a limeños y extranjeros— dediquen tiempo, creatividad e inversiones a explotar esa veta que nos ha legado el pasado. Pero, no menos importante es que los cusqueños —los residentes en la ciudad, oriundos o no—, puedan también seguir la vida libres de la inflitración de lo turístico, vivir la vida en lo auténtico, en lo sencillo, a salvo de ese mundo artificial que es un "destino turístico". Quizá esta idea sea contraria al pensamiento de cusqueños de vanguardia, como el escritor Luis Nieto Degregori, que ven el tursimo, justamente, la ventana que permite mirar el mundo; pero, en todo caso, no pretendo más que alcanzar una mirada crítica que nos permita no sucumbir y perdernos, diluirnos en la nadería de los encuentros del mundo, encuentros que, sin embargo, nos dejan fuera, sin mayores espacios para lo cultural, para lo artíctico, lo profesional, pues todo está pensado como enlatados a ser ofrecidos a nuestros ilustres visitantes.

Y, como sucede paradójicamente en este tiempo de globalización, en el que resurgen los localismos, los nacionalismos provincianos, apuesto en todo caso por una integración al mundo, sin perder nuestra propia esencia: ciudadanos del mundo, sí, pero también cusqueños cultos, orgullosos, pujantes, exitosos.

A mis 37 años, de los que vivo 20 años fuera del Cusco, he persistido en mis retornos frecuentes y en cada vez que volvía a pisar las calles de la tierra, encontraba nuevos lugares, muchos, pero todos en el centro de la ciudad y todos, pensados para el foráneo. Un primer caso excepcional fue el de la Oveja Negra, local de trovadores, uno de cuyos socios es Yuri Boluarte; desde ese local se tenía una vista espectacular de la ciudad, al mismo tiempo que podía compartirse una noche bohemia con canciones de esa corriente y gente agradable. Ahora, buenos años después, me doy con la grata sorpresa de este nuevo local, alejado completamente del centro, cuestión que celebro gratamente y alejado del estereotipo de lo folklórico que pesa sobre el quehacer cusqueño.

Claro, es mi impresión y, por supuesto, es lo poco que puedo haber conocido en mis tímidas incursiones en la noche cusqueña.

1 comentario:

Guillermo Salas Carreño dijo...

Hola Derik,
No creo que Lucho Nieto este en contra de lo que dices. El mismo critica la idea de que el Cusco se convierta en Inkalandia, un parque temático.
Hay varios lugares pensados para cusqueños fuera del centro... y esto es también porque a los cusqueños que tienen algo de poder adquisitivo no les gusta ir a locales de turistas, creo que en cierta medida porque se sienten o los hacen sentir clientes de segunda categoría. Esto ha sido detectado por empresarios de nuestra generación que han incursionado en este rumbo con éxito: alli esta Basemen, HermanosBroders, La Romana y Señor Carbón entre otros. ESto da para un post mas extenso... que lo hare pronto.
Un abrazo,