Hace unos días me enteré, por el programa de Rosa María Palacios, de la dramática verdad que vivieron un grupo de campesinos y un periodista de Radio Cutivalú, a manos de un grupo de policías y de miembros de la seguridad privada de la empresa minera Majaz. Este asunto, ya había sido abordado la semana pasada por Guillermo Salas y también por Amazilia Alba, entre otros.
Simplemente quiero manifestar mi profunda solidaridad con estos compatriotas y plantear que es necesario que se exija una investigación real y profunda de estos graves delitos contra los derechos humanos. No vaya a ser que sigamos perennizando la exclusión de estos sectores marginados y endilgarles la continuidad de una penitencia sin sentido.
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