Por un lado, Robert Fisk escribe un artículo titulado La grotesca ironía de Gaza, en el que afirma que Gaza existe "porque los palestinos que vivían en Ashkelon y los campos de los alrededores –Ashalaan en árabe– fueron desposeídos de sus tierras en 1948, cuando se creó Israel y terminaron en las playas de Gaza [...] Atiborrados en los más superpoblados kilómetros cuadrados en el mundo está un pueblo desposeído que ha estado viviendo en la basura y las aguas servidas y, durante los últimos seis meses, con hambre y en la oscuridad, y que han sido sancionados por nosotros, Occidente. Gaza siempre fue un lugar de insurrección". Y concluye que "dentro de algunos pocos meses, oiremos que Israel y Hamas están teniendo “conversaciones secretas” –como una vez nos pasó con Israel y la aún más corrupta OLP—. Pero para entonces hará mucho que los muertos fueron enterrados y nos estaremos enfrentando a la próxima crisis desde la última crisis".
El otro artículo es de Nelson Manrique, titulado El martirio de Gaza, en el que manifiesta que Gerardo Leibner, un catedrático judío de la Universidad de Tel Aviv, pide solidaridad con “la población civil palestina de la Franja de Gaza expuesta a bombardeos diarios de aviones y helicópteros israelíes. Y también para la población israelí del suroeste del país que sufre de los misiles disparados por Hamas”, señalando al gobierno israelí como el principal responsable de la actual tragedia.
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