viernes, 16 de enero de 2009

El "milagro peruano" y los penitentes

Hoy se publicó en la edición digital de El Comercio, un artículo titulado La desigualdad en el país aumentó pese al crecimiento económico, en el cual se hace una reseña del Informe recientemente emitido por el Banco Mundial ("¿Qué nos dicen los cambios en la pobreza del Perú entre 2004 y 2007? Lecciones para una agenda de política e investigación").
Destaco un párrafo del artículo de El Comercio, en el que se señala que "En el 2002, el Mapa Distrital de la Pobreza del MEF señaló que Anchonga (Huancavelica) había alcanzado el título más disputado pero menos apetecido por los distritos abandonados del país: el más pobre entre los pobres. Entonces, de los 14,6 millones de pobres, 5.974 habitaban en Anchonga. Según el MEF, sus pobladores vivían con S/.20 al mes (S/.0,60 al día y S/.240 al año). Su agricultura era de supervivencia".
Ahora bien, en el propio Informe se señala que "La pobreza urbana cayó 11.4 puntos porcentuales (bajó a 25.7 por ciento), mientras la pobreza rural permaneció en niveles altos llegando incluso a 64.5 por ciento [...]. Al examinar diferencias regionales a un nivel más desagregado se ve que la pobreza urbana ha caído en la mayoría de las regiones pero particularmente en Lima y en la Costa [...]. En contraste, la pobreza sigue concentrada en la Sierra y la Selva rural donde la pobreza se mantiene en niveles altos de más de 73 y 55 por ciento respectivamente. De hecho, más de la mitad de los pobres del Perú y casi 80 por ciento de los pobres extremos residen en estas dos regiones [...]".















Los niveles de desigualdad en el Perú son de los más inequitativos, a tal punto que el segmento A (5%) se llevó S/.1.332 millones, mientras que el segmento E (40%) alcanzó solo S/.171 millones. En per cápita, significa que una persona del sector A gana 18 veces más que una del segmento E. Claro que las estadísticas son frías y no padecen problemas de salud o de hambre. Las personas de carne y hueso que soportan esta grave exclusión y esta evidente falta de redistribución de la riqueza son, paradójicamente, las que de alguna u otra manera han permitido, con su penitencia, el logro del denominado "milagro peruano"

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