Esta noticia me parece digna de resaltarse, aunque, probablemente, en la mentalidad católica y conservadora de una gran parte de nuestra sociedad, podrá generar rechazo: Una adolescente británica, que sufre una enfermedad terminal, ganó su derecho a morir después de que el hospital donde la trataban abandonara sus intentos para forzarla a someterse a una riesgosa operación de corazón.
Lo cierto es que esta adolescente fue diagnosticada de lecuemia cuando tenía cuatro años y recibió el tratamiento contra esa enfermedad desde los cinco años, por lo que pasó mucho tiempo en tratamientos y hospitalizada. Finalmente venció o superó esa enfermedad, pero le fue diagnosticado un problema en el corazón, por lo que tendría que intervenirla para transplantarle un corazón. Pero ella, con sus poco años, rechaza esa idea, pues prefiere pasar lo que le queda de vida en casa y con sus padres, quienes, por duro que sea, respetan su decisión y hasta se siente orgullosos por ella, toda vez que ha decidido morir con dignidad.
Y, claro, en paralelo, vuelven los casos de debate respecto a la eutanasia. Actualmente en España la eutanasia es considerada como homicidio y en Europa sólo es permitida en Bélgica, Holanda y Suiza.
Sin ánimo de introducir aquí un debate que en el Perú no aparece como relevante (a pesar de tanto casos en que se obliga a las personas a vivir), simplemente manifestar que considero muy importante que las autoridades británicas hayan tenido la capacidad de no negarle a esa niña el derecho a una muerte digna.
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