Transcurrían los años 90' y hubo alguna celebración, por la semana jubilar del Cusco, en la Alianza Francesa de Lima. A pesar de mi autoexilio, asistí y lo único que recuerdo de aquel día es la presentación de un grupo cusqueño que no conocía y que empezó a interpretar múscia andina, autóctona decían ellos, que me agradó mucho y entre los varios temas que interpretaron reconocí solo algunos, pues además precisaron que hacían música andina contemporánea. Me quedó la impresión de un grupo bastante original. Se autodenominaban Expresión (aparentemente su página web ya no está en la internet, espero que solo temporalmente). Lo siguiente que recuerdo es un nutrido grupo de paisanos que, a coro, pedían y casi exigían que ofrecieran el tradicional "Valicha". Frente a ello, el vocalista del grupo se disculpó, respetuosamente, pero indicó que no interpretarían ese tema (que en el colegio nos enseñaron que era, a pesar de que prácticamente no lo entendíamos, nuestro segundo himno), y se soltó un rollo en el que criticaba la forma en que se había estereotipado nuestra música sobre la base del Valicha. Y culminó señalando que la música cusqueña es mucho más. Volvieron a interpretar lo suyo.
Al tiempo, en uno de mis retornos a la tierra, en una peregrinación a Paucartambo, me encontré con alguno de los integrantes, al que, inmediatamente, abordé y ametrallé con preguntas. Me dijo que se presentaban con cierta regularidad en el Kamikaze, local de la noche cusqueña. Una vez en el Cusco me fui a verlos y conocí a otros de los integrantes. Fue una experiencia muy grata. Les perdí el rastro cuando habían publicado un segundo o hasta tercer trabajo. Luego no supe más nada, aunque según alguien me dijo, el grupo se había desintegrado.
Ahora, luego de más de 10 años de aquel encuentro, de aquel redescubrimiento del Cusco a través de la música, me puse a buscar en internet y econtré su página web, en la que solamente la variedad de instrumentos que presentaban era muy interesante, ya que incluían, entre otros, los casi desconocidos pinquyllos, aunque no los qanapinquyllos. Me encontré el video que pongo aquí.
A través de esta agrupación musical entendí que solo la cultura dinámica sobrevive y trasciende. El folklore no necesariamente es cultura viva y, muchas veces, es justamente lo contrario, al igual que el Valicha: una etapa que se congela y que pretende perpetuarse y que, en lugar de ampliar las fronteras de esa cultura, las restringe, se produce enlatados de consumo turístico, extrangulándola casi a muerte.
Al tiempo, en uno de mis retornos a la tierra, en una peregrinación a Paucartambo, me encontré con alguno de los integrantes, al que, inmediatamente, abordé y ametrallé con preguntas. Me dijo que se presentaban con cierta regularidad en el Kamikaze, local de la noche cusqueña. Una vez en el Cusco me fui a verlos y conocí a otros de los integrantes. Fue una experiencia muy grata. Les perdí el rastro cuando habían publicado un segundo o hasta tercer trabajo. Luego no supe más nada, aunque según alguien me dijo, el grupo se había desintegrado.
Ahora, luego de más de 10 años de aquel encuentro, de aquel redescubrimiento del Cusco a través de la música, me puse a buscar en internet y econtré su página web, en la que solamente la variedad de instrumentos que presentaban era muy interesante, ya que incluían, entre otros, los casi desconocidos pinquyllos, aunque no los qanapinquyllos. Me encontré el video que pongo aquí.
A través de esta agrupación musical entendí que solo la cultura dinámica sobrevive y trasciende. El folklore no necesariamente es cultura viva y, muchas veces, es justamente lo contrario, al igual que el Valicha: una etapa que se congela y que pretende perpetuarse y que, en lugar de ampliar las fronteras de esa cultura, las restringe, se produce enlatados de consumo turístico, extrangulándola casi a muerte.
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