Esta película ha dividido la blogósfera peruana entre los "peruanistas" (la mayoría de ellos), gente "cool" que aplaude a rabiar este éxito peruano y cualquier otro, y los "negativos", que cuestionan la película por cualquier motivo; una de las personas más crítica que leo es Raúl Wiener, quien también ha elogiado esta película. Una opinión distinta, respecto al balance del debate, es la que tiene Edmundo Paz Soldán.
Lo que yo he visto, particularmente, es que falta un punto de vista que, partiendo del reconocimiento básico de que obtener ese premio en el festival de Berlín no es poca cosa, analice desde una perspectiva crítica la propuesta de Llosa. Y eso es lo que intentaré en esta ocasión.
Empiezo señalando que me parece un importante logro el haber hecho una película hablada mayormente en kechua. Eso era impensable (si no lo es todavía) hasta hace poco; me hubiera gustado saber de la opinión de personas kechua hablantes que vieron esa película, no he tenido la oportunidad, pero creo que enriquecería muchísimo el debate. Es más, no sé si existe la versión sin subtítulos en castellano, pues eso mostraría que fue pensada también para público bilingüe kechua-español. Destaco, particularmente , los diálogos riquísimos entre Fausta y su tío y entre ella y el jardinero.
En segundo lugar, es un reto muy complejo el afrontar un tema que resulta de lo vivido entre los años 1980 y 1992; al menos a quí en el Perú, no se encuentra puntos de vista divergentes como los que señala Faverón de un tal Quiroz (blogger peruano afincado en EEUU). En el Perú, es la verdad oficial la que tiene mayor acogida. Los puntos de vista no precisamente de los grupos alzados en armas ni favorables a estos (que están proscritos), sino una perspectiva crítica de ese tiempo es muy complicado de sostenerse, para lo cual basta dar algunos ejemplos: todo el debate generado en torno al Museo de la Memoria, al Ojo que llora o a la propia Comisión de la Verdad y la Reconciliación, pueden dar muestra de esto. Me parece, entonces, que el debate ideológico de quién violó a la madre de Fausta es absurdamente ideológico, pues lo importante no es el quien sino el hecho mismo; a mí me dio la impresión de que más bien el violador habría sido un militar, pues Fausta se asusta solamente con ver las botas y el uniforme de un militar en una fotografía.
En tercer lugar, Llosa tiene el mérito de introducirse en la rica mitología andina, poco explorada por el cine limeño. Claro, su mirada es más bien superficial, pues se queda en una marketera denominación "teta asustada", y no explora este asunto de la transmisión, no solo del miedo sino de otros males, a través de la leche materna.
En cuarto lugar, se trata de mostrar el mundo desde una cosmovisión marginal en los aspectos cultural, social, económico y étnico (para no usar el término racial). Es una búsqueda por comprender el país desde una mirada periférica. Aquí, destaco el momento en el que Fausta es expulsada del vehículo de la "patrona" cuando la encara, discretamente ante su hijo, por la autoría de la pieza en piano con que deleitó a su selecto público; se siente estafada y le reclama.
Sin embargo, hay también varias críticas que hacer. Primero, la mirada que ofrece (dicen muchos que buscando darle una cuota de humor) más que retratar a esas poblaciones, a esas personas, las caricaturiza, pues lleva la "festividad" andina hasta lo ridículo, cuando, por ejemplo, los familiares de los novios de esa boda masiva, avanzan en procesión, bailando, cantando, chicheando. Es decir, se le imputa a estas personas una disolución absoluta en una masa, carente de individualidad, de privacidad; todo es ese colectivo anómico, disparatado. Qué distancia con respecto, por ejemplo, con la mirada que nos alcanza Christian Bendayán.
En segundo lugar, ridiculiza también la estética andina, pues nos presenta solo la caricatura de la mujer andina migrante; presenta unas novias ahombradas, casi asexuadas o incluso con rostros transexuales, que recuerdan a la tristemente célebre "Paisana Jacinta", que es la parodia más deplorable que recuerde yo de la mujer andina. Tiene, por tanto, la mirada que puedo recordar de una novela de Vargas Llosa, que siendo bien trabajada literariamente, encierra una ideología profundamente etnocéntrica, como es "Lituma en los Andes".
Estos defectos, que creo que son graves, no nos permite ver, por ejemplo, la belleza de la mujer andina, personificada en Magaly Solier, pues ella nos transmite tanto miedo que olvidamos lo demás.
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