Hace algún tiempo, comentaba con algunos amigos, que hoy, a mis 38 años, luego de casi 15 años de egreso de la Universidad, mis habilidades manuales, nunca destacables, estaban casi en la nulidad absoluta. Y es que incluso la discutible habilidad que cultivé a lo largo de 16 años, durante la etapa escolar y la universitaria, para escribir, estaba sucumbiendo ante la comodidad que significaba la elaboración de textos en general en un ordenador.
Imaginaba, entonces, lo mucho que habría significado para mí que este fenómeno fuera de más antigua data, pues así no hubiera sido víctima de la reprobación, malas miradas y la reducción cruel de mis calificaciones por ese subjetivo y vago factor de evaluación que era la denominada "presentación de cuaderno". Claro, mi horrorosa letra, no dejaba cabida a que los maestros se fijaran en mi ortografía o la redacción; para ellos, la primera impresión era la más importante y, desde luego, la peor en mi caso. Quizá la proliferación de PC habría permitido, con la ayuda mágica del internet, que, además, me librara de la odiosa inutilidad mía frente a las artes plásticas, especialmente el dibujo y la pintura. Recuerdo mucho cómo tenía que sortear esta dramática falta de "motricidad fina", en una suerte de trueque con algún amigo que, a cambio de cierta ayuda en las tareas de Matemática, me daba toda la ayuda requerida para hacer los trazos que a él, artista innato, le nacían con tanta facilidad que entendí que yo era un ser primitivo, que únicamente podría dedicarme a aquelñlas actividades en que la "motricidad gruesa" fuera la requerida. Mi esposa, educadora ella, me dijo alguna vez que el origen de mi problema se hallaba en el Jardín Infantil en que recibí mi educación pre escolar, del que recuerdo solamente los bailes y danzas y las presentaciones casi perpetuas.
Alguna vez me atreví a teorizar de que un día ya no sería necesario escribir a mano, como un día se habían dejado de lado otras técnicas de escritura. El tiempo, aparentemente, reinvindica al niño sufrido por su caligrafía. Hoy, encontré un artículo muy interesante en la BBC, bajo el título de Muerte lenta de la escritura. En el se lee que la escritora Kitty Burns Florey, autora del libro "Caligrafía y garabatos: auge y caída de la escritura a mano", afirma que "Cuando tus tataranietos encuentren una antigua carta en el ático de la casa tendrán que llevarla a un especialista, a un señor mayor en la biblioteca que tendrá que descifrar lo que está escrito".
Claro, en ese artículo se lee también que luego de terminar el colegio, "quizás usted piense que la escritura a mano no es importante". Me encuentro en ese grupo. "Para algunos sí lo es". Seguramente.
Lo que yo creo, sin embargo, es que, al igual que se han ido perdiendo diferentes habilidades manuales y de otras partes de nuestro cuerpo, seguramente que en un tiempo, nuestra manera de "escribir" se habrá automatizado por completo, a tal punto que, incluso, aprenderemos a escribir en esos medios. Por mí, una alegría.
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