Es cierto que la Navidad es una festividad cúspide del consumismo, pero, a pesar de ello, y sin ser un creyente católico o cristiano, al menos no uno en el sentido ortodoxo,encuentro en esta fecha un pretexto perfecto para renovar la esperanza y fomentar la unión familiar. Claro, con esto no puedo dejar de manifestar mi contrariedad frente a la marea de filantropía que asalta de pronto, y solamente por estos días, los corazones más fríos y egoístas. De ese modo, por ejemplo, tenemos que en estos días la mendicidad infantil crece de manera exponencial (un ejemplo patético es el que se encuentra en la esquina de la Avenida Arequipa con César Vallejo en la ciudad de Lima). Aparecen de pronto niños y más niños que van a al caza de algún alma caritativa que le regale lo que ningún Papá Noel le regalará.
En fin, estos aspectos negativos los dejo para otro momento. En este post quiero dar unas impresiones sencillas sobre lo que significa para mí el tradicional Santurantikuy. Lo recuerdo desde niño, pues toda la población del Cusco se vuelca la mañana y tarde del día 24 de diciembre a la Plaza de Armas, donde se han instalado desde días previos diversos artesanos que ofrecen los más disímiles productos, incluyendo las conocidas "alacitas". Además, juguetes, como los camiones de madera que siempre anhelé y nunca llegué a tener, pasto para los nacimientos, y un largo etcétera del que me valgo para no evidenciar mi mala memoria. Mención principal merece el "Niño Manuelito", que no es más que el propio Jesucristo que nacerá cada 25 de diciembre y que es representado en diferentes formas y posiciones. Entre estos, destacan el niño sentado (en algunos casos, llorando con una espina incrustada en la planta del pie), en otros casos está echado. A veces viste trajes andinos propios de alguna comunidad campesina del Cusco.
Esta vez no he podido ir a pasar las fiestas a la tierra, así que este post es simplemente un esfuerzo de memoria.
Es interesante observar que en esta gran feria se encuentran como vendedores gentes de los diferentes grupos sociales, llegados además desde diferentes lugares. Siempre me llamó la atención la participación de campesinos que no celebran propiamente la Navidad, pero que si son parte de esta feria real maravillosa.
Les dejo algunas fotos del Santurantikuy de este año (cortesía de Roberto Latorre Sivirichi).
En fin, estos aspectos negativos los dejo para otro momento. En este post quiero dar unas impresiones sencillas sobre lo que significa para mí el tradicional Santurantikuy. Lo recuerdo desde niño, pues toda la población del Cusco se vuelca la mañana y tarde del día 24 de diciembre a la Plaza de Armas, donde se han instalado desde días previos diversos artesanos que ofrecen los más disímiles productos, incluyendo las conocidas "alacitas". Además, juguetes, como los camiones de madera que siempre anhelé y nunca llegué a tener, pasto para los nacimientos, y un largo etcétera del que me valgo para no evidenciar mi mala memoria. Mención principal merece el "Niño Manuelito", que no es más que el propio Jesucristo que nacerá cada 25 de diciembre y que es representado en diferentes formas y posiciones. Entre estos, destacan el niño sentado (en algunos casos, llorando con una espina incrustada en la planta del pie), en otros casos está echado. A veces viste trajes andinos propios de alguna comunidad campesina del Cusco.
Esta vez no he podido ir a pasar las fiestas a la tierra, así que este post es simplemente un esfuerzo de memoria.
Es interesante observar que en esta gran feria se encuentran como vendedores gentes de los diferentes grupos sociales, llegados además desde diferentes lugares. Siempre me llamó la atención la participación de campesinos que no celebran propiamente la Navidad, pero que si son parte de esta feria real maravillosa.
Les dejo algunas fotos del Santurantikuy de este año (cortesía de Roberto Latorre Sivirichi).
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