miércoles, 31 de diciembre de 2008

De despedidas y muerte

Toda despedida es, de alguna manera, una pequeña muerte. Después de ella, nada volverá a ser igual. Y eso es, creo, lo que de algún modo simboliza el fin de año y el advenimiento del Año Nuevo, la despedida de un año que se apaga y el cultivo de la esperanza. Quemamos todo aquello que simbolice lo malo y, con las cábalas que ajusten al gusto de cada quien, buscamos atraer lo bueno que deseamos hacia adelante.
La realidad, como normalmente ocurre en todo campo, marcha de modo distinto, más complejo, con matices. El año 2008, en lo personal, puedo decir que tiene un "malo" como calificativo promedio. En lo familiar, sufrimos un golpe brutal, que estamos bregando por superar, resistiendo lo más que podemos, enfrentando no sé si la mayor pero una muy grande prueba de la vida. Sin embargo, siguiendo en lo familiar, hemos visto a nuestros hijos caminando sus primeros pasos en este mundo y empezando la construcción de sus vocaciones y convicciones; eso es maravilloso. Pude tener a mi madre junto a nosotros por más de un mes, me sentí protegido, niño otra vez a su lado, refugiándome en su regazo, en sus palabras. Éstos eventos hermosos no quisiera despedirlos, quisiera extenderlos en el tiempo, sin fatigar la ilusión "de una música eterna locura", que no conociera de fin de año, pues ante ello el futuro se torna amenazante, ¿cómo será el 2009?
En lo profesional, concluí un Master, pero dejé de lado mi producción académica, limitándome a la reproducción de un breve ensayo de hace algunos años; mientras que en lo laboral, mi orfandad política me hizo víctima pasiva de una consigna partidaria que buscó transforamarme en un simple número con ínfulas despectivas y pretendiendo con ello darme mínima prioridad. Me dolió, claro que sí, pero algo debo haber aprendido de todo ello y en algo se habrá fortalecido mi alma. Tengo el sabor de un año perdido, tiempo desperdiciado, siendo cada vez más este (el tiempo) un recurso escasísimo. Pero, en todo caso, creo que al menos el Master es algo y, como enseña el gran Silvio Rodríguez:
"Debes amar el tiempo de los intentos
debes amar la hora que nunca brilla".
Este 2008 me atreví a mantener en la web este blog que ya va resistiendo 8 meses en mi ánimo autodestructivo y con un total de 110 publicaciones, entre las que algunas concitaron algún interés. Esto lo considero muy bueno y espero que la despedida de este año no signifique la muerte de este verdadero suceso en mi vida.
La aventura que vivimos en nuestro viaje al Cusco fue una gran experiencia familiar, pero nos dejó el sabor de una satisfacción a medias. Los viajes no se repitieron y de ello da cuenta la parálisis en Aventura no gregaria. Habrá que salir con las maletas a correr desquiciadamente por parques y avenidas, jajajaja. ¿Qué despedimos y a qué nos aferramos? He recordado no sé si la primera vez que sufrí profundamente una despedida, la despedida de una paradisíaca y bucólica experiencia familiar, cuando era niño, cuando nos fuimos en casi una expedición a lomo de caballo (9 horas) desde Combapata (distrito de la provincia de Canchis) hasta Livitaca (pequeño sector en la provincia de Chumbivilcas). El retorno fue una necesaria despedida a lo vivido esos cuatro o cinco días y fue descubrir que la felicidad es simplemente una búsqueda, "la fracción de un segundo infinito".
El tiempo transcurre y sus huellas son evidentes y de tanta pequeña muerte el alma se va fortaleciendo pero las cicatrices no miente. Viví casi una resurrección. Toda despedida es una pequeña muerte, como cuando una pareja, por las contrariedades del corazón y de la mente, pone punto final a su caminar, justamente en el preciso momento en que empezaban a introducirse en las arenas movedizas, aquellas que, de seguro, los devorarían juntos. Ese camino habrá muerto, aunque el amor los perviva. Esas personas han muerto un poco o un poco más tal vez, y lo muerto no resucita, como canta el gran Daniel F:
"[...] Es en vano aguardar
que tus ojos me abracen de nuevo
y que tus olas se rompan aquí
donde el océano ha naufragado
y un barco se llevó hasta la brisa,
y hasta tu risa.
Es extraño abrazar esos días otra vez
y sentir cómo se apaga el mundo [...]"
Les dejo este video con la canción "El naufragio de los océanos" de Daniel F (con muchas faltas ortográficas y alguna imagen que puede herir susceptibilidades católicas por su mal gusto y que no comparto, pero en el que el sonido es el mejor que encontré y sigo lamentablemente en la ignorancia de cómo colgar un archivo de sonido, si alguien puede darme las pautas, lo agradeceré por todo el 2009) y si quieren ver la letra, pulsen aquí.

2 comentarios:

Amazilia Alba dijo...

Feliz Año Nuevo!!
Pues para colgar solo audio puedes usar http://www.imeem.com/
o goear.
Saludos

Anónimo dijo...

Gracias, Amazilia y Feliz Año