martes, 19 de agosto de 2008

La injusticia de la vida

Gonzalo Portocarrero ha publicado una pequeña nota personal que inicia con el siguiente párrafo: "Nos guste o no, la naturaleza no es justa. A veces, tiende a los extremos: un niño nace con insuficiencia cardiaca y muere en pocos años. Y una anciana cumple cien años, lúcida y rodeada de su numerosa descendencia. Y no se trata de la salud y la vida, únicamente. Otros dones se distribuyen también azarosamente, sin relación con los méritos de quien los reciben". Es más, señala que "la sociedad es aún más injusta que la naturaleza. No todos tienen las mismas posibilidades de desarrollar sus dotes".
Esto mismo podría decirse, desde una perspectiva religiosa, de Dios o de los dioses; es decir, su creación —y el hombre como parte de ella— es totalmente injusta, pues en ella hay situaciones tan disímiles unas de otras, tantos contrastes. Y lo más cruel aun es que, incluso aquel niño con insuficiencia cardíaca o sus padres, al final, agradecerán a Dios o a los dioses, porque ahora el niño descansa o, incluso, porque fue ese padecimiento cardíaco y no una enfermedad degenerativa, por ejemplo. El ser humano, frente a esa realidad adversa, ha imaginado justificaciones de lo más diversas, a tal punto que en la horación fundamental del catolicismo se dice "Que se haga tu voluntad y no la mía". Y, sin embargo, a pesar de esa sentencia demoledora, queda la esperanza como un boleto de lotería: quizá su voluntad sea favorable.
Ahora bien, cuando el ser humano se ve envuelto en el drama de que la vida continúa, no obstante las insatisfacciones que lo azotan, lo abruma una resignada aceptación de la realidad. Sin embargo, como dice Portocarrero, concluyendo su nota, "no te resulta fácil pues algo en ti persevera en verse como una víctima anónima y desechable de esos mandatos imposibles; es decir, como un infeliz que solo quiere más y que desprecia lo bueno que pasa por su vida. Pero llegado a este punto te percatas de que, en efecto, tu vena trágica es graciosa pues tampoco eres tan así… lo que sucede es que te gusta dejarte llevar por las exageraciones…".
Una nota realmente muy interesante y hasta estimulante. Quizá, en efecto, tendemos a exagerar.

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