lunes, 18 de agosto de 2008

El Estado visto desde distintas perspectivas: dos caras de una misma moneda

Hoy aparecieron en el Diario Perú 21, dos artículos en los que Alfredo Bullard y Guillermo Giacosa dan sus puntos de vista desde una perspectiva completamente distinta del quehacer estatal. Bullard narra un incidente en el que un miembro de la Policía quiso obtener de él una coima, bajo el pretexto de que era para el aceite del patrullero; con razón se queja y manifiesta que "Ningún funcionario del Estado tiene derecho a “asaltarme” con requerimientos de ese tipo", concluyendo que si el crecimiento económico "no va acompañado con crecimiento moral de nuestros funcionarios, la popularidad del gobierno seguirá cayendo". Comparto plenamente la indignación planteada. No obstante, como reza el propio neoliberalismo, muchas veces todo tiene una explicación económica y en el caso de la corrupción, repudiable venga de donde venga (pues es simplista decir que la corrupción solo es de los funcionarios públicos), no creo que su explicación se reduzca a la "inmoralidad innata" de los agentes del Estado.
En ese sentido, es interesante lo que manifiesta Giacosa en su artículo: "Así como es obligación del periodista señalar los hechos negativos, es también obligación poner de relieve los avances que se realizan a favor de un mejor funcionamiento de la maquinaria del Estado". Y lo que, él destacaba era que en su última visita a un Ministerio "todo se resolvió expeditiva y racionalmente en solo quince minutos y tal situación, para quien esperaba atravesar una semana de penurias, tuvo gusto a milagro. No fue, y esto pude corroborarlo, un caso particular. Todos quienes acudían recibían exactamente el mismo trato y eso es lo que realmente me entusiasmó".
Entonces, la tarea no solo de las instituciones sociales sino también de los ciudadanos, que desde una perspectiva somos consumidores (y por ello gozamos, al menos teóricamente, de soberanía sobre el mercado), es denunciar drásticamente los casos en que se vulneren nuestros derechos o los de los demás y, al mismo tiempo, destacar los casos positivos en los que, por el contrario, se nos dio el lugar que nos corresponde, reconociéndonos como ciudadanos en plenitud.

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