Joaquín Villalobos ha publicado un artículo de opinión el El País de España. El ex guerrillero y hoy converso liberal hace un análisis de diversos hechos más o menos recientes en la historia de Centroamérica y formula su evaluación:
"La pacificación de los 90 abrió la esperanza de una institucionalidad democrática duradera, pero el fraude electoral de Nicaragua el año pasado y el reciente golpe en Honduras hacen pensar que las repúblicas bananeras están de vuelta".
Terrible sentencia, aunque inicia también con una premisa falaz o, por lo menos, bastante discutible: la institucionalización democrática de los 90. En esa época en el Perú se vivió la dictadura de Fujimori. Habría que decir, más bien, que esa época caracteriza la institucionalización del neoliberalismo en latinoamérica.
"Estados muy débiles están recibiendo la embestida simultánea de narco-dólares criminales procedentes de EE UU y de petrodólares ideológicos procedentes de Venezuela. Los primeros compran voluntades para obtener complicidades con el narcotráfico y los segundos compran alineamientos políticos que están rompiendo la unidad de los países: y ambos destruyen a las instituciones".
Interesante aproximación, pues equipara la influencia (o injerencia) económica de EEUU (aunque con una fórmula incomprensible: narco-dólares) y de Venezuela (petrodólares). Ambas influencias tienen en común el afectar las instituciones de las repúblicas centroamericanas.
"En Honduras se ha roto la cuerda de un conflicto geopolítico que viene creciendo en toda Latinoamérica, cuando Chávez se mete lo mismo en Colombia, que en Perú, Argentina o Bolivia. Honduras, una sociedad conservadora, de cultura política provinciana y primaria, de larga tradición golpista y con una izquierda también conservadora y pacifista, fue sometida a los debates del modelo bolivariano de reforma constitucional, reelección y socialismo del siglo XXI. El miedo es el motor de todos los conflictos y Honduras no es la excepción. El miedo que generó el acercamiento del derrocado presidente Zelaya al coronel Chávez condujo a que la clase política hondureña hiciera lo que sabe hacer en esos casos. Enjuiciar al presidente era demasiado sofisticado para Honduras. Ahora el problema se ha vuelto mucho más grave, ya que ningún presidente latinoamericano quiere llegar en pijama a otro país.
"Sin duda hay que rechazar el golpe, pero la comunidad internacional debe tener en cuenta que las políticas autoritarias en Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Venezuela se han convertido en una seria provocación para las fuerzas conservadoras y centristas de toda la región. Las expropiaciones de empresas, los cierres de medios de comunicación, la intimidación callejera, las arbitrariedades judiciales, las reelecciones perpetuas y los fraudes son como golpes de Estado graduales. La polarización ideológica chavista está debilitando sociedades amenazadas por miles de pandilleros y poderosos carteles. Centroamérica puede convertirse en un bastión del crimen organizado que dé refugio a mafiosos y terroristas en medio de un caos y una inseguridad endémica que genere millones de emigrantes".
En estos párrafos, parece que Villalobos quisiera inocular el miedo en todos sus lectores, a fin de evitar que Centroamérica se convierta en el bastión de "mafiosos y terroristas". ¿Miedo para qué? Es raro, en verdad. Por el análisis que hace, podría concluirse que Zelaya es el culpable del Golpe que lo derrocó, claro, aunque reconoce, aparentemente de mala gana, que hay que repudiar tal suceso.
Rescato, sí, de su artículo, además, de algunas ideas sueltas, la siguiente conclusión (aunque justamente su punto de vista esté justamente en uno de los polos ideológicos, a la otra orilla de su anterior enfoque):
"La región necesita un plan de despolarización ideológica y otro de defensa integrada de su seguridad".
En otras palabras, sobreponiéndose a los enfoques ideológicos, es necesario que Centroamérica, al igual que Sudamérica, se integren realmente y no permitan que su historia de división y rencillas siga siendo alimentada, especialmente, desde la gran potencia del norte, a la que hoy Villalobos no quieres siquiera cuestionar. ¿Cómo entender al ex guerrillero y hoy sacerdote de un nuevo credo?
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