En una sociedad como la nuestra, dedicada alculto del libremercadismo, la "soberanía" del consumidor da la valoración mayor o menor a las distintas actividades que desarrolla el ser humano y, por tanto, determina o, por lo menos, condiciona qué actividades merecen ser más o menos remuneradas. Así, por ejemplo, hoy en día los jugadores de fútbol profesional pueden llegar a ser verdaderos magnates, llegando a firmarse contratos que parecen irreales: "La transferencia del portugués Cristiano Ronaldo, del Manchester United al Real Madrid en 94 millones de euros, es la más cara de la historia del fútbol, por encima del francés Zinedine Zidane, quien pasó hace ocho años de la Juventus al Real Madrid, en casi 72 millones de euros. El ranking de pases multimillonarios ahora lo encabeza el lusitano Ronaldo, seguido por Zidane y el crack brasileño Kaká, la otra joya que compró el Real Madrid, también durante esta semana, al Milan de Italia". Algo similar es el caso de los actores de cine, ya que, por ejemplo, "un actor como Johnny Depp puede cobrar 55 millones de dólares por protagonizar la cuarta parte de Piratas del Caribe, y Tom Hanks, 50 millones por su reciente Ángeles y demonios. En cuanto a las actrices, Angelina Jolie se alza como una de las mejor pagadas, con 25 millones por película; seguida de Resee Witherspoon, con 20 millones".
Por ello, me parece digno de elogio el que Benicio del Toro manifestara que “Cuando un actor gana más dinero que un médico, un profesor o un policía, algo marcha mal”.
Todo esto es posible en una sociedad cuyo valor máximo es el "entretenimiento" y que vive del espectáculo. Sin embargo, desde un punto de vista ético, debiera lograrse una revaloración de otras actividades humanas.
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