jueves, 24 de julio de 2008

Paucartambo: persistencia de la creatividad pero también de la tradición y de la discriminación

El Cusco es una ciudad de contrastes y de profundo mestizaje. Uno puede, caminando por sus calles, contemplar a los más disímiles visitantes, originarios de diversos puntos del mundo, y al mismo tiempo llevarse la impresión de que, a pesar de ese revoloteo del cambio y la metamorfosis incesante, mucho se mantiene como hace años. Y esa sensación pude ratificarla en Paucartambo, hace una semana, cuando asistí a la fiesta de la Mamacha Carmen.

Esa fiesta, impresionante por su colorido y su heterogénea homogenidad (me permito recurrir a este oxímoron porque creo que es del todo certero), me da pie para destacar la fuerza creativa de los habitantes de los Andes del sur.

De esa manera, hoy la Fiesta que se desarrolla en Paucartambo entre los días 15 y 17 de julio de cada año, es un acontecimiento de alcance no solo nacional sino, inclusive, internacional, pues ha captado la atención turística en esos ámbitos, sin dejar de mencionar que existe un número nada despreciable de devotos y participantes que vienen desde los más remotos lugares (por ejemplo, en una danza reciente denominada Paucartampus, participa una joven holandesa). De esa manera, no solo se han fortalecido las comparsas que conocí desde los años 70 (primera vez que asistí a dicha fiesta), sino que han aparecido nuevas danzas que, sin embargo, se legitiman con la justificación de que ya existan antes o, más bien, que son parte de la "tradición paucartambina".

Hasta donde pude tomar nota (con la ayuda de mi abuela, la señora Haydeé Sivirichi), las danzas de las que a la fecha existen comparsas son las siguientes:
  1. Qapaq Qolla
  2. Qapaq Chunchu
  3. Qapaq Negro
  4. K’achampa
  5. Waka waka
  6. Saqra
  7. Contradanza
  8. Q’oyacha
  9. Wayra, Siklla o Doctorcitos
  10. Auqa Chileno
  11. Majeño
  12. Chukchu
  13. Panadero
  14. Dansaq
  15. Chunchacha
  16. Negrillos
  17. Pauqartampus
  18. Canchi
Habría que agregar a los Maqt'as, que no constituyen una danza en sí misma, sino que acompañan, como bufones, a cada una de las danzas antes mencionadas. Ahora bien, buena parte de estas danzas se interpretan también en otras provincias del Cusco; asimismo, de las danzas nombradas, las que aparecieron o reaparecieron son: Dansaq, Chunchacha, Negrillos, Pauqartampus y Canchi. Se puede hallar información sobre este particular en el libro Paucartambo Provincia Folklórica: Mamacha Carmen, Tomo II, de Segundo Villasante Ortiz, quien hizo un recuento de las diferentes danzas que existieron en Paucartambo, clasificándolas entre danzas nativas y danzas mestizas, además de indicar las danzas que habrían desaparecido (doce en total, entre las que lista a los Paucartampus, Dansaq y Chunchacha). La danza Negrillos es clasificada por Villasante como una danza nativa, pero dedicada a la Virgen del Rosario y al Niño de Año Nuevo. Sin embargo, no hay mención alguna a la danza Canchi que, sin embargo, existe en otras provincias del Cusco y aparece en un momento en el que en Paucartambo existe una importante colonia de migrantes de la provincia de Canchis.
Ahora, respecto a la aparición de estas danzas, como indico antes, se busca legitimarlas a través de la tradición; sin embargo, siempre ciñéndonos al libro de Villasante y con los recuerdos vagos que aún me acompañan, hay danzas que en los 70 sí se interpretaban, pero hoy no. Lo que sí existe una resistencia poderosa a admitir la posibilidad de la innovación, de la creación, aunque creo que justamente la riqueza de esa fiesta está en su capacidad permanente de recrearse. Y es en este aspecto que encuentro uno de los aspectos más contradictorios de esa festividad: tenemos que las danzas con mayor influencia por la tradición son el Qapaq Qolla y el Qapaq Negro; si se hace un análisis desde la solidez de su sustento económico (la seguridad de contar con el "Carguyoq" para el años entrante), tenemos que las mejor situadas son el Qapaq Negro, la Contradanza y el Saqra, danzas que incluso cuentan con sus propias Wasis (casas) y que generan hasta disputa para lograr asumir el Cargo para los años venideros. El caporal (jefe de danza) más tradicionalista que he apreciado es el del Qapaq Negro, danza que, sin embargo, en su Casa organiza la celebración de un modo bastante contemporáneo, al que probablemente solo le hace falta un juego de luces para competir con cualquier discoteca; desde mi punto de vista conserva muy poco de la tradición paucartambina al celebrar, además de que una parte muy importante de los invitados son personas ajenas no solo a Paucartambo sino al Cusco mismo, sin dejar de mencionar que una buena parte de sus integrantes no hablan el kechua, idioma en que interpretan buena parte de sus cantos. No obstante, el Caporal de esta danza es el más férreo defensor de la rigurosidad de las tradiciones cuando se trata de la defensa de la tradición paucartambina de, por ejemplo, la invasión de danzas puneñas.
En realidad, creo que la festividad paucartambina se ha venido construyendo paulatinamente y eso puede apreciarse en las propias danzas, pues existen de tal diversidad que seguramente representan aspectos sociales e históricos completamente diferentes, como el Qapaq Chunchu, el Qapaq Qolla, el Qapaq Negro, danzas que nos invitan a pensar en las diferentes etnias que pudieron en algunos momentos establecerse en esa provincia; por otro lado tenemos el Auqa Chileno que nos recuerda la Guerra del Pacífico o el Siklla, que se mofa de los abogados y el sistema de justicia. La aparición del Canchi me hace pensar que así se van ganando espacio nuevas danzas, por el nuevo contexto que se vive en esa provincia. Y claro, hoy los "paucartambinos de antes" se quejan ya no solo de los canchinos (sicuaneños) sino también de los puneños que se han asentado en esa ciudad. ¿Cuánto más podrán negarse a aceptar la irrupción de una danza puneña que viene intentando integrarse a la festividad? Es más, la influencia altiplánica no parece ser reciente, pues si no, no se entiende la existencia de una danza como el Qapaq Qolla tan hondamente asentada en la paucartambinidad.
Se puede apreciar, entonces, que hay un combate muy fuerte entre la realidad creativa y cambiante y el ánimo conservador de las formas. Y es que, a pesar de los cambios vivido durante el siglo XX, las cosas no han cambiado, paradójicamente, tanto, y las construcciones sociales de "clases" y casi "castas" pesisten aun, pues no es algo raro escuchar todavía esa clasificación de la gente como "decentes", "mestizos", "mozos", "cholos", "indios". Es más, puede rastrearse los remanentes de esas divisiones en las propias danzas y en la no participación del campesinado en las festividades, en las que son exclusivamente espectadores, como puede apreciarse en la fotografía que se adjunta del Cargo Mayor. Es más, esos campesinos que llegan desde diferentes comunidades son las víctimas favoritas de las bromas de los Maqt'as y los golpes de los Chukchus.
En todo caso, aprecio que las "estructuras mentales" son más flexibles para aceptar la ruptura de la tradición en unos casos que en otros; por ejemplo, si se aprecia las máscaras que confeccionan para los Saqras, se podrá apreciar que se utilizan formas de animales completamente ajenos no solo a la región, sino al país e incluso al continente, como elefantes y leones, pasando por seres de mitologías de otras culturas, como dragones. Por otro lado, se puede destacar la incursión en Paucartambo del dinosaurio más querido por los niños, el mundialmente famoso Barney, sin que los tradicionalistas hayan protestado en lo más mínimo.
Paradójicamente, los más tradicionalistas siguen viendo con displicencia el que las danzas paucartambinas estén interpretándose en otras provincias del Cusco, pues eso constituiría algo así como la "piratería" del patrimonio cultural. Por otro lado, hay una profunda rivalidad con la festividad y, por tanto, las danzas de la Virgen Candelaria de Puno, que se manifiesta en el rechazo absoluto a que pueda integrarse alguna danza puneña, como lo viene pretendiendo desde hace unos años un grupo de personas.
La pregunta final, entonces, es cuáles son los límites de la protección de nuestras tradiciones para mantener nuestra identidad cultural, para mantener viva nuestra cultura en un contexto de mundialización frente al que no podemos mantenernos ajenos. ¿Tiene algún sentido hacer de nuestros vecinos más cercanos, de nuestros compatriotas, los enemigos más profundos?

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