viernes, 13 de febrero de 2009

La belleza que emerge del dolor

Es increíble como un hecho tan doloroso como la muerte de un hijo puede derivar en la composición de una pieza de arte de tanta belleza. De Eric Clapton recordaba, además de la calidad de su guitarra, que su hijo había muerto y que él había compuesto una canción frente a ese suceso. Sin embargo, su biografía es una rica historia que inició su complejo tránsito desde el mismo día en que fue concebido y, luego, parido. Su abuela y su nuevo cónyuge asumieron el rol de padres, hasta que a los 9 años se enteró de la verdad y entonces le cambió la vida. Sus excesos y adicciones, son reflejo, seguramente, de ese camino accidentado, para el cual encontró en el nacimiento de su hijo Conor una breve tregua que terminó cuando el pequeño solo tenía 4 años, edad a la que, en una confusa situación, cayó desde el piso 45 o 53 de un edificio y regresó al cielo en el que Eric Clapton no puede estar. Años después, él mismo dijo que no podía seguir interpretando las canciones que había escrito para su hijo desaparecido, porque había logrado volver a ser feliz. Por ese tiempo, se había vuelto a casar y tiene tres hijas.

Claro, el tiempo lo ha derribado más de una vez, le ha hecho ponerse de rodillas y le ha suplicar, pero, a pesar de todo, ha encontrado su camino.



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