Mario Vargas Llosa, uno de los escritores a los que he leído más y quizá al que más admiro, sin perjuicio de que utiliza su arte para transmitir, implícita y a veces explícitamente, su ideología, consagra a todos los vientos el credo del neoliberalismo, del que es un ardoroso y fiel sacerdote. Y esa su fe desmedida y ciega hace que pueda decir cosas como la que recoge el diario El País: "el escritor ha desmentido que Morales sea un indio como se ha presentado en Europa y ha subrayado que se trata de 'un criollo latinoamericano típico, un mestizo hispanohablante, que está acabando con Bolivia, creando problemas monstruosos con la cuestión racial, que antes no existían al nivel de ahora'". Es decir, para el autor de un libro profundamente racista como Lituma en los Andes, que resulta ser la lectura de un país que no comprende, como si se tratara de un cronista de los primeros que llegaron a este continente desde España, el racismo lo ha creado el Presidente Evo Morales. Tamaño absurdo y propio de alguien que, como el paisano del escritor, me refiero a Bedoya Ugarteche, el columnista del diario el Correo, llora aunque soterradamente el que se haya liquidado en el Perú una época en la que la condición de los hombres originarios del Ande era el resultado de una mirada subestimadora de la élite "blanca" o, más bienm blancoide. Y es eso lo que en Bolivia se está intentando realizar ahora, liquidar los rezagos de una feudalidad tan presente aún. Claro las poblaciones originarias han tenido logros y avances en ese país que son indiscutibles, a tal punto que hoy están disputándole el poder a esa élite minoritaria.
Casualmente, Antonio Zapata en su columna de hoy manifiesta que el dictador Velasco Alvarado "Es el único presidente que quiso cambiar el orden social en oposición a los Estados Unidos y al poder económico local. Por ejemplo, Leguía se enfrentó a la vieja oligarquía, pero gozó del apoyo de un grupo alterno de millonarios. Por el contrario, a Velasco no lo quiso nadie en la clase alta. La reforma agraria y las nacionalizaciones de recursos naturales fueron resistidas por todos los poderes establecidos. Por ello, los periodistas de derecha lo odian visceralmente hasta hoy. Es la otra cara de la moneda del miedo que le inspiró a la oligarquía peruana. Estuvieron a punto de perder el país". Y a pesar del fracaso económico que se dio debido al procedimiento por el que se optó para desarrollar la reforma agraria, significó un paso adelante en la democratización de las relaciones sociales entre el Perú criollo y esa mayoría andina de las poblaciones originarias. Claro, eso es justamente lo que más le duele a quienes perdieron aquella vez y, por ello, que hoy están ecaminados en ese proyecto denominado "Contrarreforma".
Lo irónico es que hoy los cambios más importantes se están desarrollando en regímenes democráticos y en un contexto de mayores niveles de integración de los países de la región.
Volviendo a Vargas Llosa, en el mismo artículo publicado en El País, se señala lo siguiente:
"Preguntado por la situación de crisis mundial, iniciada en los Estados Unidos, este liberal a ultranza ha reconocido encontrarse 'desgarrado' entre sus principios y la realidad, a la vez que sostenía que 'un liberal jamás debería aceptar que los pobres contribuyentes salvaran a las empresas codiciosas que han acabado en la ruina'.
Sin embargo, el problema ahora es que 'estas instituciones no quiebran solas y parece indispensable el intervencionismo para salvar a los náufragos. A los liberales esta crisis también debe llevarnos a revisar la idea de que a menor Estado, mejor funcionamiento de la sociedad'. Ha concluido, respecto a esta cuestión, que es una "insensatez" alegrarse por lo que está ocurriendo y por suponer que esto acabará con el capitalismo. 'Lo que nos arruinará es a todos'". Habría que contestarle, en palabras del protagonista de una de sus novelas favoritas: "Sancho, si los perros ladran, es señal de que avanzamos".
Sin embargo, el problema ahora es que 'estas instituciones no quiebran solas y parece indispensable el intervencionismo para salvar a los náufragos. A los liberales esta crisis también debe llevarnos a revisar la idea de que a menor Estado, mejor funcionamiento de la sociedad'. Ha concluido, respecto a esta cuestión, que es una "insensatez" alegrarse por lo que está ocurriendo y por suponer que esto acabará con el capitalismo. 'Lo que nos arruinará es a todos'". Habría que contestarle, en palabras del protagonista de una de sus novelas favoritas: "Sancho, si los perros ladran, es señal de que avanzamos".
Bueno, el golpe y la puesta en evidencia de los dogmas del credo neoliberal, han sido contundentes. Es más, habrá que ver como sigue todo esto.
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