Mañana la resucitada selección peruana de fútbol, enfrentará al cuadro boliviano en la ciudad de La Paz. En relación con la psicología peruana, se da un interesante fenómeno, por el cual la población peruana no distingue los razonamientos paradójicos que se presentan:
Si se enfrenta a Argentina o a Brasil, aunque sea de locales, la aspiración, "realista", según los más conspicuos comentaristas deportivos, es conseguir por lo menos un empate. Y, en la situación actual, la resurrección nos la dio un agónico empate logrado frente a Argentina en los instantes finales del partido jugado en Lima. La prensa llenó de elogios a los seleccionados e, incluso, al entrenador en una jornada de celebración de una hazaña victoriosa; parecía que nadie recordaba que solamente habíamos logrado un empate, de locales.
Psicológicamente, esa actitud cambia, sin ninguna alteración de la conciencia, cuando enfrentamos a equipos de países sobre los que el peruano, al menos desde Lima, se siente superior, como es el caso de Bolivia y de Ecuador. Futbolísticamente Ecuador ya dejó su inferioridad en épocas de la prehistoria futbolera, pero aún la hinchada lo considera como un "rival directo", que es el eufemismo con el que denominamos a los equipos frente a los que sí nos creemos con derecho de ganar. Y Bolivia, en el inconsciente peruano criollo, es simplemente como una provincia más de la sierra sur del Perú, razón por la cual los consideramos como "inferiores", como infantes, por lo menos. Claro, es españolísimo entrenador que hoy rema nuestro pesado buque de decepciones, afirma, con modestia imostada, que en La Paz, Bolivia es favorito con cualquier equipo, con Brasil, con Argentina. Claro, olvida el astro del Salamanca, que el Perú es mucho, pero de verdad mucho más, que la ciudad que sigue viviendo con los ojos puestos en la tierra prometida allende el mar; olvida que somos un país con, por lo menos, cuatro equipos de ciudades de altura, uno de ellos, el Cienciano, el único que le ha dado triunfos realmente apreciables y de éxito en el exterior. Y así se lo recordó Gonzalo Nuñez, entusiasta periodista enreverado en discusiones incomprensibles.
No obstante, el Perú sigue siendo esa entelequia de nación, cinco siglos después de la barbarie colonizadora, los herederos de Pizarro, Almagro y Luque, mantienen el timón a su cargo, a pesar de indiscutibles logros de los ectores mestizos e indígenas. El Perú, todavía, sigue siendo regentado, culturalmente por lo menos, por una élite criolla, debilitada, pero aun poderosa.
Hoy escuchaba en su programa vespertino a la periodista Patricia del Río haciendo una "sesuda" reflexión respecto a los pulmones que deben tener los deportistas para correr a más de 3 600 metros sobre el nivel del mar, altitud de la ciudad de La Paz. Horror, la distinguida señora del Río, tan culta ella, no sabe que los futbolistas peruanos juegas, por lo menos ocho veces al año en ciudades por encima de 2300 metros sobre el nivel del mar. Y, claro, seguramente desconoce que sí, en el Cusco o en Huancayo, que también son parte del Perú, aunque les duela a algunos criollos decadentes, se juega futbol y, además, son cuna de deportistas, que en condiciones por demás modestas, logran silenciosos una serie de laureles para el país, que los castiga con su indiferencia.
De ese modo, como decía al principio, frente a un rival como Bolivia, la selección peruana, sus integrantes, e incluso los hinchas, vamos con el pecho henchido de orgullo, pues, al menos en lo mental, tenemos por lo menos medio partido ganado y, como "rival directo", no podemos perder esa chance. Claro, el único pequeño inconveniente es la altura, cuestión que, de antemano, se deja en claro que, como habitantes de un país de Costa, hace del equipo pequeño favorito.
Esperemos que el triunfalismo de esta selección, que se respira a pesar de la forzada humildad con la que se presentan, no los traicione a la hora de enfrentar a Paraguay, otro de los "rivales directos" que, sin embargo, ahora parece ser bastante mejor que nosotros.
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