El Altiplano constituye uno de los lugares que más me llama la atención. En el Perú, sus habitantes son criticados por "invadir" las diferentes ciudades del país, como por ejemplo Arequipa, el mismo Cusco, Tacna y también Lima.
Ahora bien, creo que esas críticas se basan en el hecho de que los "puneños" se adaptan con facilidad en el lugar que se hallen y esto quizá se debe a la dificultad de las condicioines climáticas y geográficas de su región. Es muy conocido su caracter de comerciantes y eso, además, los hace, a diferencia de lo que sucede con gran parte de los peruanos, proclives a la migración permanente, a la aventura. Y, aemás, las condiciones materiales de existencia de la región los marcan profunda, inolvidablemente. Hay como una identidad muy sólida, a prueba de balas.
Hoy en Puno, por ejemplo, han celebrado, según me indicaron, el día de la Pachamama. En efecto, la ciudad amaneció oliendo a incienso y así continuó gran parte del día. Se realizaron los conocidos pagos a la tierra y, en la noche, me encontré con una presentación de tres grupos mixtos de Sikuri, en el atrio del templo del Parque Pino (en el que se encuentra la Virgen de la Candelaria).
Resulta muy emotivo ver a esos grupos humanos tan comprometidos con su arte, con sus convicciones musicales, casi como religiosas. El frío es fuerte, hoy sí sentí la pegada. Pero todas esas personas, siguen bailando y tocando sus zampoñas y tinyas, en un despliegue de energía en el que también se ven envueltos los turistas de diferentes nacionalidades que recorren la ciudad.
En este segundo vídeo se aprecia al grupo que apreció con mejor vestimenta y con un grupo de chicas que bailaban y flameaban la andina Wiphala. Es como que algo va germinando de nuevo.
Es notoria la energía que se desprende de estos grupos humanos que creen en lo suyo, que aman los suyo y que, poco a poco, van reconstruyendo el mundo.
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