domingo, 16 de agosto de 2009

Un artículo para pensar

El proceso boliviano me ha cautivado y creo que lo que en ese país está sucediendo es algo de mucha relevancia histórica, no solo para Bolivia, sino (y por lo menos) para la región andina. Pero la serie de desaciertos en que incurre el gobierno de ese país (y en lo personal su Presidente) deja mucho que desear, pues afecta la propia continuidad del proceso iniciado. Por tanto, es importante que se empiece a manejar de mejor manera la política de imagen del gobiernos en ese país.
Lo contrario, el que se siga incurriendo con tanta frecuencia en gruesos errores y actitudes de gran torpeza, dará más municiones a enemigos declarados del proceso boliviano. En esa medida, por ejemplo, debo reconocer que encontré cierto fundamento a un artículo que hoy apareció en La República, de Augusto Álvarez Rodrich, a quien considero un buen periodista. Claro está que, desde una mirada típica de los sectores má acomodados y conservadores, dicho periodista se desbordó de pedantería y llega a efectuar un planteamiento ciertamente malcriado, cuyo clímax está en la frase: "Frente a esa pobre gente que vive con la mierda revuelta, es mejor no hacerles caso y dejar que se sigan revolviendo en ella". Es más, desde el título (que parafrasea la forma en que Vargas Llosa se refería a un personaje de la dictadura de Odría en su novela "Conversación en la Catedral"), se ataca directamente al Presidente de ese país. Transcribo el artículo publicado en La República:
"Evo M

¿Cómo responderle a un pobre lenguaraz?
Evo Morales sigue con su sarta de ataques contra el Perú, planteando otra vez el problema de qué hacer frente a un lenguaraz empedernido que –ahí está el detalle– preside un país vecino dentro de una complicación creciente de la geopolítica regional.Hace tres meses nos planteamos la misma pregunta en esta columna, luego de que el presidente Morales ‘amenazara’ con romper la relación diplomática con el Perú, y concluimos que lo mejor era actuar con prudencia e indiferencia frente a alguien cuya lengua es más rápida que su cerebro.
Aunque desde entonces Morales ha intensificado los ataques, hoy seguimos pensando igual. Hace tres meses le molestaban el asilo a los ex ministros bolivianos y la demanda limítrofe contra Chile, y ahora ha ampliado el repertorio.
Primero, con la afirmación de que la derecha boliviana ha contratado mercenarios peruanos para cometer atentados y desestabilizarlo, deslizando un auspicio del gobierno peruano. Segundo, con la idiotez de que una candidata peruana en un concurso internacional de belleza no puede usar el traje típico de la diablada, amenazando, incluso, con el ridículo de poner esta ‘disputa’ en la corte internacional de La Haya.
¿Por qué la obsesión de Morales con el Perú? Una posibilidad es que sus ataques tengan una motivación estratégica; por ejemplo, actuar por encargo de su patrón Hugo Chávez, o creer que enemistándose con García será recompensado por Chile.
Otra explicación podría ser su necesidad de afirmarse en el frente interno de cara a la elección que viene, para lo cual busca un enemigo externo como el Perú. Y otra es que estemos frente a un lenguaraz empedernido, uno de esos loquitos que ‘escuchan voces’ y no pueden vivir sin insultar. Mirko Lauer recordó ayer en su columna que el Perú no es el único objetivo en la mira de la metralleta verbal del presidente Morales.
¿Qué hacer? Cuando este boca floja disparó hace poco contra Chile y Argentina, sus gobiernos protestaron y Morales ofreció disculpas. Pero ‘cuadrarlo’ no va a servir en el caso peruano; al contrario, eso busca con desesperación.
¿Quién no se ha topado alguna vez con esos loquitos atolondrados que buscan hacerse de un espacio en la vida a costa de insultarnos sin sentido, atacando desde las ideas hasta los kilos que uno carga? Hay enemigos que es mejor evitar porque nos pueden desprestigiar. Frente a esa pobre gente que vive con la mierda revuelta, es mejor no hacerles caso y dejar que se sigan revolviendo en ella.
Así, el Perú debe seguir respondiendo las impertinencias inagotables de Evo Morales con indiferencia, que es lo que hacen, con acierto y paciencia, el presidente García y el canciller José Antonio García Belaunde".

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