Se ha publicado el "Diálogo de la Lengua entre Iwasaki y Paz Soldán", un exquisito documento en el que estos escritores e intelectuales peruano y boliviano, respectivamente, nos dan a conocer muchas de sus ideas, prejuicios, opciones, estrategias para el trabajo, la literatura y la vida misma.
Interesante la desmitificación que Iwasaki intenta respecto al logro de ser un escritor profesional y, por consiguiente, poder vivir de dicha actividad, destacando más bien la ardua labor que ello implica: "Yo, para poder escribir, tengo que hurtarle tiempo al descanso, a mi familia, a las vacaciones...".
Un enfoque, una experiencia distinta, Paz Soldán manifiesta su alegría frente al privilegio de poder vivir de sus libros: "El mundo académico de Estados Unidos me dio la posibilidad de escribir sin tener que estar pendiente de si los libros se venden o no. Y vivo de los libros, de la literatura, pero como profesor, aunque esa dedicación me deje tiempo para escribir, que es lo más difícil de encontrar".
Otro tema es el que surge tras la pregunta de Caridad Plaza: "¿Hay diferencias entre los escritores de dentro y fuera del país?". Y la respuesta de Iwasaki que, aunque apele a su ser japonés -o más bien, justamente por ello, pues a pesar de todo su fotografía nos muestra más que a un peruano de origen asiático a un peruano cobrizo -, confirma más su ser peruano, esa entelequia de la que intentamos fugar asiéndonos de algún remoto salvavidas sanguíneo que nos ubique en la vieja Europa o en cualquier lugar del primer mundo: "La polémica más que en el congreso, surgió en el Perú y yo, además, la viví a distancia porque eso de ser japonés es bueno —no soy ni andino ni criollo—. Pero quiero creer que hubo un malentendido que el tiempo ha ido apaciguando. En el Perú hay escritores que no han tenido necesidad de irse para tener prestigio literario. Aunque es muy reciente, hoy se puede tener estatus de escritor sin moverse del país". Interesante reflexión que informa de una posibilidad de éxito literario local. Sin embargo, habría que preguntarse si dicho éxito les está permitido también a los denominados escritores "andinos". ¿Escapa la literatura de los prejuicios que nos encierran como país? ¿Miguel Gutierrez o el mismo Oswaldo Reynoso han logrado algún éxito mediático? Cuando menos discutible.
Por otro lado, Paz Soldán, boliviano afincado en los Estados Unidos, insertado con cierto nivel de éxito, manifiesta una cuestión de importancia para todos los latinoamericanos radicados en el gigante hegemón: "Lo que me llama la atención es que, para el año 2020, se calcula que uno de cada cuatro norteamericanos tendrá ascendiente latino y, sin embargo, los profesores que enseñamos español en las Universidades en los Estados Unidos, pertenecemos a los departamentos de Foreign Lenguages, de Lenguas Extranjeras. Yo me pregunto, ¿hasta cuándo el español va a ser considerado una lengua extranjera?". Y es cierto, por qué considerar extranjero lo que ya no es, al menos culturalmente. Pero, no he leído una reflexión suya semejante en relación con, por ejemplo, las culturas originarias en su Bolivia natal, en la que gruesos sectores kechua o aymara hablantes están bregando sin cuartel porque en los territorios que un días les pertenecieron sean simplemente tratados como ciudadanos, es decir, no sigan siendo extranjeros en su propia tierra, víctimas de una dominación política, social, económica y cultural. Quizá sucede que cuando se está en la cúspide de la piramide social o, al menos, en una parte privilegiada, el resto no importa.
Por último, se ratifica la importancia no solo del yo del escritor sino también de sus circunstancias, esto con motivo de las ideas sueltas respecto al desaparecido escritor chileno Roberto Bolaño.
Interesante la desmitificación que Iwasaki intenta respecto al logro de ser un escritor profesional y, por consiguiente, poder vivir de dicha actividad, destacando más bien la ardua labor que ello implica: "Yo, para poder escribir, tengo que hurtarle tiempo al descanso, a mi familia, a las vacaciones...".
Un enfoque, una experiencia distinta, Paz Soldán manifiesta su alegría frente al privilegio de poder vivir de sus libros: "El mundo académico de Estados Unidos me dio la posibilidad de escribir sin tener que estar pendiente de si los libros se venden o no. Y vivo de los libros, de la literatura, pero como profesor, aunque esa dedicación me deje tiempo para escribir, que es lo más difícil de encontrar".
Otro tema es el que surge tras la pregunta de Caridad Plaza: "¿Hay diferencias entre los escritores de dentro y fuera del país?". Y la respuesta de Iwasaki que, aunque apele a su ser japonés -o más bien, justamente por ello, pues a pesar de todo su fotografía nos muestra más que a un peruano de origen asiático a un peruano cobrizo -, confirma más su ser peruano, esa entelequia de la que intentamos fugar asiéndonos de algún remoto salvavidas sanguíneo que nos ubique en la vieja Europa o en cualquier lugar del primer mundo: "La polémica más que en el congreso, surgió en el Perú y yo, además, la viví a distancia porque eso de ser japonés es bueno —no soy ni andino ni criollo—. Pero quiero creer que hubo un malentendido que el tiempo ha ido apaciguando. En el Perú hay escritores que no han tenido necesidad de irse para tener prestigio literario. Aunque es muy reciente, hoy se puede tener estatus de escritor sin moverse del país". Interesante reflexión que informa de una posibilidad de éxito literario local. Sin embargo, habría que preguntarse si dicho éxito les está permitido también a los denominados escritores "andinos". ¿Escapa la literatura de los prejuicios que nos encierran como país? ¿Miguel Gutierrez o el mismo Oswaldo Reynoso han logrado algún éxito mediático? Cuando menos discutible.
Por otro lado, Paz Soldán, boliviano afincado en los Estados Unidos, insertado con cierto nivel de éxito, manifiesta una cuestión de importancia para todos los latinoamericanos radicados en el gigante hegemón: "Lo que me llama la atención es que, para el año 2020, se calcula que uno de cada cuatro norteamericanos tendrá ascendiente latino y, sin embargo, los profesores que enseñamos español en las Universidades en los Estados Unidos, pertenecemos a los departamentos de Foreign Lenguages, de Lenguas Extranjeras. Yo me pregunto, ¿hasta cuándo el español va a ser considerado una lengua extranjera?". Y es cierto, por qué considerar extranjero lo que ya no es, al menos culturalmente. Pero, no he leído una reflexión suya semejante en relación con, por ejemplo, las culturas originarias en su Bolivia natal, en la que gruesos sectores kechua o aymara hablantes están bregando sin cuartel porque en los territorios que un días les pertenecieron sean simplemente tratados como ciudadanos, es decir, no sigan siendo extranjeros en su propia tierra, víctimas de una dominación política, social, económica y cultural. Quizá sucede que cuando se está en la cúspide de la piramide social o, al menos, en una parte privilegiada, el resto no importa.
Por último, se ratifica la importancia no solo del yo del escritor sino también de sus circunstancias, esto con motivo de las ideas sueltas respecto al desaparecido escritor chileno Roberto Bolaño.
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