domingo, 30 de noviembre de 2008

Una página web literaria de interés


No conozco y no he leído nada del escritor Luis López Nieves, pero me encontré su página web, en la que, además de recopilar su propia producción, ha elaborado una enjundiosa biblioteca virtual. Les sugiero revisarla.

jueves, 27 de noviembre de 2008

La utilidad de la inversión extranjera

El culto que se le rinde a la inversión extranjera ha llegado en el Perú a ribetes que francamente me parece que han perdido un criterio básico: el de realidad. Entiendo la importancia de la inversión extranjera, pero la concibo en tanto medio o herramienta para lograr un fin mayor que es el desarrollo del país, su crecimiento. No admito la idea que la inversión extranjera sea un fin en sí mismo, una suerte de tótem sagrado al que no debe tocarse ni con el pétalo de una rosa crítica. Sobre este particular, creo fundamental enfatizar lo que Humberto Campodónico afirma con contundencia:
"En materia de inversión extranjera directa (IED), los países asiáticos han priorizado la entrada de inversiones que promueven la creación de mayor valor agregado, lo que les ha permitido entrar a la competencia mundial de productos industriales (allí están las exportaciones chinas y coreanas). Pero aquí se sigue sobrevendiendo la idea de que basta con la IED en actividades extractivas (minería, petróleo, gas), lo que consolida el modelo primario exportador".
Esta premisa me parece el punto de partida necesario y mínimo para darle el criterio utilitario que la inversión extranjera debe cumplir en nuestro país. De lo contrario, la historia funesta de las oportunidades perdidas, se volverá a repetir.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Realidad e imaginario social en el Perú

Gonzalo Portocarrero publicó un post titulado El fantasma del patrón y la crisis de la autoridad, que merece ser comentado. Cito un fragmento:
"Es visible la crisis de autoridad en la sociedad peruana. Las leyes no son acatadas o son abiertamente resistidas. La corrupción (principalmente) entre los de arriba y la violencia (principalmente) entre los de abajo compromete la gobernabilidad de la sociedad peruana [...]
”En el mundo colonial existió un déficit de legitimidad. Pero ahora esta situación se ha propagado por todo el país. El hecho es que la legitimidad tradicional, asociada a la dominación étnica y el racismo, no ha sido reemplazada por una legitimidad moderna, burocrático-legal [...] Vivimos en lo que siguiendo a Agamben podríamos llamar un "estado de excepción". Una articulación compleja donde coexisten tras la autoridad las figuras del representante y del patrón, y tras los representados, las figuras del ciudadano y del siervo. La herencia colonial sigue reproduciéndose.Ahora bien, la aceleración de la crisis de autoridad revela que el desvanecimiento de la autoridad tradicional, basada en la relación patrón-siervo, es más rápido que la cristalización de la autoridad moderna, basada en la relación representante-ciudadano. Entonces se abre una brecha, una situación anómica, donde ninguna de las dos funciona eficazmente. Tenemos ciudadanos que no han dejado de ser siervos y representantes que aún son patrones. Y ambos se inculpan mutuamente [...] En todo caso, las imágenes del otro como patrón corrupto o como pobre ignorante debilitan la autoridad al punto en que medidas plausibles desde la perspectiva del bienestar colectivo son primero impuestas y luego resistidas, de manera que no pueden implementarse. A veces ni siquiera es posible un debate argumentativo [...]
”[...] los imaginarios están desfasados respecto a la realidad [...] la consecuencia es la desconfianza y la dificultad para dialogar, la intensificación acaso innecesaria de la conflictividad
”Dentro de la subjetividad colectiva late la presencia del siervo humillado que quiere arreglar cuentas con lo que ahora es sobre todo un fantasma [... ]
”El fantasma del patrón está presente en las mentalidades colectivas de gente que no se acaba de sentir ciudadana. Es decir el fantasma del patrón oculta otro fantasma, el del siervo [...]
”[...] la transición no es sólo una coyuntura subjetiva, de cambio en el imaginario colectivo, sino que es también una realidad objetiva. Es decir, detrás de la autoridad está (aún) el patrón y detrás del ciudadano está (aún) el siervo".
Esto es acertado en la medida en que el imaginario social peruano no ha llegado aun a establecerse del todo en relación con la realidad y todavía hay esa serie de complejos de ida y vuelta, de arriba hacia abajo y viceversa. Eso que, de alguna manera, ayuda a entender también el surgimiento de una corriente indigenista, por ejemplo, conformada por intelectuales más bien mestizos y cuyas reinvindicaciones fueron acogidas solamente de manera parcial por las poblaciones originarias o indígenas. (A manera de una breve digresión, recuerdo que José Carlos Huayhuaca, señalaba que en el caso de Martín Chambi no estábamos frente a una fotografía indigenista, sino indígena. Y es eso lo que en nuestro país no se presenta, no al menos de manera abierta o masiva, a diferencia de lo que ocurre en Bolivia, donde existen importantes intelectuales indígenas). Muchos de esos intelectuales indigenistas, reinvindicaban los derechos de las poblaciones indígenas a través de su arte y de su discurso, pero en la práctica vivían en sí mismos el profundo conflicto que aun separa cultural y hasta étnicamente esos grupos humanos.
Es más, hoy en día en el Perú se presenta esa contradicción por la cual se denuncia, en las encuestas, el profundo racismo en el Perú y, sin embargo, cuando se consulta si uno mismo es racista, la mayoría señala que no; pero, al mismo tiempo, es conocido el recurso de búsqueda de algún hito consanguíneo extranjero para explicar el origen de la familia. Profundas contradicciones.
Portocarrero señala que son los ciudadanos-siervos los que, en lo fundamental, hipertrofian la percepción del fantasma del patrón, pero eso no parece ser injustificado, toda vez que, por ejemplo, en la publicidad que diariamente nos machaca el cerebro y todos los sentidos, el mensaje subliminal que transmite es el de la pervivencia de, justamente, ese fantasma que, en todo caso, se niega a descansar en paz. Habría que exorcizarlo, pero ello implica un reto político mayúsculo. Y es en ese momento que, otra vez, nos estrellamos con la evidencia que es justamente la autoridad-patrón la que percibe, hipertrofiada, la imagen de ese fantasma del siervo ignorante. Y, por ello, cada evento de reinvindicación es tachado, inmediatamente, aunque no necesariamente en los canales oficiales, de ignorancia o hasta salvajismo.
Cuando Portocarrero, hace el análisis de la novela de Zein Zorrilla, Camino al Purgatorio (que no he leído y tampoco conocía), me parece que aborda esta relación contradictoria entre el hijo del gamonal (que vuelve al pueblo) y los descendientes de los siervos (anónimos, aparentemente) con cierto prejuicio que muestra al primero como un arrepentido, aunque inconscientemente acostumbrado a mandar, versus los resentidos que quieren evitar a toda costa la vuelta del pasado (sugiero la lectura de la breve biografía que de Andrés Alencastre Gutierrez hace Odi Gonzales). El tema es de alta complejidad y me parece que no puede inclinarse, prima facie, la balanza en ningún sentido, aunque no pueda negarse las innumerables injusticias que se han cometido en el ejercicio del poder en nuestro país, desde un punto de vista político, cultural, económico y social.
Por último, tampoco coincido con Portocarrero en su apreciación respecto al proyecto que presentara Martha Hildebrandt (con quien trabajó, sino sigue trabajando todavía Rafael Tapia, amigo y colega de Portocarrero) respecto a la relativización de la gratuidad de la enseñanza en las universidades. Creo que los estudiantes tienen sobradas razones para desconfiar y no me parece que ello se deaba a esa suerte de paranoia que señala. Por el contrario, me puse a recordar todo el tema que se dio en relación con el programa de esterilizaciones forzosas. Por supuesto que esas realidades no quitan la posibilidad de pensar en proyectos de ese tipo y que quizá sean atendibles, pero lo que debiera lograrse en primer lugar en el Perú es el restablecimiento de la confianza, pues sino cómo confiarle a nadie nuestro futuro.

lunes, 24 de noviembre de 2008

La canción andina

Gracias a un post de Amazilia Alba, he podido conocer al artista ocabambino Porfirio Ayvar, en quien puedo ver la misma preocupación por atender la demanda que antes empezaron a satisfacer diversos artistas andinos como el Duo Gaitán Castro, Alborada, Uchpa, por solamente citar algunos: la modernización de la canción andina e, incluso, su urbanización, si se quiere apostar a futuro. Esto llegó a su máxima expresión con la banda Uchpa que, además, empezó tocando en el denominado "circuito vernacular" donde, a pesar de tratarse de un público plural generacionalmente hablando, recibió buena acogida. Y en el caso del público que se aprecia en los videos de Porfirio Ayvar colgados en ese post, se puede notar también que, aunque esencialmente juvenil, hay también personas que ya no podrían, aunque se extienda la cuerda en demasía, ser consideradas jóvenes, cronológicamente al menos. Y eso es algo bastante llamativo, al menos en sectores urbanos más occidentalizados en los que la división generacional se presenta de manera algo más marcada.
Por otro lado, Amazilia escribe que a ella no le gusta mucho el huayno misti [sic] "por su temática de amores contrariados y tristes" y esta afirmación me da pie para hablar de algo que siempre me ha perseguido. Aprecio la literatura y dentro de ella la poesía. La poesía es diversa, pudiendo darse versiones poéticas abstractas en su construcción metafórica (como César Vallejo entre nosotros, o Tomas Eliot) o versiones "más sencillas" y directas (como Pablo Neruda o Gustavo Adolfo Becquer). Lo que destaco de ese quehacer artístico es su inefable logro en la construcción de la belleza, independientemente de la forma. Cito algunos versos para tratar de ilustrar lo que digo:
"Amada, en esta noche tú te has crucificado
sobre los dos maderos curvados de mi beso;
y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado,
y que hay un viernes santo más dulce que ese beso".
(César Vallejo)
"Yo observo: «¡Nuestra amiga sentimental, la luna!
O quizás (es fantástico, confieso)
puede ser el globo del Preste Juan
o una vieja y abollada linterna colgada en lo alto
para alumbrar a los pobres viajeros en su angustia».
Y ella entonces: «¡Cómo divagas!»".
(Thomas Eliot)

"Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos".
(Pablo Neruda)
Podrá nublarse el sol eternamente;
Podrá secarse en un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la tierra
Como un débil cristal.
¡todo sucederá! Podrá la muerte
Cubrirme con su fúnebre crespón;
Pero jamás en mí podrá apagarse
La llama de tu amor".
(Gustavo Adolfo Bécquer)
Simplemente, con esta cita arbitraria de versos de estos poetas, quiero mostrar que la belleza no tiene una única forma de expresión. Y el amor ha sido uno de los temas más recurrentes en las artes en general, lo que no le quita por sí mismo nada.
Sin embargo, en el caso de la canción andina y, con especial énfasis en el huayno, se da también una profunda variedad, dentro de la cual el tema amoroso y la tristeza y melancolía han sido el monotema, especialmente en esa vertiente más comercial a la que asociaría con mayor propiedad el uso del término "vernacular", en la que, al igual que en cualquier versión comercial del arte, importa más el marketing del producto más que su calidad; en esos huaynos, por ejemplo, se han trabajado con gran simpleza las letras, prácticamente a un muy básico nivel:
"Qué lindos son tus ojos
Qué dulces son tus labios
Hermoso chico eres tú
De lindos ojitos negros".
(Dina Páucar)
"Quien no para en las cantinas
tomando una cervecita
quien no vive una decepcion
quien no llora por un amor".
(Sonia Morales)
La crítica oficial del arte, especialmente limeña y criolla, equiparan música andina con estas expresiones vernaculares. Eso es totalmente errado, pues frente a ello, tenemos otras variantes del huayno:
"Yo no soy la piedra dura, que con el cincel se labra,
ni soy como el acero, que se funde con la fragua.
Yo soy el agua de puna, que labra la cordillera,
y cuando hay avenida, abre surcos donde quiera".
(Duo Arguedas)
"Lloraré en silencio, negra,
hecho pedazos, mi amor herido,
al leer tu última carta,
donde me dices ya no te quiero.
La culpa yo no la tengo,
si el quererte fue un delito [...]"
(Sonia Yasmina, intérprete)
Siempre he creído que la canción es el resultado de la combinación de música y poesía y, por ello, me parece muy importante el que se trabaje mucho las letras de una canción. Creo que la actualización de la canción andina implica un trabajo más profundo a nivel de las letras, en kechua o en castellano, un acercamiento más artístico, independientemente del tema que es adjetivo. Esto no puede pasarse por alto. Y en este aspecto, la música ayacuchana ha mejorado muchísimo también. Y estas letras no pueden persistir excluxivamente en ambientes bucólicos que no describen un Perú más bien mayoritariamente urbano.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Recuerdos de un hombre triste

El hombre triste está caminando en Polvos Azules, de compras, con su mujer, sus hijos y su madre. El tiempo endurece el alma o la liquida. Él camina ahora con paso firme y recuerda el tiempo en que miraba a su padre como un dios, con la seguridad que le proporcionaba su voz, con la alegría que le brindaba en cada aventura que lo acompañaba; esa era la vida de héroe que quería vivir, en el campo, lejos de la ciudad, escuchando el ruido del agua corriente de los ríos, el sonido del silencio en la madrugada.

Hoy está él, el hombre triste, caminando con la firmeza —aquella que lo sostiene a pesar de las grietas y de los alaridos— que quizá un día sus hijos recuerden y utilicen como huellas. Pensaba en ello cuando se encontró con un amigo de la adolescencia, un artista que consiguió un premio de arte a nivel nacional, con un óleo que repensaba el lunes santo cusqueño, al pie del Taytacha de los Temblores, ese rito que trasciende largamente el estrecho catolicismo y que no disfruta desde muchos años atrás. Intercambiaron números telefónicos y correos electrónicos para poderse encontrar otra vez. Antes de despedirse él soltó aquella bomba: ¿te acuerdas de SG?, preguntó. Sí lo recordaba, claro está. SG había estudiado dos años en la Facultad de Arte de su Universidad y luego abandonó los estudios. Esto último no lo sabía. Sucede que aquel amigo estuvo trabajando en diversos proyectos sociales, confirmando de ese modo el destino de éxito que desde su adolescencia atisbó, hasta que una misteriosa picadura de algún mosquito o bicho lo llevó de emergencia a un hospital en el que fue víctima de una mala práctica médica que lo dejó casi dos años en estado vegetal. Y aquela tragedia concluyó con su deceso hace poco tiempo.

Volvieron entonces las imágenes de un tiempo antiguo, difícil y complejo pero era el principio del camino. Estaba, con el afán tristón de siempre, deambulando en el parque de la urbanización en la que vivía. La había conocido a ella, tres años mayor, ya no recuerda cuándo, pero se enamoró perdidamente de sus cabellos largos y castaños, del diente montado en la encía que la hacía dueña de una imperfecta divinidad, de su permanente vestir de modelo. Nunca se lo dijo, nunca excepto aquella noche de borrachera desbordada en que se ahogó en la triste melodía de su locura y selló las puertas cerradas del corazón de su diosa. Y aquella diosa sucumbió justamente a las palabras y al arte de SG —quien, por la seguridad que destilaba y ese poderoso imán que escondía para las mujeres, le recordó a su padre—, él doblegó sus defensas y la estrechó fuertemente por la cintura, susurrándole palabras quizá más hermosas, pero nunca aquellas que Añadir vídeoél soñó en recitarle. Le habló de amaneceres juntos, contemplando cada estrella, cada destello en su mirada; pero estaba seguro, ahora que recordaba, que jamás pudo haberle dicho que contemplaría su corazón palpitante, como se lo pudo ofrecer él, hombre triste, al calor de una fogata, en una noche fría, lejos de la ciudad, en un paraje solitario, a la vera del río de siempre, sin luces y sin cemento, pero sí con luciérnagas y aire frío. Habrían quizá saltado por encima del fuego, jugando habrían hecho el amor, crepitando con cada rama que se hacía brasa, muriéndose de amor en cada embestida. Pero nada de eso fue y sí en cambió abdicó a dios.

Y todo, en ese capítulo de su vida, fue un vano esperar que se agotó con el tiempo y que hoy volvió al recuerdo con la muerte de quien logró todo aquello que él construyó solo en los anhelos.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Guitarra ayacuchana: río claro, río turbio

La música ayacuchana es una de las expresiones más logradas dentro de lo que, gruesamente, podría llamarse "música peruana". Entre los nombres que se me vienen a la memoria están Bertha Barbarán, el Duo Arguedas (con canciones de calidad excepcional), Martina Portocarrero, los propios Gaitán Castro (en su época inicial, fundamentalmente). Y podría seguir la lista. Sin embargo, creo que la guitarra ayacuchana tiene sus dos mayores exponentes en Raúl García Zárate y en Manuelcha Prado.

A este último, en una entrevista en homenaje a García Zárate, le preguntaron cómo definía el arte de García Zárate y este respondió que veía en él un río que descendía desde los Andes, límpido y transparante. El periodista le retrucó de inmediato cómo definía su propio arte. Manuelcha Prado siguió utilizando la misma metáfora, solamente que dijo que en ese caso se trataba de un río turbio y cargado por las lluvias, casi un huayco.

Nunca he escuchado ni leído una mejor definición del arte de estos dos grandes artistas.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Una mirada reflexiva de la elección de Barack Obama

La reciente victoria electoral de Obama en EEUU ha sido motivo de expectativa y comentarios en todo el mundo. Y el color de su piel le ha dado un matiz importante a estas elecciones. Así, Evo Morales, Presidente de Bolivia ha manifestado que "Yo creo que el mundo ha empezado a cambiar. En Bolivia me llaman el indio presidente y en Estados Unidos ya hay un negro presidente".

Pero creo que es importante que se de una mirada más profunda a este tema. De ese modo, Immanuel Wallerstein ha escrito que "En Estados Unidos, como en Sudáfrica [de 1994, cuando fue elegido Nelson Mandela], ocurrió el amanecer de un nuevo día. Aun cuando sea un día imperfecto, es un mejor día que antes. Los afroestadunidenses, pero también los hispanos y la gente joven en general, votó por Obama en aras de la esperanza –esperanza difusa, pero real". Ese artículo me parece ciertamente indispensable de leer.