miércoles, 2 de junio de 2010

Dos artículos sobre la reacción ciudadana por la liberación de Lori Berenson

Transcribo dos artículos, el primero de Ricardo Vasquez Kunze, un abogado neoliberal, y el segundo de Carlos Reyna. En ambos se reflexiona sobre la reacción ciudadana frente a la liberación por el Poder Judicial de Lori berenson, luego de 15 años de purgar pena por delito de terrorismo. Como se recordará, ella fue miembro del Movimiento revolucionario Tupac Amaru.




Jauría

Ricardo Vásquez Kunze

No hay algo más repugnante al espíritu humano que las jaurías. Y lo es porque la jauría es la esencia misma de la animalidad. Una grey de bestias, llevada por el instinto de la cacería, es empujada a perseguir, acosar, horrorizar y, finalmente, atrapar a su presa para destazarla y devorarla en un banquete sangriento. La jauría ofende a la justicia porque, precisamente, no hay justicia en la naturaleza. Todos contra uno nunca será justo para hombre alguno, salvo que el hombre haya abandonado el cuerpo y lo haya poseído el animal. Así actuaba el terrorismo con sus víctimas. Por eso es que el terror de toda laya es el antónimo por excelencia de la civilización.

Lori Berenson, la terrorista, ha sido puesta en libertad condicional luego de 15 años en la cárcel. Así lo han dispuesto la ley y la jueza que, para todos los efectos objetivos en el mundo civilizado, son la voz de la justicia. Quienes han sido sus celadores durante tres lustros han informado que Berenson se ha rehabilitado. Que ha cumplido con todas las normas y procedimientos que el Estado peruano requiere para medir este fin en sus códigos legales.

No soy quién, a diferencia de muchos, para refutar y ni siquiera opinar contra el informe de sus celadores. Y esto por un mínimo de sentido común. Yo he estado en mi casa durante estos últimos 15 años y no en la cárcel. Por lo tanto, no puedo oponerme ni opinar sobre lo que no conozco. Si sus propios celadores dicen que Berenson se ha rehabilitado, pues ellos mejor que nadie sabrán por qué lo dicen y asumirán su responsabilidad. Lo mismo con la jueza. Desde mi sala, nadie puede conocer lo que la jueza sabe por el expediente. Entonces, cómo pretendería yo insinuar que se ha equivocado. ¿Con qué derecho, con qué razón, con qué pruebas?

Pero si esto hiere ya el sentido común, la jauría –sí señores y amigos, porque eso es– ofende la humanidad. Una histeria colectiva se ha puesto a perseguir a Berenson tal cual el terrorismo perseguía y cazaba a sus víctimas. Piquetes vociferantes en la puerta del edificio donde con todo derecho ha fijado su residencia. Declaraciones asustadizas del alcalde diciendo que por su bien mejor se vaya para que no perturbe el orden público (¿quién, Berenson o los destemplados vociferantes?), fotos en portada de la administradora del predio que la acoge (¡cómo si fuera una delincuente!); en fin, un ensañamiento intolerable para una sociedad civilizada que le niega cualquier oportunidad de cambio a un ex delincuente en su primer día de libertad.

No me tembló la mano cuando hace tiempo escribí a favor de Moisés Wolfenson luego de que tras varios años detrás de las rejas se hacía obvio un ensañamiento para retenerlo allí. Hoy tampoco me tiembla para elevar mi voz contra el ensañamiento que vive Lori Berenson. Espero, sinceramente, que se haya rehabilitado. Pero más espero que la que se rehabilite sea nuestra sociedad. Una jauría nunca es ejemplo para nadie civilizado.





La vecina Berenson

Carlos Reyna

Hay una paradójica mezcla de lo racional y lo irracional en las diversas reacciones frente a la liberación de Lori Berenson, ex integrante del MRTA.

El fallo liberador de la jueza parece tener fundamentos legales difíciles de cuestionar. Se habrían cumplido todos los requisitos para que ella resuelva de ese modo. Lo han admitido, entre otros, el presidente de la Corte Suprema, el actual ministro de Justicia, y el anterior titular del cargo.

Un examen razonable del caso Berenson mostraría que sería sincera su admisión de culpa por haberse vinculado al MRTA. Igual, su decisión de hacer una vida en paz, priorizando a su hijo y a su familia. No es raro este tipo de rectificación en ex integrantes de grupos políticos armados, incluso de sus más altos rangos.

Veteranos ex guerrilleros ahora son parte de gobiernos moderados en Uruguay y El Salvador, o han sido congresistas y gobernadores en Colombia. Dos ex jefes de los Montoneros argentinos fueron, después, un profesor de economía y un funcionario de la empresa Bunge & Born.

Del MRTA no se sabe nada hace tiempo. Decenas de ex miembros del grupo se han dedicado a la actividad legal, incluso política en varios casos. Al no haber sido celebridades de la guerrilla, se liberaron de la repulsa vecinal. Pero Lori Berenson, que no fue importante en el MRTA, sí ha sido notoria.

El rechazo a la liberación de Berenson, pese a que pueda ser explicable, ha tenido expresiones de poca razón. Un terrorista siempre es terrorista, hueles a sangre, han gritado algunos congregados frente a su casa. Como eco de la calle, varios narradores de noticias la han seguido llamando terrorista. Políticos, prestos a pescar simpatías, se han desgarrado las ropas.

El politiquero busca votos nada más. El amarillismo visual o impreso solo busca vender. La gente de la vecindad tiene temor.

Poder, dinero y miedo con frecuencia dan lugar a la irracionalidad. SL y el MRTA buscaron poder por la violencia, aportando bastante al clima irracional que produjo tanto infierno.

El miedo de la gente también tiene un fundamento racional: el deseo de vivir en paz, la disposición a mantener el barrio en calma, aunque no puedan o no quieran ver que el país o Lima siguen siendo muy violentos, con Berenson o sin ella.

1 comentario:

exilio inmóvil dijo...

Derik, muy interesantes ambos artículos y en los dos se evidencia - guardando distancias - que la Sra. Berenson ha sido puesta en libertad (restringida, dicho sea de paso) al amparo de la legalidad, situación que los peruanos deberíamos aprender a respetar como parte de la construcción de nuestra incipiente cultura institucional. Nuestro orden determinó las reglas a las cuales Lori Berenson se acogió ¿resultan civilizados los insultos miraflorinos?