miércoles, 6 de enero de 2010

La oración de Gastón Acurio

Ante todo, señalar que hace un tiempo escribí un post sobre un artículo de Gastón Acurio que me pareció sumamente interesante. Es más, por falta de tiempo y dedicación no amplié ese post sobre la base de otro artículo suyo, más amplio, que leí en la revista Poder. En dicho artículo, Acurio se pregunta lo siguiente: "¿No será que primero debemos definir, entre todos quienes hemos tenido una oportunidad o una cuota de poder en nuestro país, una ética y unos objetivos comunes que nos conduzcan por una línea de comportamiento inquebrantable, que logre recuperar la confianza y la fe de la población en líderes cuyo único norte sea el desarrollo del Perú?".

Creo que, sin lugar a dudas, Gastón Acurio es el empresario que debiera tomarse como ejemplo a seguir, pues lo suyo no es simplemente una búsqueda comercial, sino que se trata, además, de un compromiso con el lugar en que nació y con los suyos.

Sin embargo, hace apenas unos días me llegó por correo electrónico, el texto de la oración que habría leído en el Día Mundial de la Oración. En dicho texto, muy simpático aunque por momentos con excesos de miel, he podido apreciar lo que, en el video que cuelgo se puede apreciar de mejor manera: que esa oración es la oración de la gente que teniendo el poder quiere llegar a convencerse de que es tiempo de dejar de pensar solo en ellos y que hay que empezar a pensar también en los demás.

Lo primero que hay que destacar es que se vuelve a poner de moda aquello de que el Perú es rico por donde lo veamos, por lo que le dice a dios lo siguiente: "reuniste todas las riquezas, todas las sangres, todos los climas, todas las oportunidades para que un día este pedazo de la tierra sea el más hermoso de los espacios para vivir.Llenaste sus montañas de oro, plata y minerales. Pusiste inmensos lagos de gas y petróleo bajo sus selvas, y sobre ellos, árboles, vegetación y naturaleza infinita". Algo así como que somos los elegidos y solo falta que nos demos cuenta de ello para lograrlo. Una visión mesiánica del país, que no me agrada, toda vez que es contraria a la humildad que se pregona en la propia oración.

Lo que sí, por supuesto, esa visión está referida al país como territorio geográfico y hasta lo que son sus culturas, dejando respirar el profundo racismo que nos agobia como país, pero contra el cual no luchamos y ni siquiera reconocemos: "Hiciste que vinieran todos los hombres y mujeres del mundo a instalarse en nuestra tierra trayendo consigo lo mejor de sus mundos bajo el brazo. Y vinieron gentes de Europa, de Asia y de África. Todos a asimilarse y mimetizarse con las antiguas culturas del Perú, formando un hermoso y envidiable crisol de culturas único en el mundo". Ni una palabra de las gentes que habitaron ancestralmente estos territorios y en cuya obra se sustenta la grandeza de la cultura andina. Claro, el hombre andino, los indígenas (y con ello, mucho de nosostros mismos) es despreciado y a lo más que se llega es a apreciar su "cultura". Pero el ser humano no cuenta, salvo para que los que tienen una cuota de poder los ayuden, cual obra de caridad.

Como en toda oración, la humildad debe ser el traje necesariamente: "Señor todopoderoso, estamos aquí para decir y reconocer con humildad que tu no nos has fallado. Que esta tierra no nos ha fallado. Somos nosotros los que hemos fallado". ¿Quiénes son esos "nosotros"?, ¿solamente aquellos peruanos elegidos para esta última gran batalla?, ¿quiénes son los hombres y mujeres elegidos para conducir a nuestro pueblo y nuestro Perú?, ¿nuestros poderosos que miran con indiferencia el mundo que los rodea?

Creo que esta oración es de aquellos que estando arriba se conduelen de los que están abajo y quieren su mejoría, aunque, claro está, ello no significa perder los beneficios de esta sociedad.

En ese snetido, prefiero al GAstón Acurio laico que escribía en la revista Poder lo siguiente: "En la justicia, ¿queremos seguir echando la culpa de la corrupción de nuestro sistema judicial a sus funcionarios?, ¿o enfrentar la realidad de que son los abogados, y sus a menudo muy influyentes y respetados clientes, los que corrompen y quiebran un sistema que debe ser, con urgencia, un impecable y admirado modelo judicial, que le devuelva a su pueblo la fe en la justicia de su patria, y, a las inversiones en general, las garantías correspondientes?".



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