miércoles, 20 de julio de 2011

Paucartambo y la cusqueñidad

A Yuri, muyuqmasiy, agradeciendo las
atenciones y su cariño en el Cargowasi de Contradanza.


A Amílcar, wayqey, por nuestro reencuentro, lleno
de coincidencias y discrepancias, de nostalgia, de esperanza.


A Tatiana, sonqochallay, por el compartir de estos cinco días
intensos de peregrinación y celebración, parte de nuestro camino.


Tatiana, mi compañera, y yo viajamos a Paucartambo, una vez más, para celebrar la Fiesta de la Mamacha Carmen. Llamativa coincidencia, elegí como libro de viaje el titulado "Las élites cusqueñas", de José Tamayo Herrera y de Eduardo Zegarra Balcázar. Coincidencia, pues esta vez mi percepción de la Fiesta y su entorno ha sido más positiva que el año pasado, y, por su parte, los autores de ese libro nos presentan, más humanizadas y, por tanto, menos acartonadas, a las élites cusqueñas del siglo XX y XXI.

Esta vez, en Paucartambo, me encontré cosas muy positivas, como, por ejemplo, la contratación por parte de la Municipalidad Provincial de Paucartambo de mujeres, fundamentalmente campesinas, que escoba y recogedor en manos, se pasaban todo el día limpiando la pequeña ciudad de las agresiones, conscientes o inconscientes, de los miles de visitantes que llegan a la festividad entre el 14 y 18 de julio. En líneas generales, más allá de la constante agresión de la contrahigiene, estas mujeres, ganándose algún ingreso económico, aportaron muchísimo en el mantenimiento del pueblo en condiciones casi impecables, incluso en la callecita sin nombre que era un excusado público y hediondo hasta la fiesta pasada.

El tema de la seguridad también fue enfocado de manera muy adecuada. La propia Municipalidad Provincial ha montado su Serenazgo, para lo cual ha reclutado jóvenes lugareños que recorrían en grupos de dos o tres las callecitas del pueblo, aun en las horas de mayor congestión. Asimismo, había otro grupo de Serenos, mejor uniformados y apertrechados, que, según me dijeron, habían sido enviados por la Municipalidad Provincial del Cusco. Y, por último, un importante destacamento de la Policía Nacional del Perú. Sin perjuicio de que el pueblo volvió a ser un enorme bar, las borracheras y los borrachos no generaron mayores incidentes.

Otro tema que creo es importante destacar es el de la mejora sustancial de la presentación de varias danzas antes consideradas menores; una de esas es la de los Panaderos, danza en la que han incursionado diversos jóvenes, varones y mujeres, que le ha impreso un aire renovado a esa danza que antes era sumamente vulgar y simple; las jovencitas que bailan hoy, al momento de presentarse en El Alba, sin trajes, lo hicieron muy bien vestidas, con mucha femenidad, elegancia y hasta sensualidad. Es más, tuve la oportunidad de apreciar su coreografía completa y me dejó gratamente impresionado, por la calidad de sus bailarines, especialmente unas dos parejas, así como por la vestimenta, especialmente de las mujeres.



Una impresión similar me dejó el Wayra, danza que ya el año pasado había notado bastante más sofisticada que en años anteriores. Es decir, más y más danzas pugnan, pacíficamente, por ganarse un espacio en esa festividad que hasta hoy es manejada o conducida por un grupo oligopólico, en el que podría señalarse a danzas como el Qapaq Negro, el Saqra, el Majeño, la Contradanza, debiendo añadir para los aspectos fundamentalmente religiosos al Qapaq Qolla y al Qapaq Chunchu. Hoy encontramos danzas que muestran mucha riqueza en sus vestuarios y también en sus coreografías, como el Danzaq, el Negrillo, las Chunchachas, los Paukartampus, los PanaderoS. Esta correlación de fuerzas, seguramente, quebrará en un futuro no muy lejano incluso las "preferencias" de la Mamacha Carmen por algunas danzas de hoy. En hora buena, pues la cima aletarga la dinámica de quienes permanecen mucho tiempo en ella.


Sin perjuicio de lo anterior, insisto que la Fiesta debe albergar a los creyentes y también a los no creyentes, pues hay mucha gente que llega, más que por un fin místico, con un afán estético; lamentablemente, con la cantidad de visitantes que abarrotan Paucartambo esos días, es imposible que alguien pueda apreciar todas las danzas, con su despliegue coreográfico completo. Tendría que seguir a cada una de esas danzas y visitarlas en su Cargowasi. Pero no todos son invitados. Y en las calles, envuelto en el torrente humano caótico, no puede apreciarse con comodidad esas danzas. Por ello, justamente, debería abrirse un espacio en el que las Danzas, aunque esto quiebre la rígida tradición, se presenten a una hora exacta, de manera sucesiva, para un público que disfrutará del espectáculo. El lugar podría ser el Estadio de la provincia, donde bastaría que se instalen un tabladillo y, de ser el caso, algunas tribunas. Lo importante sería darle comodidad a los espectadores los que estarían dispuestos a pagar el precio razonable que se establezca, lo que a su vez permitiría que la Municipalidad genere algunos ingresos económicos. Como parte de la tradición, se instalan en la Plaza del pueblo unas graderías que este año se comerciaron, por parte de la Municipalidad, a S/. 5 para poder ver la Guerrilla. Creo que la hora de la Guerrilla podría ser un espacio de tiempo en el que se abra, además, un escenario alternativo que permita que las danzas que no participan en ella, sí ofrezcan el espectáculo para todos los espectadores que no estén interesados en un espectáculo que cada vez más veo repetitivo y poco artístico como es la guerrilla. Personalmente, acudiría con gusto, desde antes de la hora fijada incluso, al lugar donde se concentraran, de manera sucesiva, las danzas para apreciarlas.


Otro tema que debiera repensarse es el de la visita al Cementerio. Creo que ese espacio, como este año por los lamentables accidentes que se sucedieron en la carretera Cusco Paucartambo, debiera ser de mayor intimidad para aquellos que quieren recordar, con tristeza y/o con alegría, a sus muertos. Me parece excesivo el espectáculo que se ha tejido en torno a ese espacio, en el que, por las cantidades de visitantes, se ha perdido hace mucho tiempo el respeto a la sacralidad del espacio y todo el mundo pisotea las tumbas sin el menor cuidado, haciendo de esta visita algo casi bufonesco. La trivilalidad que se respira en ese ambiente parece contagiar incluso a los danzantes que están más atentos a las cámaras fotográficas y filmadoras que a las ceremonias propiamente. Por respeto a sus (nuestros) muertos, el espectáculo este debiera dejarse de lado.

Un tema anedcótico que me llamó poderosamente la atención fue la "denuncia" que una pariente hizo en el entorno familiar: "están repartiendo cerveza vencida". Me pareció, inicialmente, un comentario de mala onda por los anticuerpos que despiertan los mayorazgos. Sin embargo, este asunto pude comprobarlo personalmente. Esto sí resulta lamentable, pues muestra que existe, por lo menos, una negligencia grave por parte de los organizadores e incluso de los comercializadores de esos productos que, en aras al desarrollo de un negocio, no pierden la oportunidad de lucrar aun poniendo en riesgo la salud de mucha gente. En todo caso, creo que es un asunto que debiera vigilarse con mayor atención el próximo año.

Como colofón, quiero destacar la belleza del espectáculo que presentaron los niños que bailan contradanza. Estéticamente fue muy logrado y esto me dio el convencimiento de que no podemos, como país, como región, como provincia, perder las oportunidades que nos dan nuestras propias capacidades, nuestra propia diversidad. Como espectáculo, más allá de si esos niños bailan por fe o por darles gusto a sus padres o, simplemente, por deseo propio, la coreografía que presentaron fue magnífica. ¿Por qué no podría crearse, sobre la base de las danzas paucartambinas, una Escuela de Danza para niños por lo menos?, ¿podemos siquiera imaginar lo que significaría esto? Creo que el potencial de esa diversidad, si se encamina a su enriquecimiento, a su mayor dinamismo en su divulgación en niños, es inconmensurable. Recuerdo aquello que decía José María Arguedas: en cultura, en arte, no tenemos por qué imitar a nadie.



Finalmente, esta vez, en un arranque de optimismo, he vuelto a imaginar que, probablemente, Paucartambo es para el Cusco un espacio en el que, con toda la carga de prejuicios, de esperanzas, de búsquedas, que unen y dividen a los cusqueños, vamos hallando la oportunidad para dar forma a esa identidad, a esa cusqueñidad, que suele ser tan esquiva y abstracta, pero que de alguna manera cohesiona a los nacidos en ese espacio geográfico llamado Cusco.

lunes, 7 de febrero de 2011

Un huayno de profundo misticismo

Transcurría el año de 1979 y retornábamos, mi hermano, mi madre y yo de un viaje de aquellos inolvidables. Habíamos ido a Santo Tomás, capital de la provincia de Chumbivilcas con el tío Manuel Boza. Regresábamos hacia el Cusco en el único bus que hacía servicio una vez a la semana; en esas circunstancias, por primera vez escuché este huayno apurimeño de profundo contenido místico: Soramana.

La letra la encontré en uno de los videos:

Suramanallay rit'i orqo,
Suramanallay rit'i orqo;
gustullaraqchus tiyashanki
warma yanaita pakaikuspa;

Nuqallatawan pakaykuway
nuqallatawan pakaykuway,
Suramanallay rit'i orqo,
Suramanallay rit'i orqo.

Ripunallanchis q'asapiqa,
pasanallanchis orqopiqa,
Waychawchallanias waqaikushan,
Phukuyphukullas waqayushan;

Maypiraqchá purisunchis
maypiraqchá paseasunpas,
Suramanallay orqopichus,
waylla ischhullas chawpinpichus.

Warma yanallay sumaq t'ika,
warma yanallay sumaq phallcha
Maypiraqchá purishanki,
maypiraqchá tiyashanki,

Suramanallay orqollapin
Suramanllay q'asallapin,
Waylla ischhulla pakaykuwan,
Iru ischhullaq p'anpaikusqan,
Iru ischhullaq p'anpaikusqan.

Hakullanha ripukusun,
hakullanha pasapusun,
T'ika pallana pampanchista,
Achhanqairaylla pampanchista...

Una primera veesión:



Una segunda versión:

miércoles, 19 de enero de 2011

"Googleando" algunos nombres

Me preguntaba, luego de la lectura de algunos textos sobre José María Arguedas, algunos muy favorables a su obra y algunos sumamente críticos, qué tanta importancia tendría este escritor en el mundo. Se me ocurrió "googlear" su nombre y otros de escritores conocidos. Me di una grata sorpresa, pues si el número de aciertos de una búsqueda tiene alguna relación con la importancia de la obra de un escritor, resulta en una posición expectante. Lo que sí, en casos de nombres o apellidos con tildes tuve que usar el criterio de la búsqueda que mayor número de aciertos que me diera.

1. Mario Vargas Llosa: Aproximadamente 19,800,000 resultados (0.09 segundos).
2. Pablo Neruda: Aproximadamente 2,350,000 resultados (0.17 segundos)
3. Gabriel Garcia Marquez: Aproximadamente 2,160,000 resultados (0.14 segundos
4. José saramago: Aproximadamente 2,110,000 resultados (0.14 segundos)
5. Octavio Paz: Aproximadamente 1,430,000 resultados (0.29 segundos)
6. Julio Cortázar: Aproximadamente 974,000 resultados (0.19 segundos).
7. José María Arguedas: Aproximadamente 797,000 resultados (0.29 segundos).
8. Jaime Bayly: Aproximadamente 738,000 resultados (0.07 segundos).
9. Roberto Bolaño: Aproximadamente 525,000 resultados (0.24 segundos)
10. Alfredo Bryce: Aproximadamente 449,000 resultados (0.31 segundos)
11. Alberto Fuguet: Aproximadamente 335,000 resultados (0.25 segundos).
12. Juan carlos Onetti: Aproximadamente 289,000 resultados (0.24 segundos)
13. Ernesto Sábato: Aproximadamente 223,000 resultados (0.10 segundos).
14. Julio Ramón Ribeyro: Aproximadamente 96,600 resultados (0.08 segundos)

lunes, 17 de enero de 2011

Los caminos de la vida

Esta canción de Vicentico es muy profunda y tierna. Sus letras calan muy dentro del alma.

"Los caminos de la vida,
no son los que yo esperaba,
no son los que yo creia,
no son los que imaginaba.

Los caminos de la vida,
son muy dificiles de andarlos,
dificiles de caminarlos,
y no encuentro la salida".


martes, 4 de enero de 2011

La cultura no es políticamente correcta

Transcribo un muy interesante artículo de Nelson Manrique, publicado en el diario La República.

En construcción

A Joseph Goebbels, el ministro de propaganda de Hitler, se le atribuye una frase muy expresiva: “¡Cuando escucho la palabra cultura saco mi pistola!”. Más cercanamente, en la salita del SIN, el 26/11/1999, en una reunión en la que conspiraban Vladimiro Montesinos, Carlos Boloña, los jefes del ejército, la marina y la aviación y los propietarios de Frecuencia Latina, para asegurar la reelección de Alberto Fujimori, uno de los hermanos Winter (Samuel o Mendel, la transcripción no individualiza al responsable) definió el papel que debía cumplir la TV con una claridad meridiana: la televisión debe dar información y entretenimiento pero de ninguna manera brindar cultura. Los resultados de esa agenda son la prensa y la TV basura, diseñadas para mantener a los lectores y espectadores pendientes de los chismes de la farándula y ávidos de su cuota de ampays y reality shows. Mientras los de abajo estén así enganchados, los promotores de esta bazofia podrán saquear cómodamente el erario público y utilizar el poder al que han llegado con los votos del pueblo para servir los intereses de quienes tengan el dinero para pagar sus servicios.

La aversión de ciertos políticos hacia la cultura es por eso natural: un pueblo al que se mantiene en la ignorancia es fácilmente manipulable, mientras que un pueblo culto está preparado para ejercer sus derechos ciudadanos. De hecho, solo existe una verdadera democracia allí donde existe una ciudadanía informada, capaz de ejercer control sobre aquellos a quienes ha delegado el poder. Quienes quieren ejercer el poder en contra de los intereses de las mayorías tienen que asegurarse de que estas se mantengan alejadas de los temas trascendentes, y por eso debe alimentarse una sensibilidad popular adicta a la basura.

Para cualquier propuesta política que de verdad se proponga construir un país para todos la cultura tiene que ser una prioridad fundamental. La cultura figura en los discursos electorales pero no es una real prioridad para los políticos que nos gobiernan: basta ver cuánto se destina del presupuesto nacional al fomento de la creación artística y científica o a poner en valor las grandes obras que nos han legado nuestros antepasados. Para el neoliberalismo la cultura solo es útil si produce utilidades (vendiendo turismo, por ejemplo), pero no tiene valor por sí misma, por su papel en la forja de seres humanos integrales.

El distanciamiento entre política y cultura tiene diversas causas. Por una parte, el sistema electoral favorece pensar en el corto plazo y los frutos que puede aportar la inversión en la cultura no se ajustan a este cronograma. Por lo general los políticos tienen como prioridad personal mantenerse electoralmente vigentes y por eso apuestan a proyectos que brinden resultados inmediatos, que de ninguna manera rebasen el mágico margen de los 5 años que separan una elección de la siguiente. Colabora también a este resultado la ignorancia de muchos políticos. Tenemos parlamentarios que creen que Mario Vargas Llosa ha escrito Los perros hambrientos, como afirmó José Urquizo, o Ña Catita, como sostuvo Rosa Florián. Es iluso esperar que entiendan de qué se habla cuando se reivindica la promoción cultural como una misión fundamental del Estado.

Este 2011 –más exactamente, en dos semanas– se conmemora el centenario del nacimiento de José María Arguedas, una oportunidad inmejorable para poner estos temas en debate. La mezquindad de Alan García ha impedido que el Estado consagre –como debió ser– este año a su memoria. Homenajear a Arguedas no le iba a ganar a García la atención que anhela, mientras que poner los reflectores sobre la recuperación de las piezas arqueológicas de Machu Picchu, que retenía la U. de Yale, puede convertirlo en el muerto del velorio; prepárense para ver las primeras planas que le brindará la prensa ayayera.

No hay nada nuevo bajo el sol: hasta aquí García fanfarroneaba afirmando que, aunque no puede lograr que sea presidente quien él quiere, sí puede impedir que lo sea quien él no quiere. Ahora podrá añadir que puede impedir que se homenajee a quien él no quiere. Por suerte el genio de Arguedas está por encima de semejante cicatería.

sábado, 1 de enero de 2011

Algunos videos de canciones de DanielF

Daniel F está pronto a cumplir 50 años. Y sus letras y melodías nos siguen acompañando.

Primero, Miradas incompletas



Luego, El hombre conflictuado con sus propios designios.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Vargas Llosa: premio nobel y la hora del te

Sin lugar a dudas, el escritor que más he leído y admirado es Mario Vargas Llosa. He leído prácticamente todas sus novelas y cuentos; buena parte de sus ensayos. Me quedé maravillado y aterrado con su osadía imaginativa en Historia de Mayta, esa obra en la que construye un Perú ficticio invadido por los gringos, quizá el del delirio de aquel izquierdista homosexual que pretendía hacer la revolución en el país, pero que agota sus esfuerzos por lograr acariciarle el pene a su camarada, el Teniente.

Me sentí casi cautivado con las prédicas del fanático de la Guerra del fin del mundo y casi logró persuadirme de la posibilidad de lograr esos cambios mesiánicos que postulaba. La pobreza que se describía era profundamente realista, a tal punto que me sentía plenamente dichoso de pertenecer a una familia de clase media en el Cusco.

Sentí la excitación de Pantaleón y las visitadoras, novela en la que, a pesar del tono jocoso, Vargas Llosa nos transmite su filosofía de vida: lo que uno haga tiene que hacerlo meticulosa y decididamente. Fue una terapia masturbatoria para mi adolescencia el imaginar los encuentros furtivos de Pantita con la brasilera, y casi deseé estar en su pellejo, aun a costa de que el Sinchi terminara poniéndolo en evidencia ante su sociedad y ante la beata de su mujer. En esta novela tuve mi primer sinsabor en mi conocimiento de Vargas Llosa: el final de la novela, cuando Pochita le pasa la voz a Pantita y se sabe que están en una zona de Puno, lejos, en una zona agreste y que ellos detestan. Como cusqueño me sentí agredido, pero total, era su manera de sentir y eso no se puede juzgar.

No recuerdo el orden, pero llegó luego La tía Julia y el escribidor, una aventura temeraria que viví con toda la adrenalina de Varguitas, sus escarceos amorosos en una boite del centro de Lima, las angustias económicas del joven periodista que transita la ciudad en colectivo, humano, profundamente humano, a tal punto que ciertas frases me sonaron a un "sacar en cara" a la Julia Urquidi real. Ello me obligó a leer también el libro de respuesta, "Lo que Varguitas no dijo"; frente a ello, Vargas Llosa, el todavía terrenal ser humano, respondía diciéndole que no debía confundir realidad con ficción. Cierto, la tía Julia se había sentido mortificada y dio una respuesta testimonial a una novela.

Leí La casa verde, novela que me llamó poderosamente la atención por el manejo de historias paralelas, tiempos paralelos, diálogos paralelos. Una lectura ciertamente exigente. Sin embargo, más allá de unas pocas escenas, no me ha quedado un gran sabor de mi experiencia con ese libro.

Ya viviendo en Lima, pude leer en un regreso de vacaciones al Cusco Conversación en la Catedral y simplemente caí rendido a los pies de esa novela compleja y extensa. Nuevamente el juego de los tiempos, historias y diálogos en paralelo. Sin embargo, la historia me era mucho más cercana; un joven, adolescente aun, que va descubriendo el mundo y, entre los descubrimientos, llega a conocer de la homosexualidad de su padre, al que, si no recuerdo mal, apodaban "bolas de oro"; quizá el verso de Vallejo tenga aplicación precisa en ese momento: el peor momento de su vida fue descubrir a su padre de perfil. Aun con un tono social, el muchacho, "hijo de una familia de sociedad", manifiesta su disgusto y repudio de las costumbres de los muchachos de su entorno de "tirarse" a la empleada. Y, rebelándose contra esa situación, llega incluso a involucrarse con una mujer a la que clasifican como "huachafita". Tremenda historia, libro mayor desde mi punto de vista.

De los libros posteriores, me queda un grato sabor del Elogio de la madrastra y su continuación en Los cuadernos de don Rigoberto, libros en los que demuestra su versatilidad, arrastrándonos al reino hedonista del erotismo extremo. Y quizá en ese libro empieza a sincerar sus fantasmas, cuando Rigoberto reflexiona sobre la homosexualidad y concluye que si no le entra al sexo con otros varones es por una indisposición puramente orgánica y su tendencia a las hemorroides. Quizá en esta novela empecé a sentir que Vargas Llosa había envejecido ya y él mismo era un señorón, don Mario.

El Paraíso en la otra esquina, Las travesura de la niña mala e incluso La fiesta del chivo me parecieron buenos libros, pero ya no despertaban en mí las emociones de sus libros anteriores.

A pesar de esta experiencia en declive, creo sumamente justo el que se le haya otorgado el Premio Nobel de literatura. Sin embargo, no soporto el endiosamiento al que hoy los medios de comunicación nos orientan, pues en la extensa obra de Vargas Llosa, creo que sus libros mayores son los de sus tiempos primeros. Tengo pendiente la lectura de El sueño del celta, espero poder tener una apreciación, no solo formalmente positiva, sino emocionalmente comprometida. Para mi la literatura no es solo forma, técnica; es también fondos, sustancia, sentimientos, compromiso. Y creo que esa es la razón por la que hemos perdido al Vargas Llosa que transmitía, además de brillantez técnica, humanismo, pasión, y que hoy centra todo en alcanzar la perfección técnica y formal. Ha dejado las boites de su pasado y se ha instalado, parece que en definitiva, en un restaurante de cuatro tenedores y en el que solo se admite a los socios o a la realeza. Quizá por ello César Hildebrandt dice con razón "que el Vargas Llosa reaccionario hasta la hipérbole que habló en Estocolmo es el Vargas llosa que durante años, a punta de paciencia, truenos y dulzuras, moldeó para si Patricia Llosa de Vargas Llosa" (Hildebrandt en sus trece, 10 de diciembre de 2010, p. 19).

El discurso de Mario Vargas Llosa me ha generado sentimientos encontrados. Me encantó el homenaje hermoso que le rindió a su mujer, casi al borde de las lágrimas. Me disgustó el aprovechamiento del momento para plantear su defensa acrítica de un sistema injusto, que generan amplias mayorías de excluidos.


En Vargas Llosa he preferido siempre sus temas intimistas, pues el despliegue que tiene en ese ámbito es fabuloso y de gran calidad persuasiva. Es el caso de los capítulos alternados de su libro El pez en el agua, por ejemplo. Pero cuando se introduce en los temas políticos, sociales o históricos, su razonamiento deja de lado todo lo que individualmente postula. El ser humano genial, capaz de afirmar abiertamente el odio que tenía a su padre y hasta de contar que andaba con un revolver para defenderse de él, nos dijo en su discurso lo siguiente: "La conquista de América fue cruel y violenta, como todas las conquistas, desde luego, y debemos criticarla, pero sin olvidar, al hacerlo, que quienes cometieron aquellos despojos y crímenes fueron, en gran número, nuestros bisabuelos y tatarabuelos, los españoles que fueron a América y allí se acriollaron, no los que se quedaron en su tierra. Aquellas críticas, para ser justas, deben ser una autocrítica". Sorprende el nivel de tolerancia hacia esos ancestros criminales, pero es coherente con su percepción de lo andino, que para él no es más que folklore y parte de una cultura que va desapareciendo y que no cuenta en el mundo. Es como si le impusiéramos a Vargas Llosa la idea de que su padre, a pesar de todo, era su padre y, por tanto, él tiene que quererlo y respetarlo por encima de todo; es justamente la subversión o la rebelión contra la figura paterna lo que lo llevó a fantasear, y hacerlo profesionalmente.

Tan no cuenta para el en el mundo, que cuando hace gala de lo cosmopolita del disfrute de la literatura, reseña a Pedro Páramo y Comala, menciona trajes típicos como el saco y la corbata, la chilaba, el kimono o la bombacha, pero no asoma ni remotamente en su pensamiento la lliclla, o la castellana pollera andinizada. En la forma de mirar el mundo de Vargas Llosa, el señorón, don Mario, las gentes y la cultura andinas están relegadas a una segunda categoría, por tratarse de sociedades arcaicas. Y quizá por ello, con el objetivo de desestabilizar al primer gobierno dirigido por un hombre andino (el del Presidente Evo Morales en Bolivia) hace menciones provocadoras como aquella mención a las democracias populistas y payasas, como cataloga a la boliviana. Frente a ello, el presidente Evo Morales respondió de manera muy clara y precisa señalando que los pueblos indígenas siempre han sido atacados por algunos letrados, lo cual es cierto, los sectores ilustrados sienten que tienen el derecho y hasta la obligación de atacar y ningunear a las poblaciones originarias. Para mayor información, puede consultarse el discurso pronunciado por Mario Vargas Llosa clausurando un evento realizado el 2003 en Colombia, en el que el protagonista de Lituma en los Andes parece ser el Vargas Llosa primitivo, visceral.


Y, en efecto, Vargas Llosa, más bien, don Mario, se sirvió de la ficción, de esa forma de construir "verdades mentirosas" o "mentiras verdaderas", para atacar a la cultura andina y, especialmente, al hombre y mujer andinos, quechua hablantes, aymara hablantes, como culturas de salvajes, capaces de realizar sacrificios humanos y hasta de canibalizarse. Pero claro, hoy que está mal visto ser racista, tenía que destacar a ese compatriota suyo, José María Arguedas, que acuñó aquella frase de "Todas las sangres" para describir al Perú. La cita, como si se tratara de un desconocido, se siente casi impostada, forzada, como una concesión a la mirada progresista de algunos miembros de la Academia sueca. Dice que no cree que haya formula que lo defina mejor. Sin embargo, en su propio discurso el sí la encuentra y la expresa, casi inconscientemente. Para Mario Vargas Llosa la mejor definición del Perú es la de la gente como él, pues para él el Perú es Patricia, "la prima de naricita respingada y carácter indomable" con la que tuvo la fortuna de casarse hace 45 años (pues, pese a todo era un Vargas, y por tanto no era enteramente de la aristocracia representada por su familia materna).

Esto es, quizá, lo que ha expresado de la manera más transparente en el discurso en Suecia: la claridad con la que Mario Vargas Llosa ha planteado sus puntos de vista políticos propios de un conservadurismo absolutamente contradictorio con su apuesta literaria, al menos con aquella de sus tiempos antiguos.