La pandemia ocasionada por el brote de la denominada "gripe norteamericana" ha generado altos niveles de temor entre la gente, en los diferentes países que empieza a tener casos bajo sospecha. Independientemente de que este temor tiene sustento, no hay que perder de vista que, como dice Hildebrant en su artículo de hoy, muchísima más gente (niños) mueren por enfermedades evitables y curables, además del hambre que padecen en los países más pobres y que, al final, los mata también.
Por otro lado, empieza a percibirse que esta crisis de la salud puede afectar a muchos, pero, y esto ya empieza a hacerse evidente, hay quienes se benefician enormemente con este mal. Por ejemplo, se ha informado que el grupo farmacéutico suizo Roche está listo "para enviar al mundo 3 millones de dosis de su medicamento antiviral Tamiflu, recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) contra el virus de la gripe porcina". Debe precisarse que "Roche, con sede en Basilea, había donado en 2006 esas dosis a la OMS para enfrentar una amenaza de pandemia de gripe aviaria, y las mantiene a disposición de la organización, almacenadas en Suiza y Estados Unidos". Y es que se habría probado que este medicamente, "recomendado contra la gripe aviaria, también es eficaz contra el nuevo virus de gripe porcina de tipo A/H1N1".
Esto mustra lo acertado de la reflexión de Saramago cuando nos dice que "ya circula en la prensa mexicana el rumor de un epicentro de la gripe situado en una gigantesca filial de Smithfield en el estado de Veracruz. Pero lo más importante es el bosque, no los árboles: la fracasada estrategia antipandémica de la Organización Mundial de la Salud, el progresivo deterioro de la salud pública mundial, la mordaza aplicada por las grandes transnacionales farmacéuticas a medicamentos vitales y la catástrofe planetaria que es una producción pecuaria industrializada y ecológicamente sin discernimiento". Es más, "los contagios son muchos más complicados que el hecho de que entre un virus presumiblemente mortal en los pulmones de un ciudadano atrapado en la tela de intereses materiales y la falta de escrúpulos de las grandes empresas. Todo está contagiando todo. La primera muerte, hace ya largo tiempo, fue la de la honradez. Pero ¿podrá, realmente, pedírsele honradez a una transnacional? ¿Quién nos acude?".