domingo, 23 de septiembre de 2012

LA OLIGARQUÍA: LOS CASOS DEL PERÚ Y ARGENTINA

Este breve artículo fue elaborado en el desarrollo del curso denominado "Procesos Políticos en el Perú y América Latina siglo XX", dictado por el profesor Piero Corvetto, actualmente en proceso.
 

Concepto como proceso

La oligarquía es una categoría política que da cuenta de una forma de ejercer dominación, cuya base es angosta, y se caracteriza por una naturaleza fundamentalmente excluyente de los grupos mayoritarios; cuando se “incluye” a esos sectores mayoritarios, esta inclusión implica un rol totalmente pasivo de estos y, por tanto, de absoluta inocuidad en el ejercicio del poder. Se trata, entonces, del ejercicio de una forma de dominación por parte de grupos sociales pequeños o clases sociales, pero que cuentan con poder económico, social y político. Es importante destacar que no se puede confundir oligarquía con una clase social; es decir, la oligarquía no es una clase social. Es el ejercicio del poder político por parte de grupos reducidos y con la característica de que excluye a las grandes mayorías.

Cuando se habla de “oligarquía” nos encontramos, según Ansaldi, frente a un concepto polisémico, pero unívoco. Esto es muy importante y acertado.
 
Los criterios de pertenencia que inspiran el ser oligárquico son de diversa índole, pudiendo partir del linaje, lazos familiares, clase social, etnia. Lo que sí es un rasgo común es que se trata de grupos reducidos que excluyen a las grandes mayorías: base social angosta.

El hecho de que se trate de una forma de dominación a partir de grupos reducidos tiene un efecto bastante llamativo y hasta paradójico, pues implica que se acumulan importantes cuotas de poder en esos grupos reducidos, pero las posibilidades de ejercicio efectivo de ese poder se ven seriamente limitadas en el alcance espacial del mismo; por ello que la oligarquía implica un ejercicio de la dominación sobre la base de criterios de centralización, por un lado, pero también de descentralización, por el otro lado. Esta relación entre “centralización” y “descentralización” es un proceso dinámico y diferenciado. Un elemento importante para analizar la oligarquía es el de la propiedad de la tierra; el eje de la oligarquía era la “hacienda”. La propiedad de la tierra estaba acumulada en pocas manos y esta era la base material que sustentaba el ejercicio del poder político, social y económico a partir de grupos reducidos.

En el caso de la oligarquía, en tanto forma de ejercicio del poder, podemos hablar de un Estado oligárquico, el mismo que no tiene contradicción con otras formas de ejercicio del poder, como puede ser el “Estado burgués” o “Estado capitalista” (el ejercicio de la dominación oligárquica puede darse por grupos o clases como pueden ser la burguesía, los terratenientes, etc). En todo caso, su versión contraria sería la del Estado democrático. Por tanto, si nos planteamos la necesaria identificación de conceptos antagónicos deberíamos hablar de “oligarquía”, por un lado, y “democracia”, por el otro.

La oligarquía asume que el Estado le pertenece, es una extensión de lo suyo; por ello, una característica también presente es que se establecen criterios propios a esa forma de dominación  para acceder a los puestos en la burocracia (vínculos familiares, sociales). En este caso, tenemos que a medida que se iba generando una demanda de cuadros más capacitados o con una formación específica para cubrir plazas en el Estado, se requería de ciertos perfiles o profesionales. Esta podría ser una pequeña rendija a través de la cual se fueron incorporando algunos elementos ajenos a los grupos oligárquicos en los aparatos a través de los cuales se ejercía esa dominación.

La oligarquía asume que el Estado es su espacio privado también y, por tanto, tiene una visión patrimonialista de él. Por tanto, no hay una gran diferencia entre los espacios público y privado. Es más, los espacios en los que se desarrolla la vida social y política son la familia, los clubes sociales y los partidos políticos; en buena cuenta, la génesis de estos espacios la encontramos en los vínculos familiares, a partir de los cuales se extiende otros vínculos de carácter social y político, hasta llegar al Estado en su concepción patrimonialista.

Análisis comparativo de los casos peruano y argentino

Al efectuar un análisis comparativo entre lo que sucedió en el Perú y lo que sucedió en la Argentina, tenemos que hay importantes diferencias, aunque también se puede destacar relevantes semejanzas.
En el caso peruano, la oligarquía podría ser analizada en tres etapas:
  1. De 1885 a 1919 (o 1930) se da una primera etapa en la que la oligarquía ejerce el poder político de manera directa (a través, fundamentalmente, del Partido Civilista) y el poder económico. 
  2. De 1919 (o 1930) a 1968, tiempo durante el cual la oligarquía mantiene el poder económico, pero ejerce el poder político a través de caudillos civiles y/o militares. Al menos en los años del denominado “Oncenio de Leguía”, se dio un fuerte impulso a la industrialización del país, se generó importante infraestructura, se abrió el país a las inversiones extranjera (especialmente las mineras). 
  3.  De 1968 a 1990, tiempo durante el cual se empieza a dar el fenómeno de la extinción de la oligarquía.
Desde mi punto de vista esta clasificación debería ajustarse, pues la “extinción” de la oligarquía no se ha dado, al menos no en plenitud. Un momento clave para esto fue el año 1968, que se señala liquidó ese periodo de nuestra historia al haberse dado la Ley de Reforma Agraria, lo que le quitó sustentó a un grupo fundamental de la oligarquía que eran los terratenientes; en las ciencias sociales (Guillermo Nugent, por ejemplo) se ha sostenido que este proceso liquidó virtualmente a la oligarquía. Dicha afirmación resulta muy interesante y, de hecho, cambió la configuración del mapa político, social y económico en el Perú. Fue un golpe muy importante, pero hoy (a más de 40 años del inicio de ese proceso) ciertos grupos de poder económico actuales, sostienen que con los procesos de privatización de tierras se estaría dando un proceso de sino contrario; es más, a este proceso se lo ha bautizado como “la Contrarreforma”, en clara alusión al proceso instaurado en 1968. Estos grupos han logrado adquirir a precios bastante “atractivos” importantes extensiones de tierra y hoy acumulan grandes espacios; si bien es cierto la forma de relacionamiento con los demás sectores sociales es hoy diferente, esto no niega un proceso que se muestra hoy más evidente: nueva acumulación de la propiedad de la tierra. Por tanto, no me parece estrictamente correcto señalar que la oligarquía se haya extinguido del todo o esté en proceso de extinción, pues parece que estuviéramos en un escenario semejante al de principios del siglo XX, cuando se vivió una fuerte expansión económica, sustentada fundamentalmente en la exportación de materias primas (minerales) y el proceso de apertura a las inversiones extranjeras, principalmente en el ámbito de las industrias extractivas. En todo caso, esto habría que analizarlo con mayor detalle a la luz de hoy.

En el caso argentino, la oligarquía tuvo su apogeo durante el periodo de 1880 a 1919. Durante ese periodo el ejercicio del poder por parte de los grupos que conformaba la oligarquía se dio a través del Partido Autonomista, en el que se encontraban facciones diversas, destacando las alas “tradicionales” y “progresistas”. Un fenómeno central en el caso argentino fue el de las olas de migración europea, fenómeno que tuvo importante impacto en la sociedad argentina y dotó de una importante dinámica económica y social en las zonas del litoral donde se establecieron, principalmente, los migrantes. El migrante tiene una importancia central en el desarrollo del proceso argentino, pues es el sector que le imprimió la mayor dinámica al mismo.

Otro actor importante en este caso es el del Partido denominado como la Unión Cívica, que es el que surge como representante de las clases media; este partido, que también tenía facciones,  se dividió y surge la Unión Cívica Radical.

Luego, también sobre la base de una población fundamentalmente constituida por migrantes europeos, surge el Partido Socialista, el mismo que accede al poder político hacia 1919, marcando un hito en la historia argentina. El movimiento obrero tuvo también esta característica de tener un origen en esa población migrante; tan así, que los primeros movimientos sociales y jornadas de protesta estuvieron iniciadas por obreros alemanes.

En el caso argentino, la oligarquía se asienta en los sectores internos del país y ve en la migración europea una situación de amenaza. Ahora bien, en el caso de Argentina, no se presenta un proceso social tan marcado por componentes como pueden ser los elementos raciales o étnicos, a diferencia de lo que sucede en el Perú.

En el caso peruano, se dio también esta migración europea, especialmente italiana, pero también se promovió desde el Estado una migración desde el Asia. Ahora bien, en el caso de nuestro país, tenemos que sí existió y existe un elemento marcado esencialmente por factores de carácter racial, étnico y cultural. Si bien se ha señalado que la oligarquía excluyó también a esos migrantes europeos, creo que esta “exclusión” fue de carácter menos agresiva, pues estos grupos de inmigrantes pudieron insertarse con mayor facilidad que los sectores mayoritarios conformados por poblaciones mestizas e indígenas a los grupos reducidos que ejercían esta dominación. Así, por ejemplo, los migrantes europeos impulsaron fuertemente ciertas actividades industriales, incluso en el sur andino peruano, donde generaron un fuerte impacto en las economías locales desde finales del siglo XIX (en el Cusco, por ejemplo, son famosas las industrias textiles fundadas por migrantes italianos); el proceso por el cual se insertaron en los grupos de poder fue, entonces, bastante menos costoso. Es más, como aparece en la última edición de la revista Caretas, los migrantes italianos pudieron incluso formar grupos orientados en la ideología fascista liderada por Benito Mussolini, cuyo concepto ideológico tendría o podría tener similitudes con el poder oligárquico, en la medida que su ejercicio está en pocas manos, aunque con el concurso pasivo de las “mayorías”.

Impacto de la oligarquía en América Latina: un análisis del presente

El fenómeno del Estado oligárquico en América Latina ha marcado un periodo importante de la historia regional y ha tenido mucha importancia en el desarrollo de nuestros procesos históricos; ¿qué tan acertado es señalar que ese periodo ya se agotó en la región o, por lo menos, en el Perú? Incluso hoy en países como Colombia, Venezuela, Ecuador, se sigue sosteniendo que la oligarquía o las oligarquías están vigentes. Hay que traer a colación que las cifras nos indican que este subcontinente es la región con mayores niveles de desigualdad del mundo. Entonces, esa es una muestra de que aun nos encontramos frente a realidades en las que grupos reducidos tienen elevadísimas cuotas de poder económico, político y social, frente a las grandes mayorías que son simples espectadores y hasta víctimas de ese poder.

La violencia política en el Perú se desarrolló bajo la premisa de que el Perú post reforma agraria era el mismo al que antecedió  a ese proceso. Sin embargo, los procesos históricos vividos desde incluso antes de 1968, como los procesos migratorios hacia Lima y las ciudades, cambiaron el rostro del Perú de manera evidente. Éramos un país primordialmente rural; hoy, somos un país fundamentalmente urbano. A pesar de ello, los niveles de exclusión son muy marcados y nuevamente se puede apreciar que el poder económico, político y social se encuentra en pocas manos y son excluidas las grandes mayorías. Es más, si bien es cierto que en el caso peruano han ganado las elecciones opciones que prometían el cambio, se han producido complejos procesos por los que, finalmente, gobiernos “elegidos por la izquierda” han “gobernado por la derecha”. Se vive un proceso de acumulación de tierras para la agroexportación y, como a principios del siglo XX, nos encontramos en un momento marcado por la consolidación de la inversión extranjera, especialmente en sectores de actividades económicas extractivas y por tanto destinadas a la exportación de materias primas.

En nuestros países vecinos se vienen dando procesos también interesantes y que, de algún modo, muestran aun el impacto del poder oligárquico. El caso de Colombia me parece muy interesante, cuando asistimos al inicio de las conversaciones entre el Gobierno (acusado de representar a las oligarquías de ese país) y la guerrilla más antigua del continente (acusada de ser un cartel de la droga); dicho conflicto parece haber llegado a un punto muerto en el que se hace más evidente la necesidad de un proceso de paz negociado, pues la democratización del país habría tenido importantes avances en cuanto a derechos individuales, con lo que se reducen aspectos de exclusión o, por el contrario, se avanza en políticas inclusivas, pero por otro lado se mantienen privilegios para unos pocos que se muestran de manera muy marcada en las zonas rurales de ese país.

En el caso de Bolivia tenemos que llegó al poder político el primer presidente indígena, lo cual marca un hito sin lugar a dudas importante, por el empoderamiento de las poblaciones excluidas. Sin embargo, no dejan de mostrarse serias contradicciones en el interior del movimiento que respaldó a ese presidente. Es cierto que se trata de un fenómeno muy marcado, que seguramente ha tenido importantes logros en la democratización de la sociedad y de las relaciones entre los diferentes grupos sociales, especialmente en la relación entre los diferentes grupos étnicos que constituyen la sociedad boliviana, pero es claro también que se encuentran latentes importantes sectores con cuotas de poder económico y social, que empujan en un sentido más bien excluyente y que busca “recuperar” los privilegios “perdidos”.

Me parece claro que el impacto de las oligarquías en nuestro continente, aun hoy en pleno siglo XXI, marca una huella que se muestra de manera clara en nuestras sociedades. Por tanto, no estaría tan seguro, como Ansaldi parafraseando a García Marquez, de si estos grupos tienen o no una segunda oportunidad sobre la tierra.