domingo, 30 de noviembre de 2008

Una página web literaria de interés


No conozco y no he leído nada del escritor Luis López Nieves, pero me encontré su página web, en la que, además de recopilar su propia producción, ha elaborado una enjundiosa biblioteca virtual. Les sugiero revisarla.

jueves, 27 de noviembre de 2008

La utilidad de la inversión extranjera

El culto que se le rinde a la inversión extranjera ha llegado en el Perú a ribetes que francamente me parece que han perdido un criterio básico: el de realidad. Entiendo la importancia de la inversión extranjera, pero la concibo en tanto medio o herramienta para lograr un fin mayor que es el desarrollo del país, su crecimiento. No admito la idea que la inversión extranjera sea un fin en sí mismo, una suerte de tótem sagrado al que no debe tocarse ni con el pétalo de una rosa crítica. Sobre este particular, creo fundamental enfatizar lo que Humberto Campodónico afirma con contundencia:
"En materia de inversión extranjera directa (IED), los países asiáticos han priorizado la entrada de inversiones que promueven la creación de mayor valor agregado, lo que les ha permitido entrar a la competencia mundial de productos industriales (allí están las exportaciones chinas y coreanas). Pero aquí se sigue sobrevendiendo la idea de que basta con la IED en actividades extractivas (minería, petróleo, gas), lo que consolida el modelo primario exportador".
Esta premisa me parece el punto de partida necesario y mínimo para darle el criterio utilitario que la inversión extranjera debe cumplir en nuestro país. De lo contrario, la historia funesta de las oportunidades perdidas, se volverá a repetir.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Realidad e imaginario social en el Perú

Gonzalo Portocarrero publicó un post titulado El fantasma del patrón y la crisis de la autoridad, que merece ser comentado. Cito un fragmento:
"Es visible la crisis de autoridad en la sociedad peruana. Las leyes no son acatadas o son abiertamente resistidas. La corrupción (principalmente) entre los de arriba y la violencia (principalmente) entre los de abajo compromete la gobernabilidad de la sociedad peruana [...]
”En el mundo colonial existió un déficit de legitimidad. Pero ahora esta situación se ha propagado por todo el país. El hecho es que la legitimidad tradicional, asociada a la dominación étnica y el racismo, no ha sido reemplazada por una legitimidad moderna, burocrático-legal [...] Vivimos en lo que siguiendo a Agamben podríamos llamar un "estado de excepción". Una articulación compleja donde coexisten tras la autoridad las figuras del representante y del patrón, y tras los representados, las figuras del ciudadano y del siervo. La herencia colonial sigue reproduciéndose.Ahora bien, la aceleración de la crisis de autoridad revela que el desvanecimiento de la autoridad tradicional, basada en la relación patrón-siervo, es más rápido que la cristalización de la autoridad moderna, basada en la relación representante-ciudadano. Entonces se abre una brecha, una situación anómica, donde ninguna de las dos funciona eficazmente. Tenemos ciudadanos que no han dejado de ser siervos y representantes que aún son patrones. Y ambos se inculpan mutuamente [...] En todo caso, las imágenes del otro como patrón corrupto o como pobre ignorante debilitan la autoridad al punto en que medidas plausibles desde la perspectiva del bienestar colectivo son primero impuestas y luego resistidas, de manera que no pueden implementarse. A veces ni siquiera es posible un debate argumentativo [...]
”[...] los imaginarios están desfasados respecto a la realidad [...] la consecuencia es la desconfianza y la dificultad para dialogar, la intensificación acaso innecesaria de la conflictividad
”Dentro de la subjetividad colectiva late la presencia del siervo humillado que quiere arreglar cuentas con lo que ahora es sobre todo un fantasma [... ]
”El fantasma del patrón está presente en las mentalidades colectivas de gente que no se acaba de sentir ciudadana. Es decir el fantasma del patrón oculta otro fantasma, el del siervo [...]
”[...] la transición no es sólo una coyuntura subjetiva, de cambio en el imaginario colectivo, sino que es también una realidad objetiva. Es decir, detrás de la autoridad está (aún) el patrón y detrás del ciudadano está (aún) el siervo".
Esto es acertado en la medida en que el imaginario social peruano no ha llegado aun a establecerse del todo en relación con la realidad y todavía hay esa serie de complejos de ida y vuelta, de arriba hacia abajo y viceversa. Eso que, de alguna manera, ayuda a entender también el surgimiento de una corriente indigenista, por ejemplo, conformada por intelectuales más bien mestizos y cuyas reinvindicaciones fueron acogidas solamente de manera parcial por las poblaciones originarias o indígenas. (A manera de una breve digresión, recuerdo que José Carlos Huayhuaca, señalaba que en el caso de Martín Chambi no estábamos frente a una fotografía indigenista, sino indígena. Y es eso lo que en nuestro país no se presenta, no al menos de manera abierta o masiva, a diferencia de lo que ocurre en Bolivia, donde existen importantes intelectuales indígenas). Muchos de esos intelectuales indigenistas, reinvindicaban los derechos de las poblaciones indígenas a través de su arte y de su discurso, pero en la práctica vivían en sí mismos el profundo conflicto que aun separa cultural y hasta étnicamente esos grupos humanos.
Es más, hoy en día en el Perú se presenta esa contradicción por la cual se denuncia, en las encuestas, el profundo racismo en el Perú y, sin embargo, cuando se consulta si uno mismo es racista, la mayoría señala que no; pero, al mismo tiempo, es conocido el recurso de búsqueda de algún hito consanguíneo extranjero para explicar el origen de la familia. Profundas contradicciones.
Portocarrero señala que son los ciudadanos-siervos los que, en lo fundamental, hipertrofian la percepción del fantasma del patrón, pero eso no parece ser injustificado, toda vez que, por ejemplo, en la publicidad que diariamente nos machaca el cerebro y todos los sentidos, el mensaje subliminal que transmite es el de la pervivencia de, justamente, ese fantasma que, en todo caso, se niega a descansar en paz. Habría que exorcizarlo, pero ello implica un reto político mayúsculo. Y es en ese momento que, otra vez, nos estrellamos con la evidencia que es justamente la autoridad-patrón la que percibe, hipertrofiada, la imagen de ese fantasma del siervo ignorante. Y, por ello, cada evento de reinvindicación es tachado, inmediatamente, aunque no necesariamente en los canales oficiales, de ignorancia o hasta salvajismo.
Cuando Portocarrero, hace el análisis de la novela de Zein Zorrilla, Camino al Purgatorio (que no he leído y tampoco conocía), me parece que aborda esta relación contradictoria entre el hijo del gamonal (que vuelve al pueblo) y los descendientes de los siervos (anónimos, aparentemente) con cierto prejuicio que muestra al primero como un arrepentido, aunque inconscientemente acostumbrado a mandar, versus los resentidos que quieren evitar a toda costa la vuelta del pasado (sugiero la lectura de la breve biografía que de Andrés Alencastre Gutierrez hace Odi Gonzales). El tema es de alta complejidad y me parece que no puede inclinarse, prima facie, la balanza en ningún sentido, aunque no pueda negarse las innumerables injusticias que se han cometido en el ejercicio del poder en nuestro país, desde un punto de vista político, cultural, económico y social.
Por último, tampoco coincido con Portocarrero en su apreciación respecto al proyecto que presentara Martha Hildebrandt (con quien trabajó, sino sigue trabajando todavía Rafael Tapia, amigo y colega de Portocarrero) respecto a la relativización de la gratuidad de la enseñanza en las universidades. Creo que los estudiantes tienen sobradas razones para desconfiar y no me parece que ello se deaba a esa suerte de paranoia que señala. Por el contrario, me puse a recordar todo el tema que se dio en relación con el programa de esterilizaciones forzosas. Por supuesto que esas realidades no quitan la posibilidad de pensar en proyectos de ese tipo y que quizá sean atendibles, pero lo que debiera lograrse en primer lugar en el Perú es el restablecimiento de la confianza, pues sino cómo confiarle a nadie nuestro futuro.

lunes, 24 de noviembre de 2008

La canción andina

Gracias a un post de Amazilia Alba, he podido conocer al artista ocabambino Porfirio Ayvar, en quien puedo ver la misma preocupación por atender la demanda que antes empezaron a satisfacer diversos artistas andinos como el Duo Gaitán Castro, Alborada, Uchpa, por solamente citar algunos: la modernización de la canción andina e, incluso, su urbanización, si se quiere apostar a futuro. Esto llegó a su máxima expresión con la banda Uchpa que, además, empezó tocando en el denominado "circuito vernacular" donde, a pesar de tratarse de un público plural generacionalmente hablando, recibió buena acogida. Y en el caso del público que se aprecia en los videos de Porfirio Ayvar colgados en ese post, se puede notar también que, aunque esencialmente juvenil, hay también personas que ya no podrían, aunque se extienda la cuerda en demasía, ser consideradas jóvenes, cronológicamente al menos. Y eso es algo bastante llamativo, al menos en sectores urbanos más occidentalizados en los que la división generacional se presenta de manera algo más marcada.
Por otro lado, Amazilia escribe que a ella no le gusta mucho el huayno misti [sic] "por su temática de amores contrariados y tristes" y esta afirmación me da pie para hablar de algo que siempre me ha perseguido. Aprecio la literatura y dentro de ella la poesía. La poesía es diversa, pudiendo darse versiones poéticas abstractas en su construcción metafórica (como César Vallejo entre nosotros, o Tomas Eliot) o versiones "más sencillas" y directas (como Pablo Neruda o Gustavo Adolfo Becquer). Lo que destaco de ese quehacer artístico es su inefable logro en la construcción de la belleza, independientemente de la forma. Cito algunos versos para tratar de ilustrar lo que digo:
"Amada, en esta noche tú te has crucificado
sobre los dos maderos curvados de mi beso;
y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado,
y que hay un viernes santo más dulce que ese beso".
(César Vallejo)
"Yo observo: «¡Nuestra amiga sentimental, la luna!
O quizás (es fantástico, confieso)
puede ser el globo del Preste Juan
o una vieja y abollada linterna colgada en lo alto
para alumbrar a los pobres viajeros en su angustia».
Y ella entonces: «¡Cómo divagas!»".
(Thomas Eliot)

"Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos".
(Pablo Neruda)
Podrá nublarse el sol eternamente;
Podrá secarse en un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la tierra
Como un débil cristal.
¡todo sucederá! Podrá la muerte
Cubrirme con su fúnebre crespón;
Pero jamás en mí podrá apagarse
La llama de tu amor".
(Gustavo Adolfo Bécquer)
Simplemente, con esta cita arbitraria de versos de estos poetas, quiero mostrar que la belleza no tiene una única forma de expresión. Y el amor ha sido uno de los temas más recurrentes en las artes en general, lo que no le quita por sí mismo nada.
Sin embargo, en el caso de la canción andina y, con especial énfasis en el huayno, se da también una profunda variedad, dentro de la cual el tema amoroso y la tristeza y melancolía han sido el monotema, especialmente en esa vertiente más comercial a la que asociaría con mayor propiedad el uso del término "vernacular", en la que, al igual que en cualquier versión comercial del arte, importa más el marketing del producto más que su calidad; en esos huaynos, por ejemplo, se han trabajado con gran simpleza las letras, prácticamente a un muy básico nivel:
"Qué lindos son tus ojos
Qué dulces son tus labios
Hermoso chico eres tú
De lindos ojitos negros".
(Dina Páucar)
"Quien no para en las cantinas
tomando una cervecita
quien no vive una decepcion
quien no llora por un amor".
(Sonia Morales)
La crítica oficial del arte, especialmente limeña y criolla, equiparan música andina con estas expresiones vernaculares. Eso es totalmente errado, pues frente a ello, tenemos otras variantes del huayno:
"Yo no soy la piedra dura, que con el cincel se labra,
ni soy como el acero, que se funde con la fragua.
Yo soy el agua de puna, que labra la cordillera,
y cuando hay avenida, abre surcos donde quiera".
(Duo Arguedas)
"Lloraré en silencio, negra,
hecho pedazos, mi amor herido,
al leer tu última carta,
donde me dices ya no te quiero.
La culpa yo no la tengo,
si el quererte fue un delito [...]"
(Sonia Yasmina, intérprete)
Siempre he creído que la canción es el resultado de la combinación de música y poesía y, por ello, me parece muy importante el que se trabaje mucho las letras de una canción. Creo que la actualización de la canción andina implica un trabajo más profundo a nivel de las letras, en kechua o en castellano, un acercamiento más artístico, independientemente del tema que es adjetivo. Esto no puede pasarse por alto. Y en este aspecto, la música ayacuchana ha mejorado muchísimo también. Y estas letras no pueden persistir excluxivamente en ambientes bucólicos que no describen un Perú más bien mayoritariamente urbano.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Recuerdos de un hombre triste

El hombre triste está caminando en Polvos Azules, de compras, con su mujer, sus hijos y su madre. El tiempo endurece el alma o la liquida. Él camina ahora con paso firme y recuerda el tiempo en que miraba a su padre como un dios, con la seguridad que le proporcionaba su voz, con la alegría que le brindaba en cada aventura que lo acompañaba; esa era la vida de héroe que quería vivir, en el campo, lejos de la ciudad, escuchando el ruido del agua corriente de los ríos, el sonido del silencio en la madrugada.

Hoy está él, el hombre triste, caminando con la firmeza —aquella que lo sostiene a pesar de las grietas y de los alaridos— que quizá un día sus hijos recuerden y utilicen como huellas. Pensaba en ello cuando se encontró con un amigo de la adolescencia, un artista que consiguió un premio de arte a nivel nacional, con un óleo que repensaba el lunes santo cusqueño, al pie del Taytacha de los Temblores, ese rito que trasciende largamente el estrecho catolicismo y que no disfruta desde muchos años atrás. Intercambiaron números telefónicos y correos electrónicos para poderse encontrar otra vez. Antes de despedirse él soltó aquella bomba: ¿te acuerdas de SG?, preguntó. Sí lo recordaba, claro está. SG había estudiado dos años en la Facultad de Arte de su Universidad y luego abandonó los estudios. Esto último no lo sabía. Sucede que aquel amigo estuvo trabajando en diversos proyectos sociales, confirmando de ese modo el destino de éxito que desde su adolescencia atisbó, hasta que una misteriosa picadura de algún mosquito o bicho lo llevó de emergencia a un hospital en el que fue víctima de una mala práctica médica que lo dejó casi dos años en estado vegetal. Y aquela tragedia concluyó con su deceso hace poco tiempo.

Volvieron entonces las imágenes de un tiempo antiguo, difícil y complejo pero era el principio del camino. Estaba, con el afán tristón de siempre, deambulando en el parque de la urbanización en la que vivía. La había conocido a ella, tres años mayor, ya no recuerda cuándo, pero se enamoró perdidamente de sus cabellos largos y castaños, del diente montado en la encía que la hacía dueña de una imperfecta divinidad, de su permanente vestir de modelo. Nunca se lo dijo, nunca excepto aquella noche de borrachera desbordada en que se ahogó en la triste melodía de su locura y selló las puertas cerradas del corazón de su diosa. Y aquella diosa sucumbió justamente a las palabras y al arte de SG —quien, por la seguridad que destilaba y ese poderoso imán que escondía para las mujeres, le recordó a su padre—, él doblegó sus defensas y la estrechó fuertemente por la cintura, susurrándole palabras quizá más hermosas, pero nunca aquellas que Añadir vídeoél soñó en recitarle. Le habló de amaneceres juntos, contemplando cada estrella, cada destello en su mirada; pero estaba seguro, ahora que recordaba, que jamás pudo haberle dicho que contemplaría su corazón palpitante, como se lo pudo ofrecer él, hombre triste, al calor de una fogata, en una noche fría, lejos de la ciudad, en un paraje solitario, a la vera del río de siempre, sin luces y sin cemento, pero sí con luciérnagas y aire frío. Habrían quizá saltado por encima del fuego, jugando habrían hecho el amor, crepitando con cada rama que se hacía brasa, muriéndose de amor en cada embestida. Pero nada de eso fue y sí en cambió abdicó a dios.

Y todo, en ese capítulo de su vida, fue un vano esperar que se agotó con el tiempo y que hoy volvió al recuerdo con la muerte de quien logró todo aquello que él construyó solo en los anhelos.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Guitarra ayacuchana: río claro, río turbio

La música ayacuchana es una de las expresiones más logradas dentro de lo que, gruesamente, podría llamarse "música peruana". Entre los nombres que se me vienen a la memoria están Bertha Barbarán, el Duo Arguedas (con canciones de calidad excepcional), Martina Portocarrero, los propios Gaitán Castro (en su época inicial, fundamentalmente). Y podría seguir la lista. Sin embargo, creo que la guitarra ayacuchana tiene sus dos mayores exponentes en Raúl García Zárate y en Manuelcha Prado.

A este último, en una entrevista en homenaje a García Zárate, le preguntaron cómo definía el arte de García Zárate y este respondió que veía en él un río que descendía desde los Andes, límpido y transparante. El periodista le retrucó de inmediato cómo definía su propio arte. Manuelcha Prado siguió utilizando la misma metáfora, solamente que dijo que en ese caso se trataba de un río turbio y cargado por las lluvias, casi un huayco.

Nunca he escuchado ni leído una mejor definición del arte de estos dos grandes artistas.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Una mirada reflexiva de la elección de Barack Obama

La reciente victoria electoral de Obama en EEUU ha sido motivo de expectativa y comentarios en todo el mundo. Y el color de su piel le ha dado un matiz importante a estas elecciones. Así, Evo Morales, Presidente de Bolivia ha manifestado que "Yo creo que el mundo ha empezado a cambiar. En Bolivia me llaman el indio presidente y en Estados Unidos ya hay un negro presidente".

Pero creo que es importante que se de una mirada más profunda a este tema. De ese modo, Immanuel Wallerstein ha escrito que "En Estados Unidos, como en Sudáfrica [de 1994, cuando fue elegido Nelson Mandela], ocurrió el amanecer de un nuevo día. Aun cuando sea un día imperfecto, es un mejor día que antes. Los afroestadunidenses, pero también los hispanos y la gente joven en general, votó por Obama en aras de la esperanza –esperanza difusa, pero real". Ese artículo me parece ciertamente indispensable de leer.

Perú 21 y una muestra más de la dictadura mediática

Augusto Álvarez Rodrich, ex Director de Perú 21, renunció a su cargo (por presiones al interior del grupo editorial al que pertenece ese diario, de acuerdo a lo que informaron diversos medios).
Sobre el particular, se ha escrito ya bastante, pudiendo destacar el artículo publicado por Hildebrandt ayer domingo en La Primera, y hoy por Alfredo Bullard y Guillermo Giacosa en Perú 21, en los que la nota común destaca la pluralidad democrática a la que condujo Álvarez Rodrich al que, sin lugar a dudas, fue el mejor diario de estos últimos tiempos. Fue. Todo parece que la voz monocorde que rige el mundo mediático busca cerrar más el espacio, clausurando los resquicios que permitían cierto desfogue y Perú 21 era una muestra de ello.
Y eso es indiscutible: el que concurran en un mismo diario opiniones absolutamente discrepantes y, sin embargo, sesudas también, da muestra de que puede construirse un medio de comunicación en el que las ideas se difundan sin censura y con tolerancia, es decir, democráticamente.

jueves, 13 de noviembre de 2008

¿Llegó la hora final del embargo a Cuba?

Hoy día, el Presidente Lula da Silva, máxima autoridad del país líder de Sudamérica, ha hecho el pedido expreso al Presidente electo de E.E.U.U., Barack Obama, "que retire el embargo unilateral de su país que pesa sobre Cuba para favorecer el cambio del régimen político en la isla caribeña".
Sobre este asunto se ha escrito y dicho mucho. Desde la derecha política se tuvo una posición inicial de aprobación y fomento de ese embargo como medida de presión para lograr debilitar y derrocar al gobierno de la isla; sin embargo, algunos representantes conspicuos de esta tendencia política, entre los que puede destacarse a Mario Vargas Llosa, cambiaron el enfoque inicial, viendo que la isla mantenía su opción independiente luego de la caída de la U.R.S.S., manifestando que el embargo le permitía a Fidel Castro contar con el pretexto por el cual justificaba la situación difícil de ese país, por lo cual plantearon que se levante el embargo. Desde una posición de izquierda, se ha dicho que todo lo que sucede en Cuba, se justifica por el embargo que limita las posibilidades de ese país y que una vez que este logre levantarse, Cuba florecerá.
Creo que el pedido directo formulado por Lula da una esperanza para que este enojoso asunto se resuelva mediante la confrontación con la realidad. De ese modo, se verá en la realidad (y ya no en un ámbito puramente ideológico), cuáles son las posibilidades de un desarrollo político, económico y social propio de Cuba y qué tantas posibilidades tiene de mantener la postura digna por la que no ha sido doblegada por la mayor potencia militar y económica de las historia universal.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

El derecho de morir

Esta noticia me parece digna de resaltarse, aunque, probablemente, en la mentalidad católica y conservadora de una gran parte de nuestra sociedad, podrá generar rechazo: Una adolescente británica, que sufre una enfermedad terminal, ganó su derecho a morir después de que el hospital donde la trataban abandonara sus intentos para forzarla a someterse a una riesgosa operación de corazón.

Lo cierto es que esta adolescente fue diagnosticada de lecuemia cuando tenía cuatro años y recibió el tratamiento contra esa enfermedad desde los cinco años, por lo que pasó mucho tiempo en tratamientos y hospitalizada. Finalmente venció o superó esa enfermedad, pero le fue diagnosticado un problema en el corazón, por lo que tendría que intervenirla para transplantarle un corazón. Pero ella, con sus poco años, rechaza esa idea, pues prefiere pasar lo que le queda de vida en casa y con sus padres, quienes, por duro que sea, respetan su decisión y hasta se siente orgullosos por ella, toda vez que ha decidido morir con dignidad.

Sin ánimo de introducir aquí un debate que en el Perú no aparece como relevante (a pesar de tanto casos en que se obliga a las personas a vivir), simplemente manifestar que considero muy importante que las autoridades británicas hayan tenido la capacidad de no negarle a esa niña el derecho a una muerte digna.

martes, 11 de noviembre de 2008

"Dioses" en Lima

El segundo largometraje de Josué Méndez, la película Dioses, ha merecido por lo menos tres premios hasta el momento, dos a nivel nacional y uno fuera del Perú. Y la crítica está siendo, hasta donde he podido leer, bastante amable, considerando además que contó con el apoyo de Stephen Frears, afamado director británico de cine.

Pues bien, yo voy a dar simplemente mis impresiones luego de la visualización del film:
  1. Me parece una buena película, aunque me gustó más por algunos pasajes muy logrados, desde un punto de vista psicológico antes que sociológico.
  2. Se dice que esta película constituye un gran retrato del estilo de vida de la "clase alta" limeña, además, de que, dentro de ese contexto se aprecian a diferentes grupos sociales dentro de una misma casa y en una suerte de ghetto, en una exclusiva playa. En realidad no lo sé, no sé si esa "clase alta" es o no es así. Es más, los más osados han señalado que se trata de una suerte de "Un mundo para Julius" del siglo XXI.
  3. Sin embargo, me da la impresión que se ha trabajado mucho sobre la base de estereotipos, que bajan la calidad de esta película en momentos como, por ejemplo, el de la reunión religiosa de las "señoras", escenas a través de las que quiere ponerse en evidencia lo contradictorio de la fe religiosa y las relaciones entre la "gentita" y su servidumbre. Otro momento de evidente —y hasta grotesco— estereotipo es el de la visita de Elisa (Maricielo Effio) a su madre, en el que aflora "el barrio" o el callejón; creo que habría sido más inteligente y hasta natural el que no se recurra a esos "tipos sociales" (por emplear una categoría weberiana) tan disímiles, sino que podría haberse explotado de mejor manera la profusa escala de grises que entretejen nuestra sociedad; así, Elisa podría haber sido, mejor, una chica de clase media, simplemente, sin recurrir al maniqueo recurso de la "abuela" andina.
  4. Tres personajes me mostraron certeza en la propuesta de Méndez: Elisa, Diego y Andrea. En el caso de Elisa, me gustaron mucho las escenas en que establece con el público una comunicación gestual que nos informa de su incomodidad con la situación, con las personas que la rodean, su ajenitud, su esfuerzo por ser como ellos, sus disfuerzos. La idea de que fuera arequipeña, me insinuaba un origen clasemediero que habría sido enriquecedor para su rol, pero esto empobreció con la pesadilla en la que se aparecen su madre y su abuela en casa del magnate.

  5. En el caso de Diego, este es el personaje más complejo y rico. Lo atormenta el deseo incestuoso —lo más dramático, comprendido por su hermana y a la vez fuente máxima de sus deseos— que lo lleva a explorar el deseo sexual con Andrea, su hermana. El sentimiento de culpa lo mina, pero no al punto de derrotar su lascivia. Incluso me queda la duda, aunque no haya mayor sustento para ello, de si no habrá sido él quien embarazó a su propia hermana. Su relación con todos es la de un niño al que nadie toma en serio y a quien su padre imagina distinto y, en realidad, desprecia, porque lo considera "una mierda". Todos lo palmean, todos quieren al niño que es, pero todos lo ignoran, a pesar de lo que de algún modo protege a una de las sirvientas del acoso de uno de sus amigos. Su hastío con esa vida fofa, encuentra en la cocina, entre la servidumbre, un refugio o una boya que de alguna manera lo salva. Claro, complaciente con el estereotipo, este muchachito que descubre el mundo real de la mano de Nelly, la más vieja de las empleadas domésticas, termina señalando su derrotero profesional y de vida: psicólogo o sociólogo.
  6. El caso de Andrea (la hermana de Diego) es también interesante. Padece de esa enfermedad del mundo moderno según Milan Kundera: el aburrimiento. Y necesita sensaciones extremas para sentirse viva. Su realidad la aniquila, ella quiere ser otra, no quiere su vida, no quiere eso que es. En el caso de Nelly, me llama la atención pues muestra la resignación de una persona con su situación, algo así como la serena quietud del siervo, que justifica la actitud de los patrones y que, a pesar de todo, manifiesta que el señor es bueno. Claro, cuando puede hablar a solas con la otra empleada lo hace en kechua y se da un espacio para la crítica a esa gente.
  7. Creo que el gran ausente en esta historia, como en casi todas las que se cuentan desde Lima, es la clase media provinciana, esa que pudo estar representada por Elisa. Esa es una veta riquísima y aún no explotada en la búsqueda por entender nuestra sociedad.
Termino con una reflexión que hace el propio Josué Méndez: "Yo siento que existe una urgencia por tratar este tema, una importancia en mostrar cómo la miseria moral, y no sólo la miseria económica, está presente en mi sociedad, y cómo ésta no es característica exclusiva de las clases más humildes, sino mas bien el dilema mismo que nos define a todos e impide que nuestra sociedad evolucione hacia una más inclusiva, acogedora y sincera".

lunes, 10 de noviembre de 2008

No más capitalismo

Se ha publicado un comunicado titulado ¿NUEVO CAPITALISMO? del que también informa Juan Torres López. Este comunicado está firmado por los intelectuales Federico Mayor Zaragoza, Francisco Altemir, José Saramago, Roberto Savio, Mario Soares y José Vidal Beneyto.
Destacar algo que creo que es muy importante: se trata de un llamamiento ético y moral a la humanidad, con la finalidad de construir una sociedad distinta, más justa. No se trata de un anuncio de un hecho ineluctable por venir o un acontecimiento que llega como ley histórica, no. En otras palabras, se trata de un imperativo moral.
Señalan los firmante que "ahora debemos ser 'rescatados' los ciudadanos, favoreciendo con rapidez y valentía la transición desde una economía de guerra a una economía de desarrollo global, en que esa vergüenza colectiva de inversión en armas de 3 mil millones de dólares al día, al tiempo que mueren de hambre más de 60 mil personas, sea superada".
En fin, ante la evidencia de que el sistema en el que vivimos está en crisis, sería importante lograr que los gobiernos opten por salvar a la ciudadanía del mundo, antes que a los causantes de este mundo inequitativo.

sábado, 8 de noviembre de 2008

Destino

Empezó el camino, ya no recuerdo hace cuánto tiempo;
recuerdo, sí, el miedo acorralándome,
miedo antiguo, miedo como el que sentí
aquella mañana de agosto
en un río de la selva cusqueña
cuyas aguas me iban devorando, hambrientas,
y del cómo, de la nada, surgió aquella roca inefable
en la que me puse de pie y volví a ver el color azul del cielo:
despedí, irreverente,
el llamado de un visitante, por años, convocado.

Miedo, sí, como aquella madrugada de febrero,
en la implacable región de Chumbivilcas,
enfrentando mi soledad, sorprendido
por la única visión fantasmagórica —falsa, además—
que he tenido. Claro está, la parálisis
se extendió breves minutos,
pero el halo del misterio se hizo más grande.

Han pasado años y millas recorridas, seguramente.
El negro de mis cabellos ha cedido al color de la ceniza,
pero el miedo ha cobrado visos de absoluto y de eternidad;
mis pies encallecidos no lograron doblegar
el pavor de las tardes adivinando el futuro,
es más, el terreno perdura ignoto todavía,
y así aguardo resignado la artera emboscada,
más temprano que tarde,
de los designios dictados
—dios, quimera dormida—
que atraparán los pocos sueños que aun cargo en la alforja.



Derik Latorre Boza

viernes, 7 de noviembre de 2008

¿Quién mató a la llamita blanca?

Por Guillermo Salas, supe que la película boliviana ¿Quién mató a la llamita blanca? se encontraba completa en Youtube. Por tanto, pude verla y aunque coincido casi completamente con el análisis que él hace de la película, me parece importante destacar algunas cosas:
  1. Se trata de una aguda mirada, llena de ironía y autocrítica, del país del sur. No se trata de culpar a un grupo y exculpar a otro, sino que es propiamente tratar de entender cómo son y por qué. No se trata de una mirada autocomplaciente, a pesar de que, al final, los tortolitos, esos delincuentes héroes que protagonizan la historia, resultan victoriosos y se convencen de enderezar sus ya bastante torcidas vidas.
  2. El narrador es el que traza el hilo conductor de la historia y, como todo en ella, inicia su participación con una frase demoledora: "El paraíso del subdesarrollo". Aparecen, en ese momento, imágenes de protestas con toma de carreteras, quema de neumáticos, algo que no debe parecernos muy ajeno a los vecinos del país del altiplano, a pesar de que, como en el caso del Perú y a decir de la CADE, seamos un país "de primera". "Las reglas solo las respetan los cuadrados", principio básico de nuestra anomia. Y la paradoja mayor: "Estamos en crisis, sin embargo festejamos de todo y de nada [...] ¡qué viva el carnaval!, ¡qué viva la fiesta!, pero no nos unimos para nada".
  3. El propio narrador, refiriéndose a ciertos funcionarios públicos, manifiesta que sigue funcionando aquellas máximas éticas ancestrales: Ama Sua, Ama Qella, Ama Llulla, aunque algunos prefieran A Miami.
  4. Es una muestra de las tirantes relaciones entre "qollas" y "cambas", una de las formas de división de ese país.
  5. Irónico que el Jefe de la Policía que persigue a los tortolitos se refiera que es lindo sacarles la "injundia" a estos maleantes y mejor si son estos indios cochinos o peruanos. Cuando años atrás estuve en la ciudad de La Paz, había ese concepto venido a menos de los peruanos, como los autores de múltiples delitos. Se burlan también de los argentinos, representados por los Hare Krishna.
  6. Ahora, el suceso que da título a la película (el atropello por los tortolitos de una llamita blanca, hecho del cual los lugareños de ese paraje altiplánico culpan al Míster Bolivia, Duston Larsen, hijo de un terrateniente gringo radicado en Santa Cruz, y gringo él mismo) es una cuestión anecdótica, casi intrascendente en la película. Y solo dejan imágenes estereotipadas que, al final, no aportan gran cosa al film.
  7. Lo que me llamó la atención y creo que le da ese aire "cool" a esta historia es la casualidad que conduce a los tortolitos hacia su objetivo y los va salvando de una captura inminente y hasta los enfrenta con ellos mismos (ella resulta embarazada en una relación extra pareja). Todo es muy casual, desde el robo que sufren de todos los neumáticos del minibus que les dieron (y que luego es informado como dato a la policía, para su captura), por ello roban ellos otro minibus azul y, siempre relax, hacen un pago al Tata Illimani, Apu mayor de La Paz. Luego, mientras la policía les sigue los pasos, se dan un tiempito para participar en una fiesta, en la que también sus captores participarán; o en la persecusión en el Chapare, que no concluye con su captura porque el carro de los policías se queda sin gasolina. Y así, una serie de casualidades.
  8. Otro pasaje que me hace pensar mucho en lo que sucede en nuestros países es la que se desarrolla en el mercado de Cochabamba, donde aquello de que "el cliente tiene la razón" es falso, pues le imponen al comensal (el tortolito) la comida no como la pidió sino como se la sirvieron.
  9. La crítica que hacen de la religión católica es también frontal y, sin embargo, amena. Este es un tema que me parece que puede explotarse más.
  10. Hay problemas, y no pocos, en la calidad de la actuación. Es un asunto que falta afinar.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

El racismo otra vez en boca de todos

Ganó Barack Obama y es hoy el primer presidente negro de ese país y, en vista de que está de moda otra vez el racismo y hasta su superación como tara humana (el diario La Prensa de Bolivia, irónicamente, tiene como editorial principal en su edición de hoy que Obama rompe supremacía blanca y es el nuevo presidente de EEUU, como si en ese mismo país no se estuviera viviendo un proceso similar con el Presidente Evo Morales), los medios en el Perú empiezan a abordarlo. El Comercio ha publicado hoy un artículo titulado Racista ¿yo?. En él se dan resultados de alguna encuesta realizada por la Universidad de Lima y se tiene, por ejemplo, que el 75,6% de los peruanos creen que los peruanos (como si fueran otros) son racistas, mientras que cuando la pregunta es si uno mismo se condiera racista, el 89,9% responde que no. Una contradicción flagrante que busca ajenizar la responsabilidad y que, en realidad, mantiene el patrón del racismo peruano: su naturaleza encubierta. Un dato francamente alentador es que entre los menores de 27 años, el racismo es catalogado como el peor problema del Perú en un 5,8%, porcentaje que resulta destacable si se lo compara con otro grupo etáreo que va desde los 28 hasta los 70 años. Como lo creía González Prada, quizá es hora de que la juventud resuelva los problemas que los adultos no pudimos o no quisimos afrontar.
Por último, llama la atención el que se hayan impuesto multas importantes (mayores a S/. 100 000,00) por prácticas racistas a diferentes discotecas. La pregunta que debiera responderse es si esas multas se pagaron o, como suele suceder en nuestro país, solamente engrosan los anaqueles de las cuentas por cobrar.

lunes, 3 de noviembre de 2008

"Ensayo sobre la ceguera" y "Blindness"

La novela "Ensayo sobre la ceguera" de José Saramago construye un escenario sobrecogedor en el que, por la propia ausencia de visión, los seres humanos hacemos "de los ojos una especie de espejos vueltos hacia dentro, con el resultado, muchas veces, de que acaban mostrando sin reserva lo que estábamos tratando de negar con la boca" (p. 25), a tal punto que quizá sea exacto aquello que alguno de los personajes (en esta novela no importan los nombres) dice: "De esa masa estamos hechos, mitad indiferencia y mitad ruindad" (p. 40). Especulo que puede ser ese mismo entorno de salvajismo y de caos el que subyace el "Informe para ciegos" de Ernesto Sábato, en "Sobre héroes y tumbas". Y, en medio de ese escenario caótico, lo puro que hay en nuestra humanidad lucha, incesante, por sobrevivir, por no sucumbir en el piélago de mugre y egoismo.

Las 329 páginas de la novela de Saramago han sido adaptadas en 120 minutos en su versión cinematográfica, con el título de Blindness, cuyo director Fernando Meirelles, ha tenido la osadía y, además, la versatilidad necesaria para hacernos ver la ceguera peculiar que ataca esa ciudad, ese "mar de leche" que no es como la ceguera común, caracterizada por la oscuridad y, por tanto, la ausencia de luz, sino todo lo contrario, una ceguera luminosa y blanca. Y creo que la sensación que deja al espectador la película es la que se resume en la sentencia del médico oftalmólogo en el libro: "la muerte no es más que el efecto de una desorganización", para luego concluir, ante la pregunta de cómo podría organizarse una sociedad de ciegos para que viva, "Organizándose, organizarse ya es, en cierto modo, tener ojos" (p. 297).

El escenario es tenebroso, realmente. Es la guerra por la supervivencia, guerra entre las personas que necesitan socializar, guerra contra los hedores y la podredumbre, guerra contra uno mismo, guerra entre quienes se aman, como el conflicto que viven el oftalmólogo y su mujer, la única persona inmune a la ceguera (aquella que justamente no estimó los riesgos ante el posible contagio). Llega el momento en que él, ciego, siente rabia por la dependencia absoluta respecto a su mujer (vidente) y ésta, a su vez, con el peso de cargar con una ceguera colectiva y ser la única que ve los horrores que los ciegos generan sin ver. Es justamente ella, la que no entiende, por cuanto no está ciega, "que una persona se acostumbra a todo", porque podría incluso haber dejado de ser persona (p. 228) y puede, a pesar de ello o quizá por ello, continuar. Como si no existiera límites para lo malo o el mal.

Es hermosa la escena en que, luego de voluntariamente haberse prostituido por alimentos para su grupo, las mujeres retornan con una de sus compañeras moribunda en brazos y ya muerta le dan abluciones conjuntas que las purifica también a ellas. Hermosa escena, profunda y tierna. En esa escena, como se lo comentaba a mi compañera, entendí la fortaleza femenina y la verdad de la superioridad maternal, que se nos ofrece como regazo en esos momentos de flaqueza. En la película, el rol de esta mujer lo tiene Julianne Moore, que lo desempeña con maestría actoral. Y una de las escenas en que resulta evidente esto es cuando la chica de las gafas oscuras (la prostituta, ya sin las gafas, claro está), en busca de ternura, hace el amor con su esposo, quien se olvida, en el frenesí que lo envuelve, de que es justamente su mujer la única persona que podría verlo, como sucede efectivamente.

El libro es una angustia que se extiende por el tiempo que tome su lectura, al igual que la película es un angustiante recorrido de dos horas; vale la pena precisar que en la película se logra dar vida al anonimato absoluto que caracteriza el libro, pues, según en deseo de Saramago, no se puede siquiera identificar en qué ciudad se filmó. Desconcertante.

Ahora bien, en el libro hay un substrato político que puede sospecharse y que en la película pasa completamente desapercibido. Así, cuando en la novela se dice que "Los ciegos están siempre en guerra, siempre lo han estado" (p. 198), aunque los invidentes puedan tomarlo a mal (a tal punto que organizaciones de ciegos estuvieron planteando un boicot contra la película), me parece que debiera leerse en comunión con el final: "Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, Ciegos que ven, Ciegos que, viendo, no ven" (p. 329). Un llamado a la reflexión de este mundo en el que suceden tantas atrocidades previsibles, que pudieron prevenirse o resolverse, pero que, ciegos, como humanidad, somos incapaces de ver.

La novela tiene un evidente contenido filosófico y, aunque no desde una perspectiva precisamente optimista, nos enfrenta con lo que es la realidad, ajena a esperanzas y sueños: " a fin de cuentas lo que está claro es que todas las vidas acaban antes de tiempo" (p. 222). Y a pesar de esa dura evidencia, nos quedan resquicios de humanidad que se muestran, tenues, paradójicamente en nuestras flaquezas, "menos mal que todavía somos capaces de llorar, el llanto muchas veces es una salvación, hay ocasiones en que moriríamos si no llorásemos" (p. 104).

Post Escriptum: Una crítica, no sé si a la propia película o, más bien, a la reproducción en la sala a la que asistí, es el corte abrupto entre el inicio de la epidemia (cuando ya el médico se ha vuelto ciego) y el inicio de la cuarentena decretada por el gobierno; no hay una vaso comunicante y solo se entiende cuando la voz del narrador (como dicen los huachafo, "en off") va explicando esto. Me parece que podría haberse logrado un mejor tránsito, recurriendo a algún vaso comunicante visual, antes que el puramente narrativo y ex post.

sábado, 1 de noviembre de 2008

Todos los Santos y el Día de los Muertos

El 1 de noviembre se celebra, de acuerdo al calendario católico, el día de Todos los Santos. Pero, empezando también ese día y hasta el 2 de noviembre, se celebra el día de Los Muertos, celebración de origen prehispánico, que ha sido reconocida incluso como Patrimonio de la Humanidad. Esta fiesta, la de Todos los Muertos, es conocida como mexicana y hasta centro americana. En Sudamérica es conocida esta fiesta en Brasil y, cerca de nosotros, en Bolivia, donde existe el culto a las Ñatitas, pero no ha logrado mayor difusión en su versión peruana —hoy, por ejemplo, el diario El Comercio informaba que "limeños recuerdan a los muertos con música, comida y cerveza".

Y es que, claro, en el Perú la competencia está sesgada oficialmente a favor de lo que es el Halloween y el Día de la Canción Criolla, que se celebran el 31 de octubre. De ese modo, tanto el día de Los Vivos como el de Los Muertos, no alcanzan sino resonancia como costumbre marginal, popular.

En el caso mexicano existe, en esta fecha, una costumbre casi futurista: el juego de la pelota encendida, que le da en la yema del gusto a la exigencia lúdica de estos tiempos: adrenalina al máximo. Algo de eso debiera darse entre nosotros, a fin de apuntalar lo mejor de nuestras costumbres hacia el futuro y no ser las víctimas pasivas de la penetración cultural.

Veía un reportaje en el que en un distrito de la gran Lima, salieron muchos niños y adolescentes a "protestar" contra la celebración del Halloween pues es una costumbre "pagana" y hasta "demoníaca". Pues bien, esa protesta es un disparo contra uno mismo e instigada por los prejuicios evidentes del catolicismo. En todo caso, creo que debiéramos ser capaces de recrear el Halloween y, de alguna manera peruanizarlo, sin ser absorbidos por éste.

E insumos para ello tenemos muchos. Hoy, día de Los Vivos, quiero dejar testimonio visual de dos recuerdos que aun palpitan en el Cusco: la wawa de pan (algo que regalan a las niñas) y el caballo de pan (regalo de los niños). Aun recuerdo vívidamente cómo sufría al ir comiéndome ese pan, empezando por las patas, hasta devorarlo por completo. Era, en todo caso, una pena sabrosa e irresistible.